Navidades con nada en el bolsillo

Miguel Ángel pasa esta Nochebuena entre amigos. No tiene familia, pero ya ha hecho sus compras para este día. Junto a su botella de ron, su cartón de Mecánicos y un gorro de Papá Noel, no oculta sus preferencias en estas fechas. “Me encanta la Navidad”, afirma mientras echa una mirada a su pasado. “He sido marinero por todo el mundo y hace unos años pasé algunas noches como ésta en la calle, y eso no se lo deseo a nadie. Me gusta la Navidad porque recuerdo a mis padres y me acuerdo de mi niñez, lo bien que lo pasábamos juntos”, reflexiona.

Este ex mecánico naval se pasea habitualmente por la Alameda de Colón, en Las Palmas de Gran Canaria. Allí ve pasar a muchos y sabe de otros tantos que esta noche no tendrá su suerte. Dice que sus deseos en estas fechas son que no se pierdan “el ánimo y la esperanza”, a lo que añade algunas notas de su experiencia vital. “Pasé muchas navidades sin un techo, pero desde hace dos años tengo suerte. Ahora lo que tengo en esta bolsa será para compartir entre los amigos”, asegura.

Esta noche, Miguel Ángel la pasará con un compañero en el piso tutelado que comparten. No pasarán frío y no quiere acordarse de los malos momentos. “De lo malo es mejor no acordarse y por eso me quedo con lo bueno de la vida”, precisa. Mientras canta un villancico, hace cuentas con el dinero que le queda de la pensión de 328 euros que cobra cada mes, y se encuentra con que a estas fechas apenas le quedan 20 euros.

Nochebuena en el portal

Salvador tiene 60 años y hace 30 que prácticamente mendiga. Ha pasado demasiadas fiestas como esta sin un techo bajo el que dormir, pero desde hace tres no tiene palabras para agradecerle a su hermana ser uno más en su casa. Acudirá con sus cuatro perritos y allí se encontrará con su sobrina y su marido. “Estuve muchas navidades en la calle. Las pasaba en Vegueta, en algún portal, con algún bocadillo en la mano...”, relata. “En días como hoy me acuerdo de mis padres, sobre todo de cómo echo de menos que me reprendieran”, cuenta emocionado.

La pensión que recibe Salvador es de unos 300 euros al mes. Dice que no le llega y que por eso no hay más remedio que estar pidiendo. Pero este hombre tiene pensado ya su deseo para Navidad: “que la gente me respete como lo he hecho hasta hoy”.

Mary mendiga desde hace tres años en la puerta de la iglesia de San Agustín, en el barrio de Vegueta. Tiene pensado permanecer sentada hasta las seis y media de la tarde, hora en la que comienza la misa. Estará allí hasta que consiga algo de dinero para poderle dar de cenar a sus hijos y a su marido, que está enfermo. Dice que en estos momentos sufre por tener la incertidumbre de no saber qué va a pasar esta noche. “Tengo cinco hijos y por la que más sufro es por la pequeña de nueve años. Todavía no le he comprado nada”, dice con angustia.

“Para una persona que no ha pagado los recibos de la luz desde hace dos meses, en un momento como este, lo que menos me preocupa es que cenar, porque mi marido necesita la luz para poder enchufarlo a la máquina de oxígeno que necesita, ya que esta enfermo de corazón y pulmón”, cuenta Mary con dramatismo.

La mejor Navidad que recuerda esta mujer fueron las pasadas, “porque mi marido, aunque enfermo, se mantenía en pie y ahora está empotrado en una cama”, apunta. Pero, a pesar de todo, Mary tiene deseos y esperanzas para 2009. “Pienso que el año que viene voy a estar mejor y tengo el deseo de que mi marido se mejore. No quiero dinero, sólo eso”.

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