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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Inmigración: el gran suspenso de la Unión Europea

Un grupo de subsaharianos llegan en Cayuco a las costas canarias

Belén Molina

Las Palmas de Gran Canaria —

Mueren a cientos, a millares, pero la Unión Europea sigue siendo incapaz de articular soluciones que eviten las tragedias que nos deja la inmigración delante de nuestras puertas comunitarias. En lo que va de año han fallecido ahogados entre 1.500 y 1.750 personas que intentaban llegar a Lampedusa o Sicilia. Los últimos, hace dos semanas. En realidad, no se sabe cuántos hombres, mujeres, adolescentes, niños y hasta bebés han quedado por el camino. Es lo que tiene la inmigración clandestina: las cifras de desaparecidos son siempre inciertas. Pero siempre demoledoras.

El último palo fue la muerte de entre 700 y 900 personas tras naufragar el pasado 18 de abril el barco en el que partieron desde Libia con destino a Lampedusa. Un golpe que obligó a convocar una cumbre de urgencia en Bruselas, el pasado 23 de abril, en la que, una vez más, se ha hablado mucho pero se ha llegado a pocos acuerdos concretos, salvo hacer hincapié en el control de fronteras, que en eso están todos los países miembros de acuerdo, y no en la ayuda en origen a quienes huyen de conflictos armados y países en guerra.

Lampedusa, Sicilia y Malta, en el enclave del Canal de Sicilia, han sustituido lo que hace poco más de una década era la ruta sahariana hacia Canarias. La presión de la inmigración llegada por mar es apenas hoy residual en el Archipiélago, pero hace apenas nueve años levantó las alarmas y vaticinó que lo peor estaba por llegar.

El control de fronteras en el noroeste africano ha obligado a buscar otras rutas de entrada a Europa. En 2006 ya se nombraba a Libia como futuro puerto de salida de embarcaciones con inmigrantes. El blindaje de Marruecos, Mauritania y Senegal obligó a rutas más peligrosas por las corrientes marinas y más alejadas del destino. Canarias pasó de estar a apenas 100 kilómetros de distancia a estar a más de 500. Los puntos de salida bajaron a Guinea Bissau y hubo barcos en desguace atracados en Guinea Conakry que se habilitaron como medio de transporte haciendo aguas, como el ‘Ashva’, que trasladó hasta Tenerife a 111 inmigrantes hacinados en las bodegas. Nunca hasta entonces, año 2001, se había visto un barco negrero en el puerto de Santa Cruz de Tenerife.

En una década, la pasada, Canarias vivió la llegada en cayucos de unas 68.000 personas, la mayoría subsaharianas, aunque también llegaron algunos barcos con ciudadanos de Birmania y Pakistán. Esa inmigración ha modelado sus matices y una diminuta isla italiana de 20 kilómetros cuadrados y a 113 kilómetros de Túnez se ha convertido en puerta de entrada a Europa. Sólo en 2014 recibió a unos 170.000 inmigrantes.

La diferencia es que la mayoría de quienes arribaban a las costas isleñas, sobre todo de Tenerife y Gran Canaria, eran inmigrantes que buscaban un futuro mejor para ellos y sus familias, deslumbrados por anuncios de televisión y otros mensajes de opulencia en aquella época de vacas gordas. No era pequeña la decepción de muchos de esos hombres y mujeres al comprobar que desde Canarias al continente aún les quedaba el viaje más largo si eludían la repatriación, lo que lograron la mayoría de menores de edad.

Hubo algunos solicitantes de asilo, pero muy pocos. Baste como ejemplo que en 2006, año de ‘la crisis de los cayucos’, se tramitaron en el Archipiélago 366 de esas peticiones, es decir, que algo más de un 1% de los inmigrantes por mar alegaron persecución, estar en peligro por motivos políticos y temer por sus vidas. Uno de esos casos, pero en 2009, fue el de Abdoulaye Coulibaly, un negro albino de Mali que fue rescatado a pocas millas de Tenerife de la barcaza en la que viajaba por una patrullera de Salvamento Marino.

Coulibaly fue el primer negro albino de Mali que consiguió el estatuto de refugiado gracias a la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), y ello porque hay evidencias de que los albinos son considerados seres mágicos por las creencias animistas, que conviven en gran parte de países africanos con el islamismo o el cristianismo. En Tanzania los parten a trocitos, literalmente, porque un dedo puede tener un poder protector; una pierna puede sanar enfermedades, y hasta los huesos sirven para hacer pócimas. La sangre otorga poderes sobrenaturales a quien la bebe y por una mano se puede llegar a pagar hasta 400 dólares.

El Gobierno de Rodríguez Zapatero entendió que, dado que el animismo está comprobado en Mali, este joven debía tener protección internacional. Tuvo suerte porque el ugandés y albino Emanuel Mukasa estuvo retenido en el Centro de Internamiento de Melilla, en 2012, cerca de dos años hasta que la presión popular logró que le concedieran el asilo, después de que su solicitud se renovara hasta en tres ocasiones.

Ahora es distinto. Quienes se juegan la vida por cambiar de continente y poner distancia a sus miserias son desplazados de sus países de origen, refugiados, perseguidos políticos y, en definitiva, gente que huye a la desesperada de países en descomposición. En el carguero que naufragó en abril, 150 de los ocupantes procedían de Eritrea (en un año, el pasado, 34.000 eritreos han llegado a las costas italianas), además de sirios, somalíes y algún subsahariano.

También se llenan esos buques de asiáticos de Afganistán, de Pakistán, de Bangladesh. Ya no es que busquen una vida mejor, derecho universal reconocido por Naciones Unidas a todo ser humano. Lo que buscan es salvarla, aunque la pierdan en el intento.

“El efecto llamada” de salvar vidas

La reunión extraordinaria de la Comisión Europea en Bruselas del pasado 23 de abril fue calificada de decepcionante por organizaciones humanitarias. Las críticas han sido generalizadas por escabullirse una vez más de la raíz del problema y poco menos que hacer teatro con las intenciones de salvar vidas, cuando el hincapié se ha puesto en reforzar fronteras, lograr acuerdos con países terceros para aceptar repatriados, y reforzar la operación de vigilancia en las costas del Mediterráneo (aunque en la actualidad se refieren a Italia y Malta) con nueve millones de euros mensuales (lo que cuesta un tramo ferroviario del AVE), tres veces más que hasta ahora.

Amnistía Internacional y Human Right Watch criticaron la escasez de medios para salvamento en aguas del Mediterráneo y pidieron una operación humanitaria multinacional europea, según afirmó Karen Allen, directora de Amnistía Internacional en el Reino Unido a la BBC. “Pedimos que se actúe rápidamente ante personas que están en peligro, que se refuercen las acciones de salvamento y rescate, porque Frontex (la agencia europea para el control de fronteras) no se dedica al salvamento”.

El 3 de octubre de 2013, un barco con unos 500 inmigrantes a bordo se incendió. Murieron 380 personas, incluidos niños. Una semana después, una barca naufragó y perecieron más de 200 personas. El Gobierno italiano, en solitario, lanzó el operativo Mare Nostrum, con un coste de 9 millones de euros mensuales.

Disponía de cuatro helicópteros, tres aviones, dos patrulleros, dos corbetas, dos drones y una nave anfibia. Podía operar hasta un radio de 110 millas náuticas, lo que le permitía adentrarse o sobrevolar aguas territoriales libias, y tenía como principal misión el rescate de las embarcaciones clandestinas.

El 1 de noviembre de 2014, Frontex sustituyó ese operativo por otro llamado Tritón, duramente criticado. En el intervienen 21 países de la UE, pero su coste, hasta la reunión de urgencia de Bruselas, era de solo tres millones de euros mensuales, tan sólo cuenta con un helicóptero, dos aviones y siete patrulleros, y su radio de acción se limita a aguas italianas. Entre sus objetivos, una vez más, vemos el de proteger fronteras, sin un mandato de salvamento.

Las diferencias son notables. Tan notables como que con Mare Nostrum tan sólo murieron ahogados entre enero y abril de 2014 unas 50 personas, mientras que en lo que va de año, los fallecidos, como apuntábamos más arriba, ya son unos 1.750 los ahogados, según datos de la Organización Internacional de las Migraciones.

El director adjunto de Frontex, Gil Arias, afirmaba a la Cadena Ser, en diciembre de 2013, que “estamos comprobando que (las barcas) sólo llevan combustible no para llegar a Lampedusa o Sicilia, sino que llevan la mitad del tanque, sólo llevan lo imprescindible para llegar a la zona donde están las patrulleras italianas”.

Y añadía, en una crítica al dispositivo Mare Nostrum, que “los naufragios no tienen una influencia definitiva en el incremento o disminución de los flujos, quizás porque en los países de origen no son suficientemente conocidos. Aunque han salido en todos los medios de comunicación del mundo pero las redes que captan a los inmigrantes siguen atrayendo a los inmigrantes que se arriesgan en el viaje por vía marítima y lo que sin duda puede tener un efecto llamada es el hecho conocido de que hay más barcos patrullando el Mediterráneo y que en caso de tener problemas en el trayecto los inmigrantes saben que ahora sería más fácil que se les rescatase”.

Decepcionante UE

La cumbre europea sólo ha servido para aumentar el presupuesto de Tritón pero no ha variado sus objetivos, porque salvar vidas puede tener un efecto llamada, como señalaba Gil Arias, argumento que podría tacharse hasta de pueril por el desconocimiento de los motivos que llevan a hombres que no saben nadar o mujeres con sus hijos en sus vientres a una travesía que saben que es peligrosa, que saben que puede ser mortal, pero que es la única vía de escape de la que disponen.

En esa reunión de la Eurocámara se puso de ejemplo a España, que en 2006 “logró frenar” la llegada de inmigrantes por mar, con su Plan África, dirigido a países subsaharianos, de los que entonces procedían los inmigrantes, y con las premisas generales de afianzar la democracia en África, a fomentar la paz y la estabilidad, a luchar contra la pobreza, a ordenar los flujos migratorios, ayudas al desarrollo, y a una participación más activa de la Estrategia de la Unión Europea para África.

Para las ayudas se estableció la premisa de que los países del norte de África debían controlar sus fronteras (otra vez se repite la palabra) y aceptar a los repatriados que comenzaron a ser devueltos a sus países de origen en tiempo record. El Plan se lanzó apresuradamente en mayo de 2006 por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Tres millones de euros iniciales a los que se sumaron otros 20 millones en forma de ayuda para llevar a cabo lo que se llamó Plan REVA o de Retorno a la Agricultura.

De esa forma, muchos de los senegaleses que llegaron en cayucos se vieron de vuelta a la ciudad portuaria de Saint Louis, a kilómetros de sus casas. “Al bajar del avión me dieron un bocadillo, un zumo y 25.000 francos cefas (unos 38 euros). Y me dijeron que me buscara la vida”, explicó a esta periodista Bei Ndiaye, de 24 años, cuya aventura duró 11 días en el mar y 6 en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) Hoya Fría, de Tenerife.

El octogenario Abdoulaye Wade, que fue presidente de Senegal entre los años 2000 y 2012, llamó al Plan REVA la “revolución verde”, ya que con ella se pretendía que los jóvenes que buscaban la salida a Europa encontrasen en la agricultura una forma de vida. “Yo soy pescador. Toda mi familia, mis padres, mis hermanos, mis primos, los esposas de mis hermanas son pescadores o comerciantes. ¿Qué hago yo metido en un proyecto de agricultura?”, se preguntaba Ndiaye.

Poco cambió en Senegal en los siguientes años. El Gobierno siguió formado por nada menos que 40 ministros, entre ellos, familiares de Wade, quien quiso allanar el camino para que su hijo Karim, que fue ministro de Infraestructuras, Energía, Cooperación Internacional y Transportes Aéreos, le sucediera en la Presidencia de la República, que ahora está en manos de Macky Sall. Karim Wade fue condenado hace unos meses a seis años de prisión por enriquecimiento ilícito. No pudo demostrar el origen de su fortuna de 170 millones de euros.

La ayuda española a Marruecos para blindar sus costas ha sido aún más cuantiosa y no ha cesado en la última década. No se trata ya sólo de la inmigración por mar, ya que apenas hay 100 kilómetros de distancia entre Tan Tan y Fuerteventura, sino también de la presión que se vive a diario en las vallas de Melilla y Ceuta. El Estado alauí recibe un millón de euros mensuales para contener esa presión migratoria. No sólo le llegan ayudas de España sino del conjunto de la Unión Europea, como “socio preferente” para que mantenga a raya la amenaza yihadista. Más de 500 millones de euros en menos de una década.

Así que el ejemplo español, tal y como lo resaltó David Cameron en la cumbre extraordinaria sobre inmigración, en realidad no lo es tanto, y no sobran los especialistas en migraciones, como Dirk Gadeneu, del Observatorio de las Migraciones de Tenerife (Obiten), que recalcan la brutal crisis económica de los últimos siete años, y más que nada, el elevadísimo paro, como principal motivo disuasorio para quienes aspiran a encontrar un empleo “a la europea”, es decir, con derechos laborales.

Sin embargo, Mariano Rajoy sacó pecho y sostuvo que “ahora mismo llegan cero barcos a las costas españolas”. Tampoco es del todo cierto. Dos días antes de pronunciar esa frase fueron rescatados 44 inmigrantes frente a la costa de Almería; el 11 de marzo se rescataron a otras 38 personas en dos cayucos que tenían por destino Canarias, cuatro de ellos fallecidos; el 11 de abril se localizaron a otras 28 en una barcaza en el mar de Alborán. Dos eran niños.

El asilo, un derecho universal pisoteado por devoluciones exprés

Las previsiones del director de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Koji Sekimizu, apuntan a que se podría acabar el año con un flujo de medio millón de inmigrantes en las costas italianas, frente a los 170.000 de 2014, diez mil de ellos muertos.

En la cumbre de Bruselas quedó otro fleco, el de la protección internacional o asilo, que marca la profunda división de opiniones entre los países del norte y el sur de la Unión Europea. Mientras el primer ministro italiano Mateo Renzi clamaba que la inmigración clandestina “es un problema de toda la Unión Europea”, los países nórdicos insisten en que cada país debe resolverlo, aunque se le preste ayuda entre todos. Parece lo mismo pero no lo es.

El derecho al asilo se contempla en el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que ha cumplido 60 años. Claro que el artículo 13 especifica que “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” y que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.

Además, la protección al refugiado está consagrada en el artículo 18 de la Carta de la Unión Europea, redactado a la luz de la Convención de 1951, y varias directivas comunitarias regulan los procedimientos para conceder el estatuto de refugiada a una persona, o retirarlo.

Pese a ello, la poderosa Europa argumenta que no hay cabida para todos, máxime con un modelo de sociedad basado en el consumo compulsivo y en una dieta que se apoya en la carne. Según los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en 2013 se registraron 612.700 solicitudes de asilo en los 44 países industrializados del planeta. De ellas, 484.600 fueron en Europa.

Alemania fue el primer receptor de peticionarios de asilo, con 109.600 solicitudes, nada menos que un 70% más que en 2012. Rusos, sirios, afganos y eritreos fueron quienes en mayor medida tocaron a las puertas germanas buscando protección. En España, las peticiones de asilo fueron 5.615 en 2014, de acuerdo con los datos del Ministerio del Interior, es decir, apenas el 0,9% de todas las registradas en la Unión. Solo se aceptaron el 44%.

Pero quizás esta cifra tan baja también se deba a las devoluciones en caliente y a las deportaciones exprés, legalizadas en la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, que modificó en una disposición adicional la Ley de Extranjería.

El Consejo General de la Abogacía dejó claro en un comunicado en marzo pasado que la nueva medida impulsada por Interior va en contra de las propias directrices de la UE y de los Tratados firmados por España, ya que el ordenamiento internacional prohíbe tajantemente expulsar a una persona sin antes haber sido identificada ante asistencia letrada.

Esas devoluciones en caliente han sido fruto de la presión migratoria en Ceuta y Melilla. El Ministerio del Interior ha invocado el Tratado de Readmisión de Extranjeros firmado con Marruecos en 1992 (pero publicado en 2012), que también se incumple, ya que para que una persona pueda ser devuelta o repatriada, ha tenido que ser identificada previamente, con nombres, apellidos y país de origen, lo que España incumple sistemáticamente.

Tal y cómo explicó el profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de A Coruña, Jorge Antonio Quindimil, “una de las garantías básicas para la devolución es la identificación, para asegurar que esas personas no son devueltas a países en los que pueda estar en peligro su vida”. Por el contrario, se han conocido casos de extranjeros, muchos de ellos subsaharianos, abandonados a su suerte en la frontera con Argelia. Una vez más, no hay cifras fiables, pero sí la sospecha fundada de que cientos de personas han podido morir en el intento de regresar a su tierra.

¿Mafias? ¿Qué mafias?

A partir de que la inmigración a la desesperada comenzó a golpearnos, con imágenes escalofriantes de seres humanos al borde de la extinción por deshidratación e hipotermia, se ha hablado de mafias, y se sigue haciendo. Mafias que en la mentalidad occidental tienen la connotación de organizaciones estructuradas, y eso, organizadas, pero nada más lejos de la realidad.

Desde que un hombre o una mujer se pone en marcha para emigrar por mar, por tierra o por aire, se suceden una cadena de enlaces, cada uno de los cuales actúa por su cuenta. Hay quienes transportan unos kilómetros a sus “clientes”, luego hay quienes se juntan en grupos y caminan por el desierto con un guía o sin él, hasta que encuentran la siguiente “ayuda” en su éxodo y así, tramo a tramo, hasta llegar a algún enclave con puerto desde el que partirá la embarcación. En realidad, son traficantes de personas, con indiferencia hacia la vida ajena.

No se paga a una sola organización, sino que cada uno de los especialistas, realmente personas sin escrúpulos, se lleva su parte, sin rendir cuentas. Un viaje desde Senegal hasta Canarias podía costar, solo la travesía, unos 1.200 o 1.500 euros por cabeza. Hay familias que han perdido todo cuanto tenían y, además, han perdido a sus hijos y a sus hijas, tragados por la mar.

¿Es negocio? Por supuesto que sí. En 2006 tuve la oportunidad de entrevistarme en Senegal con repatriados de ese Plan África. Y también con pescadores que vendieron sus piraguas con motor fueraborda (lo que aquí llamamos cayucos) porque con esa venta obtenían de una tajada tantos o más francos cefas que en un año de pesca. “Tengo dinero para construirme una piragua nueva, y es lo que voy a hacer. No podía perder una oportunidad así. Pescar ya no es tan rentable, cada vez hay que ir más lejos porque los grandes barcos de otros países nos han dejado sin peces pero, quien sabe, si tengo la oportunidad de vender mi barca nueva, lo haré”, relataba en el puerto de Dakar Adiouma Diop, de 56 años y harto de faenar.

“Yo no soy quien les dice a quienes se marchan que lo hagan. No les conozco, ni sé quiénes son. Una tarde vinieron a mí dos personas y me ofrecieron un dinero por la piragua. Les dije que lo pensaría. A los tres días cerramos el trato y se la llevaron por el mar, hacia el norte, no sé a dónde”, añadió.

Y explicó que uno de sus sobrinos, de 14 años, hizo el viaje y al cabo de 9 días llamó desde un centro de acogida en Canarias. El convenio que firmó el Gobierno de Canarias con asociaciones y otras empresas para la acogida de menores inmigrantes le facilitó a ese chico su traslado a Málaga. Así pudo pisar el continente y tenía más cerca su meta, Francia.

Cuando la inmigración también es negocio aquí

La inmigración también ha sido negocio a este lado de la orilla, cuando en Canarias se hablaba de “avalancha” y la asistencia a unos 500 niños y adolescentes (llegaron a sumar 1.900 menores) desbordó el sistema de protección y se buscaron soluciones calificadas de urgencia.

De la noche a la mañana nació Mundo Nuevo, una empresa directamente vinculada a Coalición Canaria y revestida de ONG. Nadie ha denunciado a esta organización salvo públicamente desde las páginas de Canarias Ahora, con pruebas aportadas por ex trabajadores y educadores contratados para la atención a los menores y tras un rastreo en los registros mercantiles.

La Asociación Solidaria Mundo Nuevo fue inscrita en el Registro de Asociaciones el 24 de noviembre de 2004 como una entidad “benéfico social sin ánimo de lucro” y fue habilitada como entidad colaboradora para la atención integral a los menores a finales de 2005, pero esa habilitación no se hizo oficial mediante su publicación en el Boletín Oficial de Canarias hasta el 30 de enero de 2006.

Una semana después de su creación, la Dirección General de Protección al Menor y la Familia adjudicó sin concurso público a Mundo Nuevo la guarda y asistencia de los menores extranjeros no acompañados, tras habilitar cuatro centros de forma urgente, a los que se sumaron otros tres más en los siguientes meses. Primero fueron 52 euros por menor y día, pero esa suma aumentó a los 88 euros diarios.

El presidente de Mundo Nuevo, Juan José Domínguez Navarro, se afilió al partido en diciembre de 2002: Antonio Benítez Inglott, su mano derecha, lo hizo poco después, en enero de 2003. José Felipe Santana Rodríguez, Raúl Nieto Gómez y Francisco Rosario Galindo se afiliaron en febrero de ese año. Los cinco constituyeron la junta directiva de Mundo Nuevo y los cinco proceden de Aeromédica, que en la época de Román Rodríguez como presidente del Gobierno canario también gestionó centros para menores extranjeros, aunque el volumen de negocio era entonces sensiblemente inferior.

Lo curioso es que Mundo Nuevo nace en 2002 de un taller de chapa y pintura, STS Juncos Canarias, para la reparación de automóviles, chapa y pintura, que tenía en 2005 una cifra de negocios de 293.500 euros y que en solo dos años creció hasta la nada despreciable suma de 1.808.622 euros. Los beneficios del taller de Domínguez y sus socios (sí, los mismos que integran la junta directiva de Mundo Nuevo) pasaron de 37.046 euros en 2005 a 653.570 en 2007.

Al tiempo, Domínguez y sus cuatro mancomunados crearon también en 2005 una segunda sociedad, Iscan Transportes Sociosanitarios, con un cero en cifra de negocios y beneficios negativos: -1.682 euros. Al año siguiente les viró el viento a favor y la cifra de negocios ya era de 154.160 euros, con 20.324 euros de beneficios. En 2007, la cifra de negocios fue de 653.570 euros y los beneficios, 36.493 euros.

Su capital social inicial fue de 4.016 euros, pero en 2007 ya tenía un capital inmovilizado en vehículos de transporte sanitario por valor de 1.226.840,43 euros, además de una ampliación de capital de 2.055.875 euros, de los que 1.150.854 procedían del taller de chapa y pintura, tal y como figura en el tomo 1898, página GC-34630 del Registro Mercantil de Las Palmas de Gran Canaria.

España, a 7.000 deportaciones por año

De acuerdo con el informe de 2015 del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) y del equipo de visitas a los CIE de Pueblos Unidos:

Las expulsiones exprés, directamente desde comisaría, han supuesto en 2014 un 57,8% y han superado en número a las expulsiones desde los Centro de Internamiento de Extranjeros, que fueron un 42,2%.

En el último año se han llevado a cabo 6.462 expulsiones exprés -desde comisaria directamente y en menos de 72 horas desde la detención- frente a las 4.726 expulsiones procedentes desde los CIE.

Desde 2010 se ha deportado con la ayuda de Frontex a una media de 7.000 personas anuales, en menos de 72 horas desde la detención.

20 años de muertes en el Mediterráneo

26.12.1996: Unos 280 inmigrantes mueren en un naufragio al sur de la isla italiana de Sicilia.

07.03.2002: Más de 50 inmigrantes kurdos desaparecen en un naufragio cerca de Sicilia.

20.06.2003: 50 muertos y 159 desaparecidos al hundirse una embarcación con inmigrantes frente a Túnez.

31.03.2009: Al menos 214 emigrantes desaparecen en un naufragio en aguas libias.

14.03.2011: Mueren ahogados entre 40 y 60 inmigrantes al volcar su embarcación cuando viajaban cerca de la Costa de Túnez.

22-27.03.2011: Desaparecen dos embarcaciones en las que viajaban 335 y 160 inmigrantes que intentaban alcanzar las costas de Italia.

29-30.03.2011: El diario británico ‘The Guardian’ informa de la muerte de 61 inmigrantes en el Mediterráneo, al hacer caso omiso unidades europeas y de la OTAN de sus peticiones de socorro, en un incidente que niega la OTAN.

06.04.2011: 250 personas desaparecidas al volcar una barcaza con más de 300 inmigrantes cerca de la isla de Lampedusa.

06.05.2011: Naufraga una embarcación sobrecargada, frente a las costas de Libia, con unos 600 inmigrantes de los que solo 130 sobrevivieron.

02.06.2011: Desaparecen entre 200 y 270 emigrantes que huían del conflicto en Libia cerca de las costas de Túnez.

09.07.2012: Mueren deshidratados 54 inmigrantes que habían partido de Libia rumbo a Italia.

03.10.2013: 360 inmigrantes mueren al naufragar la barcaza en la que se dirigían a Lampedusa.

11.10.2013: 50 inmigrantes muertos al volcar una barcaza cerca de Lampedusa.

11.05.2014: Recuperados los cadáveres de al menos 40 emigrantes frente a las costas de la localidad de Al Garbuli en Libia.

2.07.2014: 75 inmigrantes desaparecidos tras el naufragio de una embarcación cerca de las costas de Italia.

24.08.2014: La Marina italiana encuentra los cadáveres de 18 inmigrantes en una lancha neumática a la deriva al sur de Lampedusa.

26.08.2014: La Marina Militar italiana encuentra 24 cadáveres de inmigrantes al sur de las costas de la isla italiana de Lampedusa.

31.08.2014: La Guardia Marítima tunecina recupera 41 cadáveres de inmigrantes ahogados en las costas de la ciudad meridional de Ben Guerdan.

5.12.2014: La Guardia Costera italiana recupera los cadáveres de 18 inmigrantes en una lancha neumática en la que viajaban otras 76 personas en el Canal de Sicilia.

11.02.2015: Al menos 300 inmigrantes mueren en los últimos días en el Canal de Sicilia, 29 de ellos por hipotermia y el resto al naufragar las barcazas en las que viajaban desde Libia.

13.04.2015: 400 inmigrantes desaparecen al naufragar su embarcación frente a las costas de Libia.

18.04.2015: Mueren entre 700 y 900 inmigrantes al volcar su barca, también frente a las costas de Libia, en la que se califica como el mayor naufragio de la inmigración clandestina en aguas del Mediterráneo.

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