Todos los días mirando al cielo

Imagen aérea de una presa grancanaria, por 'El coleccionista de imágenes'.

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —

La situación de las presas de Gran Canaria es alarmante. Los embalses se encuentran al 23% de su capacidad y muchos cultivos están notando los efectos. Si este invierno no llueve el Consejo Insular de Aguas se vería obligado a regular el suministro. Mientras tanto, los agricultores miran al cielo esperando que caigan las ansiadas lluvias.

Este otoño ha comenzado más caluroso de lo habitual. Las altas temperaturas de las últimas semanas han reforzado el temor de que en breve las presas pueden quedarse sin agua. Desde el Consejo Insular de Aguas reconocen que “la situación es para estar atentos, pero no se esperan restricciones a corto plazo”, afirma Gerardo Henríquez, gerente de dicho organismo. Pero la realidad es que el nivel de las presas mengua con rapidez. El embalse de Chira se encuentra al 27 % de su capacidad. Ayagaures al 25%. Soria al 12%. E incluso hay una, la de Fataga que está seca, al 0%.

Y las lluvias no llegan. Por eso, Gerardo Henríquez indica que si este invierno no llueve se producirán regulaciones y se adoptarán medidas. Ante este panorama, la intranquilidad reina entre los agricultores.

La Aldea, un municipio dependiente de la agricultura

Si hay una localidad que vive con preocupación este comienzo de temporada es La Aldea. La agricultura es prácticamente su único medio de subsistencia, la mayoría de sus habitantes dependen de ella, incluso los que se dedican al sector servicios la necesitan. La Aldea tiene más de 200 hectáreas cultivadas, de las que gran parte se las lleva la base de su economía, el tomate de exportación.

“Existe una total preocupación entre los agricultores”, señala el presidente de la Cooperativa agrícola de San Nicolás. Los aldeanos no tienen más remedio que ir tirando con el agua que les queda. De momento no han recibido indicaciones restrictivas aunque cada comunero tiene contabilizado un número de horas de agua para regar. El 80% de la comunidad de regantes del municipio se abastece de tres presas que ahora se encuentran en niveles muy bajos (Caidero de Las Niñas al 13%, Siberio al 38% y Parralillo al 16%). Esto no es suficiente, por lo que la mayoría de los cultivadores se ven obligados a regar también con agua desalada, lo que incrementa el coste de producción. Y esto sea quizá lo que les esté salvando. En cualquier caso, hay agricultores que son reacios a usar este tipo de agua, sobre todo los que cuentan con árboles frutales. Así, el concejal de agricultura del municipio también reconoce que la preocupación entre sus agricultores es la tónica general y espera que este invierno el cielo les dé un respiro.

En Santa Lucía, sin presa que les abastezca

“Estamos deseosos de que llueva”. Los agricultores de este municipio esperan con nerviosismo que caigan unas lluvias que salven la situación. Santa Lucía de Tirajana tiene más de 200 hectáreas cultivadas de hortalizas y tomates, aunque no depende en exclusiva de la agricultura, apenas un 5%. Pero ello no resta que haya personas que sí la tengan como su medio de subsistencia.

Domingo Alvarado, presidente de la Cooperativa de Sardina del Sur, se lamenta de la agónica realidad que están padeciendo, “si no llueve no sé qué será de la agricultura”. La única presa de Santa Lucía está seca. Para ellos esa es la mayor restricción. Durante el día las explotaciones pueden llenar sus estanques por pocas horas, de modo que se ven abocados a hacer uso del agua depurada. “A nosotros no nos gusta regar con agua depurada, es de mala calidad, no es idónea para la agricultura y encima es cara”, sentencia el presidente de la Cooperativa. En Santa Lucía, los agricultores viven todos los días mirando al cielo.

La concejala de Agricultura del municipio, Ofelia Alvarado, sabe que las plantas desalinizadoras están permitiendo la supervivencia de muchos cultivos, pero considera que es un mecanismo muy caro. “Hace falta un plan que garantice el agua y no estar a expensas de las lluvias, que muchas veces también son insuficientes”, afirma Alvarado. “Cada vez que llueve el campo respira pero hay que asegurar el oxígeno para el resto de año”.

Hace años que la agricultura dejó de ser el principal motor de la economía del municipio. En la actualidad, la mayoría de sus vecinos viven del sector servicios. Sin embargo, Ofelia recuerda que Santa Lucía nació de la agricultura y que la localidad se ha ido formando en torno a ella. “Los ciudadanos de Santa Lucía valoran la agricultura como un tema social, forma parte de su acervo cultural y muchos aspiran a tener sus propios cultivos”.

En otros municipios también hay preocupación. En Mogán no hay alarmismo pero el concejal de Agricultura recuerda que el sector primario es “el segundo motor económico del municipio”.

También en la Asociación de Jóvenes Agricultores de Gran Canaria conocen bien la intranquilidad. Hay cultivos que pueden sobrevivir gracias a las desalinizadoras, pero otros no. “Las presas están ahora mismo en una situación de prealerta; si no llueve los más afectados serían los cultivos de medianías”.

Alternativas al agua de presa

Desde el Consejo Insular de Aguas buscan calmar la situación. “Afortunadamente, la estrategia que se ha seguido provoca menos dependencia del agua de presa”. En 2013 se destinaron para uso agrícola 12 millones de metros cúbicos, de los cuales, un millón fue agua de presa. El resto procedía de agua industrial, es decir agua regenerada y desalada. Gerardo Henríquez reconoce que “el agua industrial es más cara, tiene un coste mayor, pero la ventaja es que supone una garantía para su actividad”. De hecho, frente a los 0,41 céntimos por metro cúbico que cuesta el agua de presa, están los 0,59 céntimos de agua desalada. Por su parte, el agua regenerada cuesta lo mismo que la de presa. Incluso hay una más barata, la depurada (0,25 céntimos el metrocúbico) pero es de menos calidad.

Desde la Agencia Española de Meteorología (Aemet) señalan que hasta el momento no hay indicios significativos de que este otoño/invierno vaya a ser muy diferente a otros años. Es cierto que en la primera parte de la estación, a lo largo de todo octubre, las temperaturas han sido altas, pero no se espera una temporada atípica en cuanto a precipitaciones.

Pero si este invierno no lloviera, el Consejo de Aguas llevaría a cabo una serie de regulaciones a las dotaciones de las comunidades de regantes. Se daría prioridad a los árboles frutales. Se establecerían consumos mínimos y se limitarían los suministros de agua de presa a las zonas más altas y las zonas bajas regarían con agua depurada. “Esto pasaría si hubiera un invierno totalmente seco”, declara Gerardo Henríquez.

En el Cabildo no han recibido de momento instrucciones para realizar restricciones. Ni tampoco han recogido la preocupación de los agricultores. Sin embargo, en el Consejo sí que tienen conocimiento de la inquietud de los vecinos de La Aldea, “cada vez que bajan los niveles de las presas ellos nos expresan su preocupación”. “No se van a quedar sin agua porque pueden tirar de las desaladoras, pero ésta es más cara”, afirma Henríquez.

Las ligeras lluvias de esta segunda semana de noviembre tampoco han supuesto una tregua para las zonas más afectadas. Las precipitaciones cayeron en su mayoría en el norte como en Valleseco, Teror, Vega de San Mateo y Tejeda.

El invierno pasado se registraron lluvias superiores a la media. Sin embargo, la mayoría cayeron en la vertiente norte y no en los barrancos del sur, que son los que surten de agua a los embalses. Si a ello se suman las altas temperaturas se explica el estado actual de las presas de Gran Canaria. Por eso, solo queda “cruzar los dedos para que llueva”, se lamentan los agricultores.

Las presas en Gran Canaria

Gran Canaria es la región del mundo con mayor densidad de grandes presas, hay una cada 25 kilómetros cuadrados. En total hay 69 grandes presas que están gestionadas por el Consejo Insular de Aguas. La realidad es que abastecen solo el 10% de la demanda de agua, aunque en algunas zonas, como La Aldea, dependen únicamente de ellas. La mayoría se encuentran en la vertiente sur debido a la baja permeabilidad del terreno, lo que dificulta la filtración de agua y beneficia la existencia de embalses.

La presa más grande de la isla es la de Soria que tiene una capacidad de más de 32.000.000 de metros cúbicos. Nunca ha rebosado y solo se ha llenado hasta la mitad de su capacidad.

Le sigue Chira con una capacidad de 4.030.000 de metros cúbicos, Ayagaures, con 1.700.000 de metros cúbicos, Gambuesa, Candelaria, Fataga…

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