Condenado por ofrecer depósitos falsos al 10% de interés

Un empresario del sur de Tenerife ha sido condenado a cuatro años y un mes de cárcel y a pagar casi 200.000 euros a un grupo de estafados a los que ofreció un interés del 10% en sus depósitos que, según aseguraba, estaban avalados por una conocidad entidad bancaria española.

Este empresario constituyó en el año 1996 una compañía llamada Raiffeisen Sparkasse SL, cuyo nombre coincide con el de un banco muy conocido en Suiza, Alemania y Austria. Poco después publicó anuncios en un periódico alemán de gran tirada asegurando que ofrecía elevados tipos de interés. A continuación el empresario de origen austriaco pero afincado desde hacía años en el sur de Tenerife organizó una fiesta en el centro comercial Radazul con el fin de captar clientes y repartió folletos en los que explicaba que su empresa estaba respaldada por La Caixa, con el fin de despejar dudas sobre la solvencia de su oferta.

Sin embargo, tal y como sentenció en primera instancia un Juzgado de Granadilla de Abona y ha ratificado ahora el Tribunal Supremo (TS), “dicha sociedad nada tenía que ver con el banco alemán ni con la caja de ahorros española y era todo un montaje para lograr apropiarse del dinero de los impositores de buena fe quienes confiaron en la solvencia de la entidad y en la seriedad del acusado”.

De esta manera uno de los denunciantes, hoy fallecido, hizo una transferencia por valor de 500.000 marcos equivalentes a 72.000 euros. Incluso para dar más credibilidad a la operación el empresario citó al inversor en una entidad bancaria y le dio una libreta que simulaba ser la del banco europeo.

Otro de los estafados le entregó 42.000 euros a través de una sucursal de La Caixa en Los Majuelos. Dado que al principio fue recibiendo los intereses acordados decidió ingresar otros 15.000 euros más aunque luego perdió confianza en este empresario y le exigió que le devolviera todo el dinero, lo que al final no ocurrió.

Otro de los incautos, hoy también fallecido, depositó 30.000 euros que en principio iba a destinar a una inversión inmobiliaria. Sin embargo, el acusado le convenció para que ingresara ese dinero en sus cuentas con el fin de recibir los elevados intereses pero lo cierto es que nunca lo devolvió. Al final la estafa por la que ha sido condenado asciende a cerca de 175.000 euros que deberá pagar con intereses lo que podría sumar unos 200.000 euros. Pero además en el año 1994 se había apropiado también de 72.000 euros que le entregó un matrimonio y que iban destinados a la compra de un apartamento en el sur de Tenerife.

El empresario alegó sin éxito que nunca actuó con la voluntad de llevar a cabo estafa alguna y además subrayó que la entidad de la que era socio se llamaba Raiffeisen Sparkasse SL mientras que el banco europeo se denomina Raiffeisen Investment SL, con lo cual no suplantó su nombre.

Pidió también que se analizara si los delitos ya habían prescrito al haber transcurrido 17 años. Por el contrario el Supremo sentencia que efectivamente en la relación de los hechos se recogen “todos los elementos que caracterizan el delito de estafa en cuanto que ha existido un engaño precedente o concurrente que fue bastante para conseguir que se le entregaran determinadas cantidades de dinero en una aparente ventajosa inversión que no pensaba cumplir. Además se ofrecían garantías inexistentes provocando error esencial en los inversionistas que le entregaron el dinero que se había convenido que el acusado hizo suyo tal y como se ha probado en con un evidente ánimo de lucro”.

Durante el proceso judicial se indica que el empresario se ganaba la confianza de los estafados al presentarse como un conocedor de los entresijos del sector inmobiliario y que hablaba con fluidez el español y el alemán ya que era de nacionalidad austriaca aunque llevaba varios años residiendo en Tenerife.

Pero además se demostró que no sólo falsificaba la firma de sus clientes para realizar transferencias de una cuenta a otra sino también los documentos con el nombre de las entidades financieras. “Todo ello era un artificio para dar una falsa apariencia de seriedad y engañar a los potenciales clientes, fundamentalmente de habla alemana”, se indica por último en el fallo judicial.

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