Vacaciones solidarias: el ejemplo de tres voluntarios canarios en Perú, Ecuador y Malaui

Beatriz Santiago en Malawi.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

Tres canarios decidieron en un momento de sus vidas colaborar con una organización no gubernamental por esa “inquietud de ayudar a los demás”, dice José García, natural de La Gomera, pero no se contentaron con pagar cada mes una cuota de 18 euros, como es el caso de Beatriz Santiago, de Las Palmas de Gran Canaria, o de 9.000 euros, que es la factura final que recauda el hotel Bahía del Duque en el que trabaja la tinerfeña Mónica Rumeu y que da la opción al cliente de poner un euro más destinado a apadrinar a un niño o niña; los tres quisieron dar un paso más allá y conocer sobre el terreno a esas personas y el lugar en el que viven, o malviven.

Ayuda en Acción es una de las muchas ONG que aúna la cooperación con el turismo y facilita a sus socios la posibilidad de viajar a los lugares donde desempeñan su labor: “Viajar a terreno es una de las partes más gratificantes; permite estar al lado de las personas que le dan sentido. Todos coinciden en que es una experiencia transformadora y enriquecedora”, explica Carolina Silva, responsable de comunicación de la ONG.

Un día de 2010 una persona que trabajaba para la ONG tocó a la puerta de la casa de Beatriz; tres años después, la grancanaria estaba viajando sola desde la Isla hasta Malaui por “curiosidad”: quería conocer al niño al que cada mes enviaba dinero y, tras un proceso de preparación con Ayuda en Acción y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, donde trabaja, se subió a un avión con el objetivo de colaborar en un poblado rural del país ubicado en África, entre Mozambique, Zambia y Tanzania

“El impacto fue brutal”, explica Beatriz, que partió desde Gran Canaria hacia Londres, de la capital del Reino Unido a Etiopía y de ahí a su destino, cuyo aeropuerto recuerda entre “polvo y arena”. Mientras recorría el trayecto en todoterreno hasta Casa Cula, rememora una anécdota vívidamente: en una de las paradas, ella llevaba un paquete de papas en la mochila, se encontró a dos niños y sacó; al mostrárselo “parecía que se le iban a salir los ojos”. “Era tremendo”. Sin embargo, “pese a toda la pobreza que había, los ojos de esas personas brillaban y siempre tenían una sonrisa para darte”.

Según Beatriz, en Malaui la mortalidad infantil tiene un índice altísimo, la muerte por sida también y la mujer tiene muy difícil incorporarse al trabajo porque existe una escasez muy grande de agua en las zonas rurales y son las encargadas de hacer kilómetros y kilómetros en busca de agua. “Cuando llegamos a Casa Cula y vimos sus cabañas, donde cocinan, ellos querían agasajarme y eso era darme manises tostados. Y eso para ellos era un manjar”.

Sus casas, de paja y adobe, las carreteras eran “malísimas”, en ocasiones estuvo a punto de “volcar el todoterreno” en el que iba y venía cada día, ya que no podía quedarse en el poblado junto a la familia del niño que tenía apadrinado: una pareja y siete hijos. “Se reían cuando les decía que yo tenía solo un hijo”, recuerda.

Después de diez días, cuando volvió a Gran canaria, ya no era la misma. Su vida había dado “un giro de 180 grados” y ha tratado de idear formas de ayudar a recaudar fondos para que “se haga un pozo y puedan trabajar”, ya que si tuviesen el agua cerca no gastarían tanto tiempo en recorrer las largas distancias.

Tungurahua

José García colabora con Ayuda en Acción desde los años 90, cuando un amigo se lo aconsejó “por esa preocupación de ayudar a los demás”. Desde entonces había tenido ganas de viajar a algunos de los lugares donde trabajara la ONG, pero fue en 2015 cuando se decidió a dar el paso: “Previamente me hicieron una especie de entrevista para conocer mi perfil y decidir el sitio. Y fue Ecuador, al norte, la zona de los volcanes: Tungurahua”.

A él le tocó vivir con una pareja joven que tenían dos hijos jóvenes y se dedicaban a la agricultura. “Era un proyecto de autoabastecimiento integral de las familias campesinas, para que tuvieran hortalizas o animales”, relata.

Según García, no era una zona especialmente deprimida y “todos los niños estaban escolarizados y tenían acceso a sanidad”, pues durante los 30 días que estuvo viviendo en Ecuador, se movió entre las diferentes familias a las que la ONG lo llevaba.

Jose estudió, sin acabarla, la carrera de Técnico Agrícola, y estuvo ayudando a cultivar. Pero su tarea principal “era ir evaluando cómo iban construyendo y las plantaciones. Y hacía un pequeño informe de cada familia. También daba recomendaciones”.

“Había que hacerles entender que debían tener un horizonte más amplio, porque ellos solo miran por sus necesidades inmediatas. Se puede hacer mucho por cambiar tu vida”, manifiesta.

Turismo vivencial

Mónica Rumeu lleva colaborando a través de su hotel con Ayuda en Acción desde hace 20 años y dirige el área de responsabilidad social corporativa de la empresa familiar que gestiona al hotel. Además de recaudar el dinero de los clientes con fines solidarios, lee todas las cartas que le envían desde las comunidades a donde envía el dinero informándole de su finalidad.

En una de sus vacaciones decidió desplazarse a Perú para “hacer un voluntariado que tiene Ayuda en Acción que se llama el turismo vivencial, es decir, vivir con una familia muy rural, les pagas un importe por dormir y comer y vives con ellos ese tiempo”, relata.

“A mí me gustó tanto que le ayudamos en todo, en los trabajos que desempeñan o las tareas del hogar. Volvimos después de los tres años y se notaba la mejoría, ya que sus casas estaban mucho más adaptadas al turismo vivencial, conscientes de que es un modo de ingresos”, concluye.

Gala RTVC

Ayuda en Acción pondrá en marcha la campaña AYUDA a luchar contra la pobreza infantil. Apadrina, con la colaboración de Radio Televisión Canaria durante el fin de semana del 14 al 15 de abril. A través de varios programas en la radio y en la tele pública buscarán la ayuda de los espectadores que quieran colaborar con la ONG llamando o a través de su web.

400 millones de niños y niñas viven en extrema pobreza. 4.000 menores de cinco años mueren al día por falta de agua potable y saneamiento adecuado. El hambre, la desigualdad, la pobreza o la falta de acceso a la educación y a la salud forman parte del día a día de muchos niños, niñas y jóvenes en multitud de rincones del planeta.

“Ayuda en Acción es, desde sus comienzos, una organización de cooperación internacional independiente, aconfesional y apartidista. Nacimos en 1981 con un proyecto en Andra Pradesh, India. Al cabo de tres años, en 1984, la organización tiene presencia también en Kenia, Nepal y Burundi y cuenta ya con el apoyo de 4.000 socios y socias. Tras 37 años de andadura, hemos intervenido, ya sea de forma prolongada o de forma puntual –debido a emergencias o a proyectos específicos– en un total de 38 países”, explica Silva.

Actualmente trabajan en 19 países de América Latina, Asia y África; y desde 2013 lo hacen también en España.

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