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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Misión: buscar a desaparecidos

Miran fijamente a los ojos del guía y acatan sus órdenes sin dudar. Son listos, ágiles, disciplinados y cariñosos. Kenia, Chuli, Chona, Hugo, Vela, Sacha, Tara y Tosco no son unos perros cualesquiera. Han sido entrenados para una misión especial: intervenir en la búsqueda de personas desaparecidas. La Palma cuenta con una Unidad Canina de Rescate y Emergencia (UCRE) que ofrece sus servicios de forma altruista. Fue creada en el año 2010 como organización no gubernamental.

El amor a los animales y la vocación de servicio es lo único que mueve a los miembros de la UCRE. Esta encomiable labor de voluntariado “nos cuesta dinero”, asegura Camilo Matos Capote, presidente del colectivo, un hombre al que le apasionan tanto los perros como prestar apoyo a los demás. “Estuvimos unos meses integrados en Ayuda en Emergencia Anaga (AEA), pero como esta organización es de Tenerife, vimos la necesidad de crear nosotros una en La Palma”, explica entre ladridos y polvareda en el área de entrenamiento que posee la UCRE en Breña Alta. “Pretendíamos que lo que invirtieran las empresas privadas y los organismos públicos redundara en una unidad exclusivamente palmera, aunque sin ánimo de impulsar insularismos”, aclara.

Los miembros humanos de la Asociación Canina de Rescate y Emergencia de La Palma son, además de Camilo Matos, Roberto Vargas, que ocupa el cargo de vicepresidente, Jonás Armas, Ismael Abrahante, Yeray Afonso, Ricardo Matías, Rocío Ferrer y Davinia Álvarez. Todos cuentan con perros de distintas razas entre las que destacan pastor garafiano, rottweiler, labrador retriever, golden retriever o malinois belga. Ésta última es “la estrella” para intervenir en rescates y emergencias. “El pastor belga tiene más carácter y es el que muestra una mayor predisposición para desarrollar esas tareas, aunque las otras razas también sirven, si bien son más lentas a la hora del aprendizaje”, explica Camilo Matos. “El malinois con seis un ocho meses ya puede estar buscando, mientras que el pastor alemán, que es mi perro preferido, tarda un poquito más en aprender, pero también es verdad que se jubila más tarde que el malinois”, reconoce.

Kenia, una hermosa y activa rottweiler, es el único perro de La Palma que está homologado por la Asociación Nacional de Grupos de Salvamento de Rescate, a través del Ministerio del Interior. Para alcanzar el título, la perra tuvo que someterse a un riguroso examen que superó con éxito a finales del pasado año. “Para lograr la homologación debe pasar distintos obstáculos y encontrar y señalizar víctimas en grandes áreas y en escombros, pero sin tocarlas ni molestarlas, puesto que es el guía el que tiene que atender a la persona”, apunta Ismael Abrahante, educador, junto con Camilo Matos, de los perros de la UCRE.

El uso de canes en la búsqueda de desaparecidos tienen muchas ventajas. “Mientras que una persona en 15 minutos bate 100 metros cuadrados de terreno, un perro rastrea mil ”, resalta Abrahante. Además, agrega, “pueden llegar a lugares inaccesibles para el hombre”.

El aprendizaje debe ser constante y riguroso. “Entrenamos como mínimo tres veces a la semana, e incluso, todos los días”, señala Abrahante. “El entrenamiento comienza desde cachorros: primero se les enseña a ladrar a la orden con un juguete, animándolo a buscar, motivándolo, y, al final, ya sin motivación, también busca”, dice. El premio que se le concede al animal por progresar en su educación es habitualmente un juguete (un mordedor) , aunque en algunas ocasiones se le gratifica con comida. “Para enseñarlo a buscar a una persona, la tarea debe ser progresiva: primero permites que el perro te vea, después te vas alejando más, te ve esconderte detrás de un árbol, después ya no te ve pero te oye”, explica. “Tú tienes que saber controlar y direccionar a tu perro, no es bueno que busque solo”, detalla. El guía y el animal precisan de una colaboración permanente.

Ventean para encontrar a la víctima

El perro de rescate, a diferencia del de rastro, detecta las partículas de olor que tienen en común todas las personas, pero no sigue a una en concreto. “Ventea, olfatea al aire y busca a la víctima oculta”, comenta Camilo Matos. “Los perros se llevan al lugar desde el que se cree que partió el desaparecido y el animal busca por venteo, por el olfato”, añade. “El 99% de las veces las personas que se buscan aparecen fallecidas”, dice Matos. Sin embargo, precisa Abrahante, “el perro no suele detectar cadáveres, aunque a veces sí lo hace si el fallecimiento es reciente; en este caso, hace un movimiento extraño que el guía debe saber interpretar”. En una catástrofe, recalca Abrahante, “la prioridad de los perros es buscar a personas vivas”.

Camilo Matos siempre comenta que “el mayor éxito de una unidad de rescate es no tener que intervenir, pero desgraciadamente hay que hacerlo”. La UCRE ha participado en numerosas búsquedas de desaparecidos así como en incendios y en lluvias torrenciales. Los perros de la unidad los mantienen los propios dueños y sólo reciben alguna subvención -cada día menos debido a la situación de crisis- para ropa y equipos. La labor altruista de este colectivo se sostiene gracias a la vocación de servicio de sus miembros, para quienes los perros tienen “un valor sentimental y profesional incalculable ”, concluye Camilo Matos.

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