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El hotel de ensueño de un joven arquitecto canario

Rincón del Alila Seminyak beach bar. (Cedida a Canarias Ahora)

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran Canaria —

Un hotel de Bali (Indonesia) diseñado y construido hace un año por el joven arquitecto canario Alejandro Morán se ha clasificado entre los doce finalistas del concurso internacional de arquitectura de Berlín, uno de los más reconocidos mundialmente. Solo media docena de edificios han participado en la fase final del concurso, de más de 4.000 presentados en todo el mundo, “por lo que para nosotros esto ya es un premio. Quedar finalista es ya el premio. Ya hemos ganado”.

Alejandro Morán Hurtado, nacido en Las Palmas de Gran Canaria hace 36 años, inauguró el 1 de octubre de 2015, como diseñador jefe, un hotel en Bali después de pasar los últimos cinco años en Singapur. Decidió dar el salto geográfico y profesional debido a la crisis que hizo especial mella en el sector de la construcción en España en general y en Canarias en particular.

Su equipo de estudio arquitectónico es finalista para los premios WAF de Berlín de este año 2016. En su caso bajo la categoría de Hotels & Leisure (hoteles tranquilos de esparcimiento, ocio y tiempo libre). El estudio de arquitectura es URBnarc y el hotel seleccionado se llama Alila Seminayk, ubicado en Bali. Entre los seleccionados también hay otro canario, el tinerfeño Fernando (Martín) Menis, hermano del que fuera presidente del Gobierno de Canarias Adán Martín, por un auditorio construido en Polonia. “En Canarias hay un buen nivel de arquitectura y eso es bueno que se reconozca en el mundo”, dice Alejandro.

Tras trabajar unos años en la isla, justo después de acabar la carrera, dio el salto a Asia, donde demostró con creces que los jóvenes arquitectos formados en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria tienen cualificación para competir sin complejos en cualquier parte del mundo.

El estudio para el que trabaja Morán en Singapur acaba de abrir una oficina en Las Palmas de Gran Canaria para hacer proyectos internacionales. “Estamos trabajando con una torre de viviendas en Ho Chi Minh, en Vietnam, que es brutal. Estamos muy contentos porque ahora mismo sale a la venta. Nos presentamos a ese proyecto, lo ganamos y lo estamos llevando aquí con un equipo de cuatro personas desde Las Palmas”.

Alila Seminyak es el hotel de lujo cinco estrellas, en Bali, en el que Morán trabajó como lead designer (diseñador principal) y en el que se invirtieron 40 millones de dólares. El hotel cuenta con 250 habitaciones, incluyendo un ático de 800 metros cuadrados con piscina propia. El edificio, inaugurado en octubre del año pasado, tiene 40.000 metros cuadrados construidos y no más de cuatro plantas ya que se encuentra en una zona muy cercana al mar y con limitaciones normativas de altura.

Alejandro Morán (socio del estudio de arquitectura) y Gaurang Khemka (fundador y director) quedaron satisfechos en el Arena Berlín. “Conseguí convencerlo hace medio año para montar un equipito aquí y trabajar en proyectos internacionales. La tecnología lo hace posible. La realidad es que está funcionando y ahora mismo estamos a tope con un edificio de 17 plantas en Ho Chi Minh, con 45 dúplex de lujo en altura cada uno con piscina y jardín que Somkinland, los promotores vietnamitas, esperan poder empezar a construir en marzo”.

El estudio de diseño URBNarc que hizo el hotel está liderado por Gaurang Khemka. Morán ha sido durante el trabajo, cuyo diseño comenzó en septiembre de 2010, la mano derecha del jefe, su principal arquitecto. El edificio del hotel Alila Seminyak ha ganado tres premios internacionales en el International Property Awards for Architecture & Design y ha obtenido el certificado EarthCheck en Building Planning and Design Standards.

Este estudio arquitectónico está empezando a mover la posibilidad de traer a Canarias la cadena hotelera Alila. “Los dueños mostraron bastante interés la última vez que estuve por Singapur en el mes de septiembre”.

Con URBNarc también participó en La India en otros proyectos de torres residenciales, en Mumbai, y hoteles en Goa, que aún no se han materializado. El último de los cinco años que estuvo en Singapur trabajó en Aedas, una de las cinco empresas de arquitectura más grandes del mundo.

Alejandro Morán estuvo desarrollando un diseño para 2.100 viviendas en Gurgaon (India), “pero el proyecto principal que llevé a lo largo de este año fue un mixed use development”, un complejo urbano en Colombo, capital de Sri Lanka, cuyo nombre comercial es Colombo City Centre, la inversión es de 150 millones de dólares y cuenta con 100.000 metros cuadrados construidos.

Este complejo urbanístico cuenta con tres usos: centro comercial, hotel urbano con 200 habitaciones de la cadena hotelera Next y 178 viviendas de lujo. El hotel y las viviendas están agrupados en una torre de 55 plantas.

Alejandro es hijo de Manuel Morán, ingeniero industrial y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. El joven arquitecto estudió la carrera en la ULPGC, donde obtuvo una beca que le permitió estar un mes en Los Ángeles con un profesor de la escuela de Las Palmas. Tuvo también la posibilidad de salir a Italia gracias a algún concurso al que se presentó y logró un segundo premio a través de una beca universitaria.

Terminó la carrera en 2005 y a partir de ahí empezó a trabajar. “Me quedé en la isla hasta 2009, donde estuve trabajando en dos estudios, con un chico catalán y una chica de aquí, y también en el estudio de Casariego-Guerra”. Casariego, fallecido en enero de este año, era catedrático de la asignatura de Urbanismo en la Universidad de Las Palmas.

La crisis se estaba iniciando en 2008 y empezaba a notarse. “Yo tenía trabajo y me habían encargado dos proyectos personales que salieron pero se quedaron en proyectos básicos, y por la crisis se pararon. Era un promotor hindú que tenía al lado del Santa Catalina un edificio muy antiguo que era patrimonio histórico y la idea era rehabilitarlo y construir cuatro viviendas chiquititas y reformar toda la tienda. Fue un proyecto que me encargaron personalmente pero se paró por la crisis”.

Morán continuó colaborando con Casariego y seguía con el gusanillo. No lo veía muy claro todo y le apetecía probar cosas nuevas. A través de Carlos Cabrera, arquitecto también que estudió en Las Palmas aunque terminó en Barcelona, hizo un máster en Harvard y mediante una conexión con él se fue a Singapur primero. “Yo tenía dos amigos en Singapur y en Amberes. Hablé con los dos y al final me decidí por Singapur porque en Amberes la crisis estaba empezando también”.

Su amigo Carlos Cabrera le dijo que se fuera para allá ya, que tenía una habitación gratis un mes y que podía probar suerte. “Tuve una entrevista con su jefe pero no salió porque no había entrado el proyecto que tenía que entrar. Empecé a hablar con gente de la profesión y me hicieron una oferta a las dos o tres semanas de estar por allí”.

Como había crisis, sobre todo en el sector del ladrillo, no se estaba contratando a mucha gente. “Pero como salía una compañera española del estudio, necesitaban a alguien para ocupar ese puesto y me contrataron. Vieron mi currículo y comprobaron que me defendía más o menos bien en inglés a nivel profesional explicando el currículo. Empecé a trabajar con ellos durante un año y al cabo de ese tiempo fue cuando el exjefe de mi amigo le mandó un mail con un proyecto interesante en Dubai y en Abu Dhabi”.

Aunque en principio parecía un buen proyecto, a Alejandro no le convencía el estudio. “Hablé con Gaurang Khemka, un pibito de la India que se terminó nacionalizando en Singapur y que montó el estudio URBNarc. Le empezó a entrar un proyecto y me dijo que si me quería unir. A los tres o cuatro meses me encargaron el proyecto en Bali, un hotel de lujo. Nos invitó a Bali a las nueve personas que trabajábamos en el estudio. Allí empezó un poco toda la historia de trabajar en este hotel y de haber participado en el proyecto desde el principio”.

Cuando empezó con él eran solo cuatro personas en el estudio pero se convirtieron en nueve en tres o cuatro meses porque no solo estaba el proyecto de Bali sino otro importante en la India, en Bombay. El hotel de Bali se inauguró el 1 de octubre de 2015 y es el hotel de cinco estrellas de referencia ahora allí porque se levantó en la única parcela que quedaba de una de las mejores zonas, al lado del mejor beach club de Seminyak.

Fue un trabajo costoso que les llevó mucho tiempo. En el estudio había gente de varias nacionalidades. “El director era hindú nacionalizado singapurense, la chica bussines manager nació en Singapur aunque tenía procedencia hindú, luego había una chica de Hong Kong que trabajaba en diseño de interiores, otro chico de China, otro de Singapur, otro de Hong Kong criado en Londres, otro holandés, otro italiano, una chica de Indonesia por el proyecto y un chico de Filipinas criado en Estados Unidos, el que trabajaba de arquitecto técnico al lado mío”.

Morán fue el que diseñó el proyecto del hotel, el que tomaba la decisiones con la supervisión del director, siempre al lado de él en todo el proceso y la construcción del edificio. “La realidad es que yo tampoco tenía mucha experiencia en construcción y el director tampoco. Por eso se contrató al filipino. Yo era la mano derecha del director y de hecho íbamos a las reuniones cada semana de Singapur a Bali. El proceso del proyecto del diseño duró casi año y medio. Fue muy laborioso”.

Dice que no le costó mucho adaptarse a ese mundo asiático, tan exótico para los occidentales. “En realidad sí y no. Es que en ese mundo casi todos vienen de fuera. La población es mitad de Singapur y la otra extranjera. Son cinco millones y pico, una ciudad-Estado. Están muy abiertos al mundo, a la gente. Es como una burbujita occidental en Asia por ese ambiente. Pero es verdad que si no controlas mucho el idioma al principio cuesta”.

Esa es prácticamente la única queja que Alejandro tiene de la formación universitaria en Las Palmas. “A menos que hayas estado aquí en una escuela bilingüe, el inglés que nos dan no tiene un nivel profesional bueno. Aquí solo dábamos dos o tres horas de inglés a la semana. Sirve para tener una base para salir del paso pero tienes que saber que te va a costar, sobre todo si vas a empezar a trabajar y todo se hace en inglés”.

Luego estuvo en un estudio mucho más grande llevando proyectos en Sri Lanka, en Malasia, en Australia, en Singapur. “Nos reuníamos y nos comunicábamos a través de videoconferencias”. Ha estado cinco años fuera y regresó a final del verano de 2014 para tomarse un descanso y ver qué quería hacer.

Como le apetecía quedarse en la isla, se otorgó un año sabático y ahora ha retomado el trabajo a distancia con el mismo estudio de Singapur en el que se inició. Sabe que puede regresar a Singapur pero por ahora se siente a gusto en su tierra porque con las nuevas tecnologías se puede trabajar desde aquí, aunque esté en el otro extremo del mundo. Le encanta el surf, es su deporte favorito, y encima lo puede practicar en Canarias.

Estos cinco años pasados los ha vivido en Singapur, aunque haciendo proyectos en todas partes del mundo, sobre todo el hotel de Bali, en Indonesia. “Ha sido el único proyecto real que se ha construido, los otros eran anteproyectos que aún no se han materializado. El proyecto de Sri Lanka era muy importante. Estamos hablando de 100.000 metros cuadrados, en Colombo, en una zona de crecimiento. Era una mezcla de uso: centro comercial, hotel urbano y viviendas de lujo. Eran mas de cincuenta plantas”.

En ese proyecto estuvo trabajando el último año antes de regresar a Gran Canaria. “Son empresas muy grandes en las que tú inicias el proyecto pero luego lo continúan los arquitectos locales. Hicimos el comienzo, lo pusimos todo en orden y para adelante. No se sabe si se va a construir porque el cliente y los promotores creían que iba a costar mucho menos y la realidad es que no: de 110 millones de dólares se pasó a 160. Ahora están estudiándolo”.

En 2009 decidió dar el salto geográfico y profesional a Asia debido a la profunda crisis del ladrillo en Canarias y España

El hotel de Bali es distinto, más pequeño y más coqueto: costó 40 millones de dólares. Tiene 240 habitaciones y 40.000 metros cuadrados. “Es un hotel de lujo con unos acabados impresionantes, piedra natural, madera natural y maciza de bosques indonesios. Se usaron materiales locales, si no de Bali sí al menos de Indonesia. El hotel tiene cuatro plantas porque la altura máxima permitida es quince metros, la altura de la palmera. Las habitaciones tienen todas vistas al mar ya que está a pocos metros de la playa. Las vistas al Índico son espectaculares”.

Los inversores son de Indonesia. “Uno de los máximos accionistas de la cadena hotelera es de Indonesia, también hay un australiano. Entre los accionistas estaban doce de los indonesios más ricos del país. Es una parcela a pie de playa. Este es el quinto hotel de esta cadena en Bali”.

Alejandro asegura que los titulados en arquitectura de la ULPGC tienen muy buen nivel, equiparable a los de otros países europeos. “Yo me fui de Singapur por un amigo y ahora hay otro que se fue por mí: el que se fue a Amberes cuando yo me fui a Singapur. Allí hay mucho dinamismo, mucho movimiento”.

“Tuvimos suerte porque formamos un buen grupo en la escuela, salimos muy bien preparados. El único hándicap puede ser el inglés. Por lo demás estamos muy cualificados, a veces superior a algunos de allí. Los que estudiamos aquí lo hicimos por el plan viejo, que era como estudiar tres carreras juntas: arquitectura, urbanismo y la ingeniería del calculista de estructuras. Estudiamos tres carreras en una, pero allí están separados todos estos estudios”.

En Singapur ejercía la función de diseñar, controlar y coordinar el trabajo de todos en el estudio. “Es la salida más interesante cuando estás fuera, es una función muy bien valorada. Nosotros sabemos proyectar y allí con 29 años ya hacía esa función. El proyecto que hice en Sri Lanka fue con la sexta empresa de arquitectura del mundo, en la que trabajan más de un millar de arquitectos. Yo hacía las visitas de obras”.

Morán está muy orgulloso del trabajo y del aprendizaje en los cinco años vividos en Asia. “Ha sito tan bestial la experiencia de cinco años a todo tren en Singapur que el cuerpo ya me pedía parar y tomarme un descanso. Mi cerebro estaba siempre acelerado. Allí tenía vida social y viajaba. Durante la semana se trabajaba muy intensamente y luego siempre había tiempo para el descanso. Yo pagaba por mi habitación mil euros. Allí todo el mundo comparte piso”.

"Los alumnos que hemos estudiado en la ULPGC tenemos una cualificación tan buena o más que otros arquitectos del mundo"

Lo que más echaba de menos era la familia y los amigos de toda la vida. “Se echa mucho de menos y por supuesto también el clima y el mar. Yo tengo una conexión brutal con el mar. Si en Bali no hubiese habido mar no sé si habría aguantado tanto. Parecía que lo lógico era que hiciera ingeniería porque mi padre es ingeniero industrial y da clase en Teleco e Ingeniería Industrial, pero en segundo o tercero de BUP me dio por el dibujo y tuvimos la suerte que nos dio dibujo técnico un profesor de la Escuela de Arquitectura, Juan José Carballo, que desgraciadamente falleció”.

A través de este profesor un grupo de amigos fueron a ver la Escuela de Arquitectura de la ULPGC cuando cursaban el COU. “Nos llevó el profesor Carballo y al final hubo una sinergia y nos metimos todos en arquitectura. Éramos una piña muy ilusionada”, concluye Alejandro Morán.

Ahora él y todo su equipo, tanto en Singapur como en Las Palmas, están esperando el fallo del jurado en Berlín a ver si el hotel diseñado por él hace un año en Bali obtiene el prestigioso reconocimiento del concurso. Sin embargo, para él el premio de estar entre los doce finalistas, de entre más de 4.000 proyectos presentados en todo el mundo, es ya suficiente. No necesita más. Ese es el verdadero premio para él.

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