“No hace falta acoger a los refugiados; hay que parar la guerra para que puedan volver”

Rachad Suri

Saúl García

Arrecife —

Rachad Suri es un conductor de guaguas sirio que lleva veinte años en España y aún no ha conseguido la nacionalidad. Resume así la guerra de su país: “Hermanos matando a hermanos por dinero”.

La última vez que visitó su país fue en 2010. Lo encontró bien. La gente tenía buen nivel de vida, “con dinero y con cultura”. “En Siria siempre ha habido muchos estudiantes universitarios”, destaca. Un año después, cuando falleció su madre, ya no pudo ir. Ya había comenzado la guerra que está dejando el país desolado. Rachad Suri (Latakia, Siria, 1962) trabajaba en su país como electricista y llegó a Sevilla en 1996 de visita, a ver a uno de sus siete hermanos.

La ciudad le pareció muy similar a la suya, “la vida, el tiempo, la gente”, y se quedó allí a trabajar en una empresa de ventas al por mayor de su hermano, se casó con una sevillana, se divorció, se volvió a emparejar y llegó a Lanzarote hace doce años, a un lugar con “un nombre raro” que nunca había oído y donde un año después nació su hijo. Pasó ese año como cocinero en el Riu Paraíso y después se sacó el carné de guaguas y empezó a trabajar de chófer, donde sigue. Vivió un año en Puerto del Carmen y poco después se compró un piso en Arrecife, en Las Salinas. “Me gusta el barrio, la gente me conoce”, asegura.

Dice que en Oriente Medio los conflictos se remontan a hace cinco siglos pero que Siria nunca los había sufrido tanto. Sus hermanos se habían ido marchando a Francia, a Suiza, a Kuwait... Aún queda otro hermano más en Siria, y durante muchos años, él ha estado yendo y viniendo a su país.

Ahora no se explica qué ha pasado para llegar a esta situación: “No me entra en la cabeza”, dice, pero tiene claro que no es una guerra de religión, “porque en Siria hay todo tipo de religiones: cristianos, chiíes, suníes… Es una guerra de poder, para controlar un territorio que interesa a todos ”y que no quieren soltar porque Siria tiene de todo“: tiene petróleo, tiene trigo, algodón y carbón. ”Lo único que importamos es maquinaria, pero no materias primas“, dice.

Tampoco llega a explicarse cómo ha crecido el ISIS, que se nutre de mercenarios llegados del extranjero, igual que la guerra se mantiene desde fuera. Asegura que el ISIS tiene armas nuevas, del año 2015, y camiones modernos europeos: “¿Quién se los manda? Si no se vendieran armas, se acabaría rápidamente la guerra”.

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