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La aventura de Michel Gordillo para salvar el planeta

Michel Gordillo en el Aeropuerto de Lanzarote

M.J. Tabar

Arrecife —

Le dijeron que no lo hiciera, que no conseguiría apoyo logístico ni patrocinio, y que si lo hacía, un viaje polar a bordo de un monoplaza de construcción doméstica planteaba demasiados riesgos. Pero Michel Gordillo no es un hombre que renuncie a sus sueños así como así.

Nació en Douala (Camerún) hace 60 años y pronto se sintió como un águila encerrada en el cuerpo de un ser humano. Era un niño cuando tomó la decisión de dedicar su vida a volar. Se formó en el Ejército del Aire y pasó siete años comandando un avión en el que aprendió todo lo que sabe sobre rescates marítimos y supervivencia. Continuó mejorando su vuelo hasta que tuvo que decidir entre progresar en el escalafón militar en tierra o continuar volando. No lo dudó y en 1987 entró a trabajar en Iberia. Fue comandante de la compañía aérea hasta que le despidieron por negarse a volar un aparato averiado.

En 1998 voló en un ultraligero desde Madrid hasta Oshkosh (Wisconsin, Estados Unidos). Lo hizo por la ruta más larga, rumbo Este, atravesando Europa, Asia, Rusia y Canadá. En 2001 se convirtió en el primer piloto español en dar la vuelta al mundo en un monoplaza experimental y el pasado mes de diciembre circunvoló la Tierra por segunda vez en una expedición científica apoyada por el Centro Andaluz de Medio Ambiente de la Universidad de Granada.

Lo hizo a bordo del Sky Polaris, un RV-8 con 25 horas de autonomía construido en el garaje de su casa, junto a sus hijos y sus amigos, que ayudaron con los planos, los remaches y todo lo necesario. Su aventura ha servido a la ciencia para analizar las partículas de carbón que se encuentran en las zonas más inaccesibles del planeta. El carbón negro contribuye, en mayor medida que el CO2, al calentamiento del planeta y al cambio climático.

Un aetalometro y un equipo científico de la Universidad de Granada han hecho posible la expedición, apoyada por Acciona, el Ministerio de Fomento, la fundación Enaire y el Real Aeroclub de España entre otras empresas privadas y particulares. En su viaje por los dos hemisferios, Gordillo también ha realizado vuelos científicos para universidades de Colombia y Brasil.

La nave ha catado los rigores bajo cero del agua antártica, atravesado tormentas en los Andes, soportado los 45 grados de Sudán y los -31 grados del Polo Sur. Su piloto fue detenido por hacer fotos en un mercado de Jartúm y recibido con afecto en las bases científicas antárticas. Vio formaciones geológicas tan perfectamente alineadas que le sirvieron como brújula y conoció territorios como las diminutas islas Coco, invisibles en Google Maps hasta que no se hace triple zoom y a las que Australia envía vigilantes para controlar la inmigración. “¿Cómo demonios va a llegar nadie a esa isla?”, exclama por teléfono.

El 12 de diciembre se posaba en Guacimeta con 76.000 kilómetros de viaje a sus espaldas y un cargamento de anécdotas. Los spotters locales le dieron la bienvenida. Michel aterrizó sin transmisor de señal por satélite y con el freno izquierdo roto, procedente de Cabo Verde, después de sortear varias borrascas. Entró a la isla por la Bocaina y aquí encontró la gente (Luis, Alberto, Gabriel) y el material necesario para reparar su nave. Una vez arreglado el problema, dejó atrás la isla sobrevolando el Mirador del Río y los acantilados de Famara.

Sigue leyendo este reportaje en Diario de Lanzarote.

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