Recetas llenas de ilusión

Cuatro huevos, un yogur de limón, levadura, azúcar, harina y aceite. Ésta es la receta que dicta Natalia, una de las trabajadoras del centro especial de empleo Canela y Clavo, mientras un delicioso olor a dulce impregna el almacén. Aparentemente ésta es la receta de un queque normal. Sin embargo, a esos ingredientes hay que añadirle una dosis de esfuerzo y esperanza porque no es un queque como los demás, sino que supone una oportunidad para la integración laboral y el futuro de las personas con síndrome de Down.

Con el rostro lleno de ilusión, Natalia cuenta que lleva tres años trabajando en Canela y Clavo, que le gusta hacer de todo y le encanta su trabajo. Este centro les da la oportunidad a Natalia y al resto de sus compañeros para que, a pesar de su discapacidad, tengan las mismas posibilidades que los demás y el derecho a tener un empleo.

Iniciado en 2004, Canela y Clavo es un proyecto que surge con el fin de crear un espacio digno donde a las personas con síndrome de Down se les contemple como trabajadores. Leila Peñate Padilla lleva muchos años trabajando en la Asociación de Síndrome de Down y en el centro Nexo. Cuenta que esta iniciativa fue una idea del actual coordinador de Canela y Clavo, quien anteriormente fue director del colegio de sordos y pensó en una cafetería como salida laboral para ellos. Tras la llegada a la asociación de un chico con dificultades de aprendizaje que estaba haciendo un curso de cocina, “lo adaptamos”. A partir de ahí se presentó un proyecto en el ICFEM y fue aprobado. Después de dos años de formación, se abrió una cafetería en la calle Murga como una práctica y “obtuvo un gran éxito. La gente estaba encantadísima, porque a ellos les enseñan una cosa y la hacen a la perfección”. Una vez terminado el curso, se trasladaron a Tafira porque tenían que montar un local en condiciones, para convertir este proyecto en la realidad que es hoy en día. En el año 2008 Canela y Clavo fue nombrada centro especial de empleo por el Gobierno de Canarias, ya que el 75% del personal es discapacitado. Además de contar con este local, al lado de la pastelería, hay un aula que pertenece al centro ocupacional donde otros chicos se forman en repostería y en la preparación de diferentes comidas para trabajar en un futuro.

Entre las paredes de los locales que conforman Canela y Clavo se respira el trabajo bien hecho, porque aquí “las formas de trabajar y las exigencias son las mismas que las de una empresa ordinaria”. Es muy curioso ver la alegría de los trabajadores del centro especial de empleo y el mimo que ponen en la elaboración de cada dulce realizado en el obrador, la emoción de los alumnos del centro ocupacional mientras se ponen sus delantales en el aula o aprenden a hacer sándwiches para el servicio de catering, que según Leila “está teniendo bastante repercusión”, en la que será la próxima parte de este proyecto, una cafetería que está al lado del obrador. Una apertura que Leila espera que se haga realidad pronto, ya que con esta iniciativa se podría dar respuesta no sólo a los chicos del obrador, sino que se necesitará gente que sirva a los clientes, a alguien cobrando, etc. “En principio, nosotros trabajamos de 9.00 a 14.00, y aún está por determinar si abrimos por las tardes si la cafetería tuviera éxito”, afirma Leila. Lo que se quiere conseguir, “siempre bajo la supervisión del monitor, es que fueran ellos realmente los que gestionaran la cafetería”. Teniendo en cuenta la crisis, “como empresa no nos va mal”. “Un donut cuesta poquísimo, entonces el precio en el mercado es inferior al nuestro. La diferencia es que el nuestro es un producto casero sin colorantes, y sólo con un pequeño conservante vegetal para su conservación, nuestro dulces no duran más de 20 días. Es un producto muy aceptado, a la gente le gusta muchísimo, cada vez se venden en más centros”.

Leila considera que en el centro especial de empleo han mejorado fundamentalmente las personas con síndrome de Down. “Desde que empezamos no hemos tenido ninguna baja, aunque hubo algunos chicos que hicieron el curso de formación y no continuaron por problemas personales”. La empresa ha crecido y además de los chicos y la monitora, “ahora mismo hay una comercial y una chica que reparte”. Aún así, considera que el centro de empleo podría progresar más y para ello son necesarias más ayudas y subvenciones. Además comenta su deseo de poder abrir algún día una cafetería en Las Palmas de Gran Canaria.

“Una experiencia tremendamente satisfactoria”

Leila explica que trabajar con personas que tienen síndrome de Down no es tan difícil. Todos tienen habilidades, “son personas tremendamente trabajadoras, entregadísimas”. Comenta que ellos están encantados porque pasar de estar en casa a tener un trabajo remunerado como tienen sus hermanos, hace que “se levanten con ilusión”. “Evidentemente hay desajustes emocionales, pero se solucionan sobre la marcha. Puedes tardar un poco más respecto al trabajo, pero siempre consigues lo que quieres”, afirma. La emoción se aprecia en su voz cuando señala: “Para mí es una experiencia tremendamente satisfactoria, son mejores trabajadores que nosotros porque no se quejan de nada”.

Canela y Clavo es mucho más que una pastelería, es un gran paso para la independencia de las personas con síndrome de Down. Una apuesta de futuro para ellos, donde las muestras de cariño, los abrazos y los besos son la tónica general, y al que también el personal del centro está muy agradecido, tal y como expresa Leila: “Lo mejor de trabajar con ellos es el trato, es lo que realmente compensa”.

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