La resignación se adueña de Cruz de Piedra ante la desidia institucional

Dos vecinos de Cruz Piedra en la protesta del 21 de mayo de 2013 ante el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

“Voy a mirar lo de los papeles”. Ulises Ramos se excusa y se ausenta unos minutos del local de la asociación de vecinos 30 de mayo del polígono de Cruz de Piedra. Va a hablar con la trabajadora social para ver el estado de la solicitud que cursó a principios de febrero al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para recibir una ayuda de emergencia social. Cuando regresa, su rostro refleja desesperanza. “Ya han pasado casi tres meses y siguen sin reponderme. ¿Y sabes por cuánto? Por 300 euros para todo un año. ¿A eso se le puede llamar ayuda de emergencia?”, se pregunta este ciudadano de 45 años, residente en uno de los barrios de la capital grancanaria más castigados por la crisis.

Ulises Ramos se quedó en el paro hace más de cuatro años, aunque ha conseguido trabajos ocasionales a lo largo de este periodo. Tiene tres hijos, dos de ellos con su actual pareja, que además tiene otros dos de una relación anterior. La asociación de vecinos le ayudó a hacer pequeñas reformas en el piso en el que vive, pero no dispone de agua ni luz. Su familia duerme en colchones sobre un piso sin baldosas. “Ahora tengo que pagar la matrícula de mi hijo y no puedo. Dependo de mi madre y de mi suegra y escapo gracias a la asociación”, dice.

Megáfono en mano, Ulises fue una de las voces más combativas en la protesta que realizaron los vecinos de Cruz de Piedra y otros barrios de Las Palmas de Gran Canaria ante el Ayuntamiento el 21 de mayo de 2013. Entonces reclamaban que se agilizaran las ayudas de emergencia social, que se demoraban hasta seis meses. “Queremos trabajar y no mendigar”, rezaban las pancartas.

Casi un año después, la situación no ha cambiado. “Las protestas no sirvieron de nada, seguimos pasando calamidades”, sentencia Ulises. “Lo peor es que la gente ya no está por la lucha, está por escapar. Cuando fallezcan las personas mayores, que son las que están soportando el peso de las familias, veremos lo que pasa”, tercia Francisco Juan Pérez, de 59 años, que está desempleado desde el año pasado tras haber cotizado los anteriores 43.

La asociación de vecinos 30 de mayo presentó en 2013 un proyecto para rehabilitar el barrio que pretendía dar trabajo a unas 400 personas de Cruz de Piedra durante un periodo de 30 meses, con contratos trimestrales. El presupuesto inicial era de 3,8 millones de euros, aunque posteriormente se incrementó hasta cerca de los cuatro millones al incluir en el mismo trabajos de fontanería. Días después de la protesta ante las puertas de las oficinas municipales, el pleno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria aprobaba una moción para pedir al Gobierno regional -propietario de las viviendas- la rehabilitación de los edificios.

Desde entonces, a pesar de las visitas de varios representantes políticos y de las declaraciones de intenciones, la única certeza que tienen los vecinos es que las viviendas siguen igual y la tasa de paro - calculada en más del 60%- no ha descendido.

La plataforma vecinal presentó la propuesta en la Consejería de Empleo del Gobierno regional a finales de julio. En septiembre solicitó por escrito a este departamento una reunión para intentar impulsar el plan, que en principio fue planteado en la modalidad de escuela taller (que combina formación y empleo), de competencia municipal . La iniciativa pretendía involucrar a tres instituciones -Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Caria y Gobierno de Canarias-. Hasta la fecha, no ha habido respuesta.

“La pelota parece que está ahora en el tejado de la Consejería de Vivienda. Siguen pasándosela unos a otros”, denuncia Francisco Juan Pérez, que recuerda que el Ejecutivo regional tiene una “deuda histórica” con los vecinos de Cruz de Piedra, con quienes se comprometió hace décadas a restaurar las viviendas. “Llevamos 41 años aquí y no ha habido ningún tipo de mantenimiento”, asegura. Según este representante de la asociación 30 de mayo, en los últimos tiempos ha habido conversaciones informales con algunos altos cargos del Ejecutivo que arrojan algo de luz. “Espero que nadie la sople”, comenta con ironía.

Para Ulises Ramos, el plan de empleo proyectado por los vecinos “habría matado el hambre de mucha gente” en el polígono de Cruz de Piedra. “Hay muchos en mi situación y también peor, yo al menos tengo un plato de comida gracias a mi madre y mi suegra. Pero aquí hay mucho conformismo, la gente ya no lucha”, afirma Ulises.

Alexis Santana, otro vecino de la zona, también cree que el barrio se ha resignado ante la desidia institucional. “Están cansados, hartos de que no se cumpla con lo prometido. Nosotros solo les transmitimos lo que nos dicen, pero la gente no nos cree y las instituciones nos torean. Están hartos de escucharnos”, sostiene. “Es un pueblo con miedo, no se quiere enfrentar”, concluye Francisco Juan Pérez, quien considera que se ha “demonizado” a Cruz de Piedra. “Este es un barrio de trabajadores, no es un barrio de gandúles. De aquí han salido médicos y maestros, pero siempre se le asocia con la venta de drogas”, asevera.

Quejas por el reparto del banco de alimentos

La creación de un banco de alimentos para paliar las necesidades de las familias más necesitadas del barrio fue otra de las iniciativas que nació en la asociación de vecinos 30 de mayo. Sin embargo, ya han aparecido problemas y las primeras quejas por el reparto que están realizando los voluntarios que se han hecho cargo del puesto. “Se están quedando con parte del reparto, no está llegando a las familias todo lo que viene en los camiones del Banco de Alimentos”, denuncian los representantes de la plataforma vecinal, que aseguran que los productos de mayor valor, como el aceite, no están siendo distribuidos y que no se están teniendo en cuenta las necesidades de los vecinos. “Están repartiendo chocolatinas y azúcar a personas que son diabéticas”, señala, a modo de ejemplo, Francisco Juan Pérez.

La asociación también ha intentado dinamizar la actividad de Cruz de Piedra con varios talleres y ponencias para desarrollar habilidades sociales, solventar problemas domésticos o prevenir la violencia de género. “El problema es la poca participación, no vienen, se han acostumbrado a vivir así”, afirma Alexis Pérez, quien también presentó un proyecto sobre artes plásticas que pretendía “embellecer el barrio y generar inquietud entre los jóvenes”, en colaboración con los centros educativos. Tampoco en esa ocasión hubo apoyo institucional.

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