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El acusado del crimen de Alcosa se entregó por miedo al ver sangre en su cuerpo

SEVILLA, 16 (EUROPA PRESS)

Borja .B.O., el joven que ingresó en prisión en junio de 2010 tras supuestamente asesinar de 21 puñaladas y violar a una mujer de 78 años de edad en su domicilio del número 3 de la calle Ciudad de la Oliva de la barriada sevillana del Parque Alcosa, ha declarado que se entregó por verse “muy asustado” y con “miedo” al ver sangre en su cuerpo tras despertarse de una noche de fiesta y confirmar que ésta no pertenecía a heridas propias, desconociendo en ese momento el origen de la misma.

El juicio ha tenido lugar este miércoles en la Sección Primera de la Audiencia Provincial; según han informado a Europa Press fuentes del caso, todas las partes han mantenido sus peticiones, de tal forma que la Fiscalía reclama una condena para el acusado de 34 años --casi diez años de prisión por el delito de violación y 24 años de cárcel por el asesinato--, así como una multa de 2.430 euros por el delito de allanamiento de morada, considerando además que en el caso de la agresión sexual existe la agravante de abuso de superioridad.

Asimismo, la acusación particular, ejercida por la Asociación de Mujeres Víctimas de Agresiones Sexuales (Amuvi), pide una pena de 44 años --cuatro años por allanamiento de morada, 15 por violación y 25 por asesinato--, mientras que la defensa solicita su absolución al considerar que su cliente actuó en todo momento bajo los efectos del alcohol y la droga.

Durante su declaración, el acusado ha relatado cómo en la tarde del 5 de junio de 2010 acudió en torno a las 21,30 horas con varios amigos a un festival en el Estadio Olímpico, con un 'botellón' previo de unas dos horas en el que bebió una cantidad de “whisky y ron” que ha cifrado en unos “siete, ocho o nueve vasos”. Desde el momento en el que entró en el recinto “un poco alcoholizado”, y hasta que despertó al día siguiente, ya asegura no recordar sino “flashes” y, de hecho, se remite a “lo que me dijeron” para dar cuenta de su comportamiento dentro del recinto, en el que se separó de su grupo para irse con otros.

Sí recuerda haber entrado en un servicio para consumir varias sustancias estupefacientes --pastillas de éxtasis, cristal y éxtasis líquido que mezcló con alcohol-- al principio de su estancia en estas instalaciones. Después, asegura haber “perdido la noción”. También asevera tener un “leve recuerdo” de permanecer con su amigo Moisés F.M. en el aparcamiento de la Cartuja, ya por la mañana, donde siguió bebiendo, y, ya en su portal, de mantener una conversación con la víctima.

No recuerda, en cambio, haber estado en casa de Efigenia G.L. --en cuyo interior fue violada y apuñalada la mujer-- ni ha podido dar explicación al hecho de que varias prendas de ropa de su propiedad se encontraran en el interior de este domicilio.

“NUNCA ME HE METIDO EN UNA PELEA”

Al despertar y observar la existencia de sangre en su pierna y brazo, le pareció “raro”, y al ducharse y ver que no contaba con ninguna herida, se puso en contacto con su amigo, al que, según su versión, no habría confesado el crimen, pues no lo recordaba, sino que se encontraba “muy asustado, porque soy una persona que no he tenido problemas con nada ni con nadie y nunca me he metido en una pelea”.

B.B.O. sostiene que tras hablar con Moisés y con su madre en un parque, constatar que no había tenido ningún conflicto en la fiesta y recordar el acusado su conversación con su vecina, fueron a llamar a la puerta de ésta, sin que respondiera. Posteriormente, llamó a su padre, que se encontraba en la playa, para pedirle que viniera a un bar cercano; durante este lapso de tiempo, asevera no recordar si se deshizo del cuchillo que previamente habría tirado por la ventana y que se encontraba en una jardinera, puesto que “me encontraba aún resacoso y con síntomas de las drogas”.

A su padre, el acusado le contó que “algo había pasado”, pues “había consumido bastante droga y tenía sangre que no era mía”, tras lo cual pidió a su padre que le llevara a una comisaría de Policía para declarar.

Posteriormente, Borja B.O. debió, a requerimiento del juez, visionar fotografías de la víctima para confirmar que no recordaba nada, tras lo cual el acusado se sentó con un visible malestar reflejado en el rostro.

EL ACUSADO INDICÓ A SU AMIGO DÓNDE ESTABA EL ARMA

Por su parte, Moisés F.M. ha relatado, a preguntas del Ministerio Fiscal, que aunque no le vio consumir drogas sí estaba “muy afectado” por la bebida ingerida durante la fiesta. De hecho, ha subrayado, se mostró “agresivo” y “no llegaba a pegar a la gente porque estábamos controlándole”. “Me pegó dos veces”, ha admitido, calificando su estado de “muy mal, muy pasado, ido totalmente, no podía estar peor, y no se le entendía cuando hablaba”.

Tras dejarlo en su portal sobre las 10,00 horas del domingo, ha explicado que recibió una llamada de Borja a las 20,00 horas en la que éste, “nervioso”, le pedía que “le ayudase”, concretándole posteriormente que “había matado a una vecina”, lo que se contradice con la aseveración del acusado de no haber sido consciente de ello. También ha refutado que esa tarde el acusado no supiera dónde estaba el arma, pues la recogieron y la tiraron a un contenedor tras señalar éste dónde se encontraba.

Ha proseguido señalando que no le dijo nada de haberla empujado y metido en su casa, y que sobre la agresión “sólo dijo que le había dado una puñalada en un ojo”, asegurando desconocer en ese momento que Efigenia había sido violada. Tras ir a casa de la vecina, “porque no me lo creía”, y a la de la hermana de la víctima, fue cuando llamaron al padre de Borja, confirmando que éste decidió por iniciativa propia acudir a la Policía.

En la sesión también han declarado otros testigos, como Fernando N., que vio al presunto agresor y a la anciana hablando “en un tono normal”, o María del Carmen M., madre de Moisés, que confirma que el acusado relató que había matado a Efigenia porque “se le reflejó la madre”.

Los dos médicos forenses que realizaron la autopsia a Efigenia G.L. ya declararon ante la juez instructora que la mujer presentaba, además de 21 puñaladas, signos de haber sufrido una violación “muy brutal” y heridas producidas “inequívocamente” por una agresión sexual. Así, añadieron que la mujer “no tenía capacidad de defensa” ante su supuesto agresor, ya que pesaba únicamente 48 kilogramos y rozaba los 80 años de edad. De igual modo, los forenses indicaron que los golpes “tenían como único objetivo infligir sufrimiento” a la víctima.

CON ESA CANTIDAD DE DROGA “NO HUBIERA PODIDO NI ANDAR”

Tras el juicio, el abogado del acusado, Manuel Portero, ha calificado a los periodistas de “absolutamente lamentable” que “en estos acontecimientos de diversión las drogas de síntesis rueden por allí como si fueran chucherías”. “Han quedado varias cosas probadas y puede resultar una sentencia mucho mas suave que la que solicita el fiscal”, ha indicado.

Por otro lado, la abogada de Amuvi, Pilar Sepúlveda, ha recalcado que el acusado se acuerda “sectorialmente” de los hechos, quedando claro que “tiene algo de conciencia” y que “los forenses creen que está ocultando algo y que cada vez se acuerda de menos”. “No se acuerda de todo aquello que no le beneficia, pero eso sí, se acuerda perfectamente de haber pedido que lo llevaran a la comisaría ese día y de las sustancias que consumió y que le llevaron a hacer esos hechos”, subraya.

En este sentido, ha remarcado que “ha dicho una cantidad de sustancias que ha tomado que, si hubiese sido así, no hubiera podido ni andar”. El vecino, además, “ha declarado que lo vio totalmente normal cuando hablaba con la víctima, por lo que pudo haber consumido, pero no tanto como para no ser dueño de sus actos”, ha apostillado Sepúlveda.

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