Adiós a 38 años de altruismo en Santa Cruz

Personal de AEA en el recibimiento de Los Reyes Magos en el Estadio Heliodoro Rodríguez López

Tachi Izquierdo

Santa Cruz de Tenerife —

Casi cuatro décadas después de su fundación, Ayudas en Emergencias Anaga (AEA) anunciaba a principios del mes de febrero de 2015 que abandonaba su actividad en Santa Cruz de Tenerife.

La ruptura de relaciones con la ciudad que vio nacer a esta organización de carácter humanitario obedece al desencuentro originado a consecuencia de que el Ayuntamiento de la capital le adeuda las cantidades pendientes del convenio que regula la relación entre ambas instituciones, en diversos ejercicios, que incluso se remontan al pasado mandato, pues su origen está en el año 2004 y que asciende a unos 60.000 euros, “cifra que hace imposible realizar nuestra labor”, explica José María Gómez, vicepresidente de AEA.

Justo cuando se cumple un año de un acuerdo plenario del consistorio municipal, adoptado por unanimidad, que a propuesta de la oposición reconoció las cuantías pendientes y su abono, y que no se ha cumplido, AEA ha decidido mancharse; romper relaciones y afrontar otra realidad por los muchos desencuentros en la última etapa.

Resulta curioso este conflicto, pues en el año 2003 la corporación municipal, bajo la presidencia de Miguel Zerolo, le concedió a AEA la Medalla de Oro de la Ciudad, por su destacada participación en la riada del 31 de marzo de 2002 (31-M).

A pesar de que los 120 miembros actuales de esta organización lamentan esta decisión, Gómez recordó que “al final, todos los acuerdos plenarios y encuentros han sido inútiles, porque ni el alcalde, José Manuel Bermúdez, ni el concejal de Seguridad, José Alberto Díaz-Estébanez, han cumplido con su palabra”.

Mientras, afirma que entre los voluntarios “este cese de actividad ha sentado como un jarro de agua fría, pues se lo han tomado realmente mal, porque todos han dejado parte de su tiempo por la ciudad con los servicios realizados. No es que ya no valoren nuestra actividad altruista, sino que se nos ha faltado al respeto”.

Desde la delegación capitalina de AEA se considera que ya no confían en la palabra de los políticos, porque “no solo no se ha cumplido ninguna promesa, sino que pasan olímpicamente del acuerdo plenario. Hasta la fecha, no se ha contestado; no se ha planteado ni una sola solicitud de reunión, ni se nos han explicado los motivos de los retrasos”.

En el último año, los costes de mantenimiento los han sufragado los voluntarios o derivando fondos de otras delegaciones, por lo que José María Gómez lamentó que “Santa Cruz se haya beneficiado de unos servicios que han posibilitado otras instituciones, incluso de otras islas”. En este sentido, argumentó que “en los últimos cuatro años ha sido la delegación de La Palma la que ha cubierto nuestro sostenimiento”.

Mantener una actividad como la de AEA, que al año presta una cobertura media de 200 intervenciones, supone un coste que no llega a los 8.000 euros, “una cuantía que no justifica la pérdida de una relación de más de 38 años”, máxime, cuando, apuntó Gómez, “año tras año se nos negaba la subvención porque decían que no estaba justificaba pero, paradójicamente, aparecíamos año tras año en cada presupuesto”. También hay espacio para la autocrítica, “pues nosotros somos culpables, porque no paramos en 2005 cuando empezaron a retrasar los pagos”.

El accidente de Los Rodeos

El germen de AEA fue el accidente de los dos yumbos en el Aeropuerto de Los Rodeos, en el año 1977, donde una serie de personas que intervinieron en esta catástrofe, como voluntarios, en una época de escases de medios y una inexiste formación en materia de salvamento, quisieron seguir en su lucha.

Aldo Rodríguez, otro de los vicepresidentes de esta organización, recuerda que entre los fundadores hay nombres relacionados con el mundo de la radio afición, como “Florentino, que tiene la ferretería del Mercado Nuestra Señora de África o don Ángel, gente altruista y solidaria que quisieron ampliar su apoyo en las comunicaciones”.

En los primeros momentos, los voluntarios aportan sus propios vehículos, y el primer vehículo de la ONG “fue una furgoneta donada por el Club de Leones, orgullo en la primera sede de AEA, ubicada frente al Club Náutico, en la avenida de Anaga y, de ahí, el nombre”.

Originariamente, se buscó una denominación característica y que se plasmara en la sociedad, como así ocurrió durante buena parte de su existencia, hasta el punto de que AEA opera hoy en día en el resto de islas de la provincia tinerfeña, y mantiene ese sello que lo vincula desde el principio a Santa Cruz.

Esta entidad, que ya ha desaparecido en la capital, tuvo al principio unos momentos más cargados de voluntad que de preparación, pero con los años fue creciendo y abriendo un hueco de respeto entre la sociedad y las instituciones.

Por ello, ahora, con casi cuatro décadas de trayectoria, a los mandatarios municipales actuales, según Gómez, “no les importamos para nada y solo les preocupa lo que les afecta a ellos directamente. Nunca han respondido a nuestras peticiones para intentar solventar este asunto. Siento impotencia, rabia y desilusión”.

Afirma que “los compañeros, con lágrimas en los ojos, aseguraban estos días que nos han tomado el pelo en todos estos años. No nos respetan por lo que hemos hecho durante el 31-M o el Delta (la tormenta tropical de noviembre de 2005). Se han reído de nosotros y han vendido algo que es mentira, porque solo pedimos que cumplan con sus compromisos. Entendemos que son libres de prescindir de AEA si ya no somos necesarios, pero otra cosa es que cumplan con lo que nos adeudan”.

Esta circunstancia, que ha redundado en una decisión “muy amarga”, complica ahora mucho el futuro de la entidad, pues incluso su sede en el mirador de Vistabella es de titularidad municipal y temen que, de un momento a otro, la tendrán que abandonar.

Este maltrecho edificio ubicado en un enclave privilegiado desde el que divisa toda la ciudad, esa que en otros tiempo sus voluntarios auxiliaban, también ha discurrido en los últimos tiempos por la senda del abandono en su interior, por la ausencia de mantenimiento por la falta de fondos y también por una implacable acción en su exterior donde los grafitis han ocupado hasta el último rincón, una manto de vandalismo que ha provocado que pase más desapercibida la presencia de AEA en esta atalaya.

La falta de fondos ha influido en que su sede esté cada día en peores condiciones, ya que no hay suficiente para la pintura y mejora de sus paredes. Por ello, al asfixiante ambiente externo, con paredes plagadas de pintadas y la basura de la que los servicios municipales se olvidan con mucha frecuencia, se suman las humedades que cada día le ganan el pulso a la voluntad. De hecho, este local ha sufrido robos, en todos los equipamientos, que han repuesto los voluntarios. Es más, por no tener, AEA ya no tiene ni teléfono, que tuvieron que cortar por impago. Como en todo, los gastos hasta ahora se cubrían así.

Desde que se fundara esta ONG, en las islas han mejorado de manera considerable los dispositivos y los medios en materia de emergencias, tanto que la evolución ha puesto a la par a entidades públicas y las organizaciones de voluntariado, por lo que, según Gómez, “es compatible la acción de AEA con otras entidades o la convivencia también es posible con Protección Civil, por ejemplo”.

No obstante, precisó que “siempre ha habido en las instituciones personas que han visto fantasmas donde no los hay. Nosotros somos voluntarios como ellos, y la única diferencia es que ellos dependen del ayuntamiento y nosotros de los convenios firmados. Piques siempre hay, pero cuando es por algo por lo que no se cobra, son pocos”.

“Algo frikis o raros”

El voluntariado ha sufrido una evolución en los últimos años y en el caso de los accesos a AEA, afirma su vicepresidente, pese a las leyendas urbanas que rodean a este tipo de organizaciones, que dicen que “somos algo frikis o raros, decir que no aceptamos a nadie que no tenga un mínimo de conocimiento, de formación y capacidad de actuación. Hoy no solo vale la voluntad, sino la formación, que aquí hablamos de cursos homologados en rescate, salvamento, montaña o subacuático a nivel nacional y mundial”.

Tras la marcha de AEA de Santa Cruz, se deja de prestar en la ciudad acciones como las de logística y comunicaciones, intervención sanitaria o la unidad canina, “algo que se ha perdido, pero si nos llaman, ahí estaremos”.

En AEA hay instructores a nivel nacional y mundial, “con gente que además de colaborar se ha formado dando un servicio profesional pero altruista. Por ello, se pierde más en valor que lo que se pagaba por el convenio. Nosotros no sustituimos al profesional, pero estamos preparados para cuando se necesite de nuestra intervención, como reflejan los protocolos”.

A lo largo de 38 años, AEA ha estado en casi todo lo que ha ocurrido en la ciudad y la ciudadanía lo recuerda, pues su presencia ha sido esencial en inundaciones, accidentes de tráfico o múltiples búsquedas en Anaga. En cada situación de emergencia mueve a 30 personas en diferentes turnos, “para ir siempre que se nos active y de manera protocolizada, algo que ocurría incluso cuando ya no se nos pagaba. Ahora, desde febrero de 2014, no llaman, justo después del pleno”.

Sin embargo, la entidad pierde protagonismo a lo largo de los años, que sí gana en las otras islas de la provincia, alentados por mayores carencias de servicios de salvamento y asistencia, algo que se multiplica en las islas capitalinas, aunque en aspectos como el rescate de montaña o con perros, AEA es hoy en día un referente, ya que el resto de cuerpos carece de ellos.

El verdadero punto de inflexión en esta realidad, según el vicepresidente, “ocurre en el momento que decidimos plantar cara y reclamar lo que en las últimas emergencias producidas en la isla, prácticamente no recibieron llamadas en su base de Vistabella, a pesar de estar activados, algo que se comunicó al CECOPAL, que ”sabía que no nos íbamos a negar si nos requerían, pero las llamadas fueron cero“.

“Nos hemos tenido que adaptar a las políticas de recortes, pero es que nos adeudan cuantías de época de bonanza, nos dicen que no hemos presentado documentos, algo que es falso, pues el ayuntamiento si ha perdido documentación de justificación de subvenciones”, explican desde AEA.

Visto lo visto, AEA tiene ahora más pasado que futuro, sobre todo en Santa Cruz, donde quienes le dieron vida tienen ahora la sensación de ser prescindibles, que se les falta el respeto, porque de tanta dejadez “ya ni vamos a la sede, de la que esperamos que de un momento a otro nos digan que nos tenemos que ir”. Ahora solo queda reclamar “respeto para 120 personas y ejercer acciones legales”, además de dar a conocer públicamente su labor y que se entere la sociedad del motivo por el que se ha dejado de prestar los servicios, en una serie de manifestaciones previstas para Carnavales.

José María Gómez se muestra convencido de que todos y cada uno de los miembros de AEA “duermen tranquilos por la noche, muy al contrario que los dos últimos equipos de gobierno del ayuntamiento”, aunque, en nombre de la junta directiva, pidió disculpas a todos sus componentes por “no haber podido defender lo que se nos dejó en las manos, que era salvaguardar el nombre, la integridad y la historia de AEA”.

El valor de la voluntad

Aldo González, vicepresidente de la agrupación local de AEA y durante varios ejercicios responsable a nivel global de la organización, no oculta su disgusto por “este lamentable e injustificado episodio”, en el que, asevera, no se ha llegado a un acuerdo “por falta de voluntad política”.

Asegura que siempre hay maneras de resolver un conflicto, y pone como ejemplo el que se han visto envueltos con el consistorio capitalino, que “han llegado a pedir cosas tan inverosímiles, como que les cuantificáramos el coste de la hora de un voluntario”.

Además, este dirigente de la ONG recordó que fue el alcalde Miguel Zerolo, cuando en los primeros ejercicios que se les adeudaban, el que les dijo que se resolvería por la vía de un reconocimiento extrajudicial de crédito, “algo que nunca se hizo, con la excusa de que no se recurría a esta figura”, cuando, añadió, “todo el mundo sabe que era más que frecuente en sus mandatos”.

Asevera que “después de todo lo que hemos dado por Santa Cruz, no nos merecemos este trato. De los 38 años, muchos fueron sin subvención y guardamos recuerdos de todos los servicios”.

González reconoce que la ampliación de medios en otras instituciones en las islas capitalinas ha ido en detrimento de AEA, “todo lo contrario de lo ocurrido en las islas menores, donde la falta de medios justifica más su presencia”.

Al respecto, dijo que en la capital, por dimensión, los riesgos también se incrementan y, además de todos los cuerpos de seguridad y emergencias, “AEA sumaba, ya que por solo 6.000 euros al año, aportaba a unas 70 personas y unos 7 vehículos, así como todos los recursos que aportábamos de otras agrupaciones”.

Sin embargo, y a pesar de todas las dificultades, esta organización ha mantenido a todos sus miembros, “y hemos frenado la entrada de voluntarios, precisamente, por la falta de fondos”.

Santa Cruz es el origen y referencia de la asociación, “pero poco ha valido para los mandatarios municipales, a los que les da lo mismo que nos marchemos. Otra cosa es el futuro, que en el área metropolitana intentaremos que sea una realidad a través de las negociaciones que abriremos con otros municipios”.

Reconocimientos y estructura

A los 4 años de su fundación, en 1981, AEA fue reconocida por Ministerio del Interior como entidad colaboradora de Protección Civil Nacional. Un año después, y debido a su carácter altruista y el cúmulo de actuaciones que ha llevado a cabo, se le reconoce como Entidad de Utilidad Pública, por parte del Consejo de Ministros celebrado el 4 de julio de 1982. En el ámbito regional, y debido a la continuada colaboración con la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, obtuvo el reconocimiento de Entidad Colaboradora de Medio Ambiente y Protección Civil Canarias el 20 de febrero de 1995.

En 2002 se firma un convenio con la Consejería de Presidencia e Innovación Tecnológica, a través de la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno regional, en el que se reconoce a AEA Entidad Colaboradora del Grupo de Intervención en Emergencias (GIE), ahora denominado Grupo de Emergencias y Salvamento (GES).

Entre otros muchos reconocimientos de entidades, asociaciones e instituciones de las islas por su labor y colaboración, esta ONG también ha recibido la Medalla de Plata al Mérito de la Seguridad Pública en Canarias, concedida en 2008 por la Consejería de Presidencia, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias por su labor singularizada y extraordinaria en este ámbito. La Asociación Española de la Carretera distinguió a AEA en 1995 con la Medalla de Honor de la mencionada por su trabajo en la prevención y atención ante accidentes de tráfico, averías y demás situaciones de riesgo en las carreteras de la provincia tinerfeña.

En las ocho bases de operaciones repartidas entre Tenerife, La Palma, La Gomera y una en El Hierro, se cuenta con la implicación de más de trescientos voluntarios, distribuidos en los grupos operativos de Comunicaciones y Logística; Rescate en Montaña; Perros de Salvamento; Rescate Acuático y Subacuático; Intervención Sanitaria y Prevención, y Extinción de Incendios Forestales.

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