La portada de mañana
Acceder
La confesión de la pareja de Ayuso desmonta las mentiras de la Comunidad de Madrid
El plan del Gobierno para indemnizar a las víctimas de abusos agita la Iglesia
Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Confinados en Europa y con el corazón en casa: “No es justo volver, pondríamos en riesgo a mucha gente”

Sara leyendo en su habitación.

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

1

Más de 3.600 kilómetros separan a Kevin de la isla que lo vio nacer, crecer y marcharse en busca de una oportunidad laboral, Gran Canaria. Se encuentra confinado en el país en el que reside y trabaja, en el corazón de Europa, Luxemburgo. Desde allí ve cómo se aplican las medidas en España para combatir al COVID-19 y acabar con la enorme crisis sanitaria que asola al mundo entero. Sara está en Londres y siempre tuvo claro cuál sería el desenlace de la decisión del primer ministro británico, Boris Johnson, de anteponer la economía al confinamiento: miles de personas contagiadas, entre las que se encuentra el mismo líder conservador. A solo 194 kilómetros de la capital del Reino Unido está Adrián, en la ciudad de Leeds. Cree que lo mejor en estos momentos es ser fuertes y esperar a que todo pase, está tranquilo, aunque reconoce que tiene miedo por estar lejos de su familia y amigos. 

Adrián y Sara detallan que en Inglaterra las medidas son similares a España, solo se permiten desplazamientos esenciales, al supermercado, médicos y a la farmacia. La diferencia es que allí se puede hacer una hora de deporte al día al aire libre, pero “nunca” en grupo y “siempre” se tienen que respetar las distancias. Ambos coinciden en que las medidas se aplicaron tarde y eso fue lo que provocó un alto número de contagios. “Esto no era una broma, quizás con medidas más fuertes desde un principio ya hubiésemos pasado lo peor”, considera Adrián. Los jóvenes cuentan que entre los británicos ya se empieza a hablar de que el confinamiento pueda alargarse hasta tres meses. Si bien es cierto, aseguran que la gente se lo está tomando en serio y está en sus casas. 

En Luxemburgo la situación es muy parecida. No se puede ir a parques ni a sitios de recreo como un bar, pero sí te permiten dar paseos y hacer deporte por lugares poco transitados. Kevin vive cerca de una ruta de bicis y por las tardes aprovecha para hacer un poco de deporte con su pareja. “Puedes salir con la gente que vives, lo que no puedes hacer es quedar con gente de fuera de tu entorno de convivencia”, explica. 

No obstante, cree que llevar el confinamiento en ese país es más fácil que en las Islas, ya que no hay tanta población. “Es más grande que Tenerife y tiene menos habitantes que Gran Canaria -602.005 en 2018-, no está masificado por lo que es más fácil guardar distancias”. En ciudades como Madrid, donde residió mientras estudiaba la carrera universitaria, siempre se encontraba gente en el ascensor, en las escaleras… En Luxemburgo los edificios son de dos o tres plantas y la mayoría son casas unifamiliares, “es como un pueblo”, relata. Además, asegura que debido a las condiciones climatológicas del país la gente está más acostumbrada a hacer vida dentro de las casas. “Aquí hay pocos días con buen tiempo, quizás por eso no supuso un cambio tan radical”.

Este grancanario confinado en el centro de Europa estudió Ingeniería Aeronáutica en Madrid. Aunque se considera aldeano tiene el corazón dividido entre el pueblo del que procede su familia y que lo vio nacer, La Aldea de San Nicolás, y el lugar donde creció y estudió hasta que fue a la universidad, Arguineguín, en el municipio de Mogán. Desde hace algo más de cuatro años reside en Luxemburgo junto a su pareja, se marchó “como muchos ingenieros” en busca de una oportunidad laboral con unas buenas condiciones. 

Trabaja en una empresa que fabrica neumáticos y aunque su departamento es el de diseño y gestión, una tarea que puede hacer desde casa teletrabajando, empieza a notar las consecuencias de esta crisis sanitaria. “Estamos trabajando las mismas horas, pero puede que comiencen a reducir la jornada, habrá convenios para que una parte la pague la empresa y otra el Estado”, afirma. Su confinamiento lo hace trabajando desde casa y aprovechando el tiempo libre para hacer deporte, descansar y ver series. 

Sara lo tiene más difícil. Se pasa el día “encerrada” en una habitación de cinco metros cuadrados. Se entretiene haciendo videollamadas con su familia, con su novio -le tocó hacer la cuarentena separada de él- y con sus amigos, además de leyendo, viendo series, películas, haciendo ejercicio en el poco espacio que tiene e intenta ir a la calle lo menos posible, cada semana o semana y media, para evitar los contagios. Para salir al baño o a la cocina usa medidas de protección, se encuentra bien, pero vive con una persona de mediana de edad que tiene problemas pulmonares y prefiere evitar cualquier contacto. “Es un poco difícil, pero es lo que tenemos que hacer”. 

Natural de La Aldea de San Nicolás, decidió hacer las maletas y embarcarse en esta aventura hace siete meses, a principios de octubre del año pasado. Su objetivo es aprender inglés y vivir la experiencia. Estudió Enfermería en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), luego se formó como higienista dental, a lo que se dedicaba antes de irse a Londres. Con ganas de salir de su zona de confort y dejar de lado su rutina, se fue a la capital de Reino Unido donde va a clases de inglés dos horas cada día, de lunes a viernes, y trabaja otras seis limpiando oficinas. “Pedí una excedencia en mi trabajo y me vine, si no lo hacía ahora no lo iba a hacer nunca”, reflexiona. 

Con el mismo convencimiento partió Adrián desde su Teror natal hace más de cuatro años. “Quería cambiar de aires, aprender inglés, buscar un trabajo justo y bien pagado, además de vivir la experiencia”, manifiesta. Estudió Ingeniería Naval en la ULPGC, pero en Leeds se dedica al sector de la hostelería. En estos momentos no está trabajando, se encuentra en casa y va a cobrar el 80% de su salario. “Las hipotecas y las facturas de luz y gas se han paralizado por tres meses. En mi casa hemos hablado con el casero y pagaremos lo que podamos”, explica, refiriéndose a él y a sus compañeros de piso. “Ha sido muy honesto y nos ha dicho que no puede dejarnos en la calle, primero la comida y después la casa, en caso que no podamos, pagaremos un poco más en las mensualidades cuando se vuelva a la normalidad”. 

Se encuentra tranquilo, evita salir de casa y cuando lo hace toma las medidas necesarias. Pasa los días leyendo, jugando, escuchando música o viendo series. Desde la ciudad inglesa ve la situación “muy mal” en España, ya no solo por la crisis sanitaria sino por las consecuencias posteriores derivadas de ella. 

Estos tres grancanarios confinados en distintos lugares de Europa creen que lo mejor es permanecer en sus lugares de residencia para evitar riesgos. “Si me voy tendría que ir a un aeropuerto donde habrá gente, volar cuatro horas con más personas y el problema sería contagiar a familiares y amigos al regresar”, afirma Adrián. “No es justo, pondríamos en riesgo a mucha gente. Aquí hemos sido sensatos y nos hemos quedado aunque nos duela estar tan lejos de nuestros seres queridos”, lamenta. 

De la misma forma opina Sara, reconoce que su familia le ha pedido insistentemente que vuelva a casa. De hecho tenía un pasaje para venir en marzo con motivo de su cumpleaños pero con el decreto de estado de alarma decidió quedarse en Londres. “Perdí el dinero, pero pienso que es un error que la gente se esté moviendo de un sitio a otro a menos que sea inevitable, si no de nada sirve la cuarentena”, considera. 

Kevin también tiene claro que no es el momento de regresar. En su caso sería más complicado ya que teletrabaja y no podría hacerlo desde  otro país. “La gente que trabaja tiene que seguir haciéndolo en el país que paga sus impuestos”, aclara. Pensaba volver a Canarias en junio para visitar a su familia y amigos, pero tendrá que aplazar sus vacaciones. “Las pospondré para septiembre y me podré quedar dos semanas, espero que se celebren las fiestas de El Charco”, bromea.

Etiquetas
stats