La Reserva de la Biosfera pone freno a las aves invasoras en Fuerteventura

Cotorras argentinas en el entorno del Saladar de Jandía.

Eloy Vera

Puerto del Rosario —

La introducción de especies invasoras es un peligro más a los que se enfrenta el ecosistema majorero. Ahora el Cabildo de Fuerteventura, a través de su Reserva de la Biosfera, ha iniciado un estudio para saber el número de aves invasoras en la península de Jandía y, en especial, en su saladar, incluido en la red Ramsar. El trabajo se centra en conocer la población de tres de ellas: el bulbul de vientre rojo, la cotorra de Kramer y la cotorra argentina, estas dos últimas incluidas en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.

La naturalista Susana Saavedra es la autora del estudio Censo estimativo de las especies aviares invasoras en Jandía. Explica que los primeros avistamientos de estas tres aves se produjeron en los años noventa, fecha en la que empezaron a publicarse esos avistamientos en anuarios ornitológicos como el de SEO/Birdlife. Una de las vías de llegada a la isla fue a través de colecciones privadas. También por medio de la venta en tiendas de animales y el comercio legal. Se calcula que España importó legalmente más de un millón de loros desde 1986, primer año en el que aparecen los registros oficiales, hasta 2015. Según Saavedra “hasta el año 2013 no había ningún control”. Fue, a partir de esa fecha, cuando el Gobierno español realizó el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras que viene a contemplar que “no se pueden tener, vender ni exhibir” las especies que aparecen en el listado.

Saavedra aclara que estar catalogadas significa que “los riesgos inherentes al medio ambiente, sector primario y ser humano son tan directos que los países prefieren no introducirlos”. A pesar de que existe una ley que multa la pertenencia de estas especies con cantidades que oscilan entre los 3.000 y los 200.000 euros, “la gente las sigue metiendo en sus casas”. Según la especialista en erradicación de especies invasoras, con esta ley ocurre lo mismo que con la de Memoria Histórica: “Existen, pero no se implementan”.

 

También su llegada y reproducción en Fuerteventura están vinculadas a zoológicos e instalaciones como el ya desaparecido Stella Canaris, complejo hotelero que llegó a tener una especie de zoológico en Jandía con “jaulas abiertas en las que las aves entraban y salían”, recuerda Susana. A través de la naturalista, conocemos el origen de las tres especies que ahora la Reserva de la Biosfera majorera quiere hacer desaparecer. La primera es la cotorra de Kramer (Psittacula Krameri), considerada como una de las cien peores especies invasoras de Europa. Saavedra consiguió eliminarla del medio natural en mayo de este año en La Palma. Allí se pudo comprobar que producía afecciones a 21 tipos de cultivos diferentes; cómo atacaba a dos especies nativas, el cernícalo y la graja, y cómo se comía el barbusano y las semillas de la palmera canaria.

Según Saavedra, su presencia en Fuerteventura es “vestigial” y calcula que no habrá más de diez en libertad. Desconoce cuántas puede haber en cautividad. Sí es mayor el número de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus), una especie cuyo origen está en América del Sur. En 2010 calculó unas 200 en Fuerteventura. “Ahora no creo que haya más de setenta”, afirma. La disminución viene motivada, según esta estudiosa de las aves, por la reducción de fuentes de alimentación artificial tras el cierre del Stella Canaris y la eliminación de comedores artificiales en hoteles de Jandía.

Saavedra pone la alarma en el tercero en discordia, el bulbul de vientre rojo, originario de la India donde se usa como animal para luchar en ring, algo similar a lo que se hace con el gallo de pelea en Canarias. Los primeros avistamientos en la isla se produjeron en 2001. Nueve años después, en 2010, Saavedra consiguió coger nueve en La Lajita.

En la actualidad, “se ha reducido su densidad, pero está en más sitios”, asegura Saavedra y apunta cómo ha podido ver ejemplares este verano en Morro Jable donde “no había en 2010”. También en otros lugares como la zona del aeropuerto, La Lajita o Puerto del Rosario donde tiene constancia que existen en cautividad.

La proliferación de este ave ha ido en aumento. Desde que se detectaron los primeros ejemplares en Corralejo en 2001, Susana ha perseguido esta especie por varias islas oceánicas llegando a capturar unas 15.000 en estos últimos años, unos 4.500 fueron en Tahití en 2012. Fuerteventura es la única isla canaria donde la especie se encuentra introducida.

Daños en el ecosistema

Saavedra alerta del peligro que ocasionan estas aves en el ecosistema majorero y pone como ejemplo la cotorra argentina y la incidencia que su presencia está teniendo en el Saladar de Jandía. Según la naturalista, el humedal de este paraje sin gular del sur de la isla se enfrenta a “la urbanización, al fraccionamiento del hábitat, la masificación de gente y la presencia de especies invasoras como ratas, ardillas, pájaros…”. Allí, ha podido ver ejemplares de cotorra argentina “comiendo nuestras plantas endémicas”.

Susana espera poder capturar el próximo año ejemplares de esta cotorra y someterlos a pruebas científicas en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) para intentar identificar de qué especies procedentes del saladar se alimentan.

El mayor peligro estará en el bulbul. Desconoce el número de ejemplares en la isla, pero sí los daños que ocasiona. “El bulbul puede tener dos tipos de impactos: uno sobre las especies aviares nativas porque ataca a los pollos volanderos y otro sobre la biomasa nativa porque come insectos”, apunta Saavedra.

El censo estimativo, que se ha estado realizando durante los meses de julio y agosto, tiene como objetivo detectar los puntos conflictivos y “plantear a las administraciones, Cabildo, Reserva de la Biosfera y Gobierno de Canarias una estrategia de control que empezaría a realizarse el próximo año”. El objetivo final es erradicar estas tres especies aunque para ello habrá que esperar aún unos cinco años.

Para llegar hasta ello antes habrá que realizar una campaña de educación y sensibilización entre la población local y foránea. Susana apunta la necesidad de concienciar a los turistas del peligro que supone dar de comer a estos animales y propone como medida colocar carteles en los aeropuertos donde se informe, en varios idiomas, que está prohibido alimentar a estas especies y la pena de multa a la que se exponen.

El siguiente paso sería iniciar una campaña de trampeo con la intención de bajar la intensidad hasta llegar a niveles donde sea factible plantear, en un futuro, una erradicación completa. Esta se realizaría con una combinación de métodos de trampeo.

Aunque se consiga eliminar del medio natural, el peligro seguirá, según Saavedra, mientras los silvestristas y canaricultores tengan ejemplares en cautividad, expuestos a escaparse o ser puestos en libertad intencionadamente.

Durante la campaña de este verano, la naturalista ha podido observar otras cuatro aves exóticas volando por el cielo de la Isla. Se trata del ibis sagrado, el ibis hadada, el gorrión de Java y la presencia de aves de la familia de los estrildas.

Susana Saavedra tiene su campo de acción en las islas oceánicas y zonas continentales. Su trabajo consiste en el seguimiento, control y erradicación de especies invasoras aviares. Entre sus logros está el haber erradicado el minar común en cinco islas: Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura, Mallorca y Atiu, una de las 15 islas que componen el Archipiélago de Cook, conocida también como isla de los pájaros. En su currículo también está haber eliminado del medio natural a la cotorra de Kramer en La Palma.

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