De cuando no hubo clemencia con 'El Corredera'

Cuatro turistas, aparentemente centroeuropeos, pasean plácidamente por el Parque de San Telmo. El día luce bonito. El sol ilumina el atrezzo. Se topan con una rueda de prensa. Tras los ponentes, un garrote vil recuerda una forma de llegar a la muerte de lo más cruel. En esa misma plaza hace 50 años unas 120 personas pedían clemencia para Juan García Suárez, El Corredera. Hace 50 años, en Madrid, José María Millares, Pino Betancor y Josefina Betancor buscaban apoyos; buscaban clemencia. Buscaban personas que “se escondían, como el Obispo de Madrid-Alcalá”. Estos trazos, pinceladas de recuerdo, fragmentos de memoria sostenida por la intensidad, los rescata Josefina Betancor, que reconstruye para CANARIAS AHORA aquellos días gracias a las cartas que le remitió Manuel Padorno, en las que, según Betancor, “se mostraba desgarrador”.

Josefina se sigue amargando cuando recuerda los momentos, horas, días y semanas que precedieron y siguieron al asesinato de El Corredera. Recurre a su mala memoria, “soy un desastre”, dice, pero después de varios intentos rescata otra escena. Y otra. Y otra. Ella no vivía en Canarias pero Manuel Padorno con sus cartas le escribía de primera mano lo que se estaba moviendo en el Archipiélago para que El Corredera no fuese otra víctima del franquismo.

En las misivas que Padorno envió a Josefina Betancor expresaba los inicios de los movimientos que comenzaban a gestarse en Canarias. Ella en Madrid vivía en la distancia. “Manuel escribía como si yo supiese todo, escribía en caliente”, recuerda. Completaba lo que estaba sucediendo con lo que conseguía José María Millares. Padorno se encargaría de movilizar a la gente de La Isleta, La Puntilla y Guanarteme. Otros buscarían gente en Telde. Los de más allá y los de acá. “Eran optimista, pensaban que llegaría mucha gente a la manifestación ante el Gobierno Civil”.

A Josefina le duele recordar lo que se vivía por aquellos días. Hoy su pelo cano al viento y sus ojos azules permanentemente aguados se desvían y buscan una referencia que le haga anclar los recuerdos y poder impulsarse otra vez.

Prosigue. “Manuel ?Padorno- relató en sus cartas que varios del grupo de activistas que solicitaban clemencia para Juan García pasaron la noche del 19 de octubre en las afueras de la prisión de Barranco Seco”. Escondidos. Ocultos tras la maleza. En ese grupo se encontraban, según escribía Padorno: “el señor del coche del Telde, el farmacéutico de Telde, Fernando Sagaseta y Agustín Millares”. También estaba por la zona German Pires, líder del Partido Comunista, que “usaba su vespa para moverse”.

La ejecución de Juan García, El Corredera, estaba prevista para el 6 de octubre. Gracias a la presión, consiguieron que se retrasara 13 días, sin nunca llegar a saber con total certeza que era lo que iba a suceder al día siguiente.

Pildain, Obispo de Canarias por entonces -1959-, según contó Alfonso Calzada, abogado de El Corredera, le dijo: “No debes arrodillarte Juan, no eres culpable de nada”. Josefina Betancor sostiene que Pildain no estaba en Canarias el día de la ejecución, “se fue para no verlo, era un cura republicano”.

La ejecución se produjo poco antes del alba en el patio de la cárcel de Barranco Seco el 19 de octubre de 1959. De ahí salió la comitiva, que todos los que la esperaban agazapados observaron con pasmo. Con cuidado siguieron el camino de esta comitiva que se dirigió al cementerio de El Sabinal, donde fue enterrado. Poco después cuando llegaron los amigos de Juan García, el sepulturero levantó las manos y dijo “no me maten, no me maten”. “No venimos a eso”, replicó uno de ellos.

Después, el vacío. El vacío existencial de los allí presentes. El vacío que crea la indignación. El vacío en las palabras huecas pero llenas de dolor que trasladaron a la familia de El Corredera “German Pires, Manuel Padorno, el famacéutico de Telde y el señor del coche de Telde” -como lo recordaba Padorno en sus cartas- .

En la convocatoria que se hizo para pedir clemencia por El Corredera había unas 120 personas. Entre ellas, Luis Jorge Ramírez, “el estadista” Carlos Bosh, Mercedes Gavilanes ?“esposa del médico que tenía la consulta en Santa Ana, una mujer muy íntegra”, según recuerda Betancor-, Malena Cantero o el Pollo del Faro. Además, unas 70 personas llegadas de Telde, trabajadores de Escobio, estibadores del Puerto de la Luz y de Las Palmas, trabajadores de Ojeda y algunos más a los que Josefina Betancor y José María Millares, en la distancia, admiraron y recordaron con gran gratitud. A pesar de todo, no hubo clemencia. Tal día como ayer, hace 50 años, asesinaron a Juan García Suárez, El Corredera.

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