Menos afluencia pero muchas flores en los cementerios isleños

La crisis económica no afecta, en este Día de los Difuntos, a la facturación de las floristerías, que no notan grandes diferencias respecto a otros años en las ventas que se hacen a las puertas de los cementerios, a los que acude una afluencia de público sensiblemente menor y más escalonada.

Éste era el parecer de vendedores, taxistas y usuarios del camposanto más grande de Las Palmas de Gran Canaria, el de San Lázaro, con unos 40.000 nichos, donde la actividad comenzó este domingo a las 06.00 horas, aunque desde mucho antes numerosos trabajadores se congregaron en sus alrededores para que los puestos estuvieran listos para atender a los miles de visitantes que llenaron sus calles de color y calor humano para recordar a sus seres queridos.

Señoras con sillas de playa, con las que se apostaron durante horas, con la única compañía de un libro, junto a la tumba del marido fallecido; niños que acompañaban a sus padres y que iban a decorar la lápida del abuelo; numerosas viudas y familias enteras que se afanaban en abrillantar el mármol de los abuelos, tarea en la que parecían competir con el vecino de nicho, conformaban la estampa más repetida en las calles del cementerio de San Lázaro a primeras horas de la mañana.

Los colores de los ramos de flores, algunos imposibles, como los que lucían unas rosas azules “venidas de Holanda”, lo que explicaba que costaran tres euros cada una, según dijo su vendedora, daban este domingo una extraña alegría a las interminables hileras de nichos del Cementerio Municipal de San Lázaro, en algunos de los cuales se amontonaban las coronas de entierros recientes, al igual que a la zona de tumbas, mientras que los mausoleos mantenían la frialdad de siempre. En ellos no había flores, sólo puertas cerradas a cal y canto y nadie a su alrededor.

Quien quisiera adornar este domingo el nicho de un familiar con un ramo de crisantemos o claveles lo podía hacer a un precio de diez o doce euros, ligeramente inferior al año pasado, cuando el coste era dos euros superior, según informó la responsable del puesto de flores de Canaricem S.A., empresa que gestiona los camposantos de la ciudad, aunque entre las 35 casetas de flores instaladas a la entrada de San Lázaro había otros que vendían, de oferta, el paquete de 10 claveles rojos por seis euros, y el de 20 rosas rojas a 12 euros.

La ganga: un ramo de rosas pequeñas a 5,50 euros

Sin embargo, la ganga de San Lázaro la tenía una floristería que vendría a 5,50 euros el ramo de rosas pequeñas y a 8 euros el de rosas grandes.

Con estos precios, el ir y venir de cubos no cesó este domingo en San Lázaro: entraban rebosando flores, fundamentalmente crisantemos, claveles y rosas, aunque también se veían margaritas, lirios y gerberas, y salían vacíos en manos de sus dueños, cuyas caras transmitían la satisfacción de haber cumplido con una tradición religiosa, en algunos casos, y en otros dejaban ver la emoción, e incluso las lágrimas, que causa aún el recuerdo de los familiares y amigos fallecidos.

Pasear por el camposanto de San Lázaro, creado en 1864, es recorrer la historia de las familias insignes y de largo abolengo de la ciudad, y también de las desconocidas y humildes, además de repasar la evolución del diseño de las lápidas, que han ido abandonando con los años el color blanco o gris claro para elaborarse en tonos cada vez más oscuros en los que, a la inscripción de letras, se han ido incorporando la de imágenes religiosas, frases tan conocidas como “perdone que no me levante”, así como todo tipo de adornos.

Una de las más llamativas del Cementerio Municipal de San Lázaro, al menos de la calle donde se ubica, no está hecha en mármol, sino en cerámica, y luce, en llamativos colores, una imagen de una paradisíaca playa con palmeras, que contrasta con el de las lápidas que le rodean y que hace gala, sin duda, del paisaje de las Islas.

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