La gratuidad de los libros de texto no se nota en los bolsillos

El final de curso sorprendió a los padres con la noticia de que no tendrían que asumir el gasto de los libros de texto, pero con la “vuelta al cole” han recibido como un jarro de agua fría “la letra pequeña”. A toda prisa y sin haber planificado el gasto llenan las librerías para comprar los manuales que los colegios no pueden comprar con 100 euros por niño.

A finales del curso pasado, los padres de alumnos de 1º, 2º,5º y 6º de Educación Primaria y de 1º de Secundaria recibieron con agrado y sorpresa una circular de los colegios ?públicos y concertados- en la que se les informaba de que no tendrían que adquirir los libros de texto del año siguiente, gracias a la puesta en marcha de su gratuidad en todos estos centros y niveles de Canarias por parte del Gobierno autónomo.

El anuncio público de la Consejería de Educación vino a corroborar esta noticia, dando a entender a las familias canarias que la vuelta al cole iba a ser más llevadera para sus maltrechas economías. Sin embargo, los tradicionales listados de manuales que se adjuntan al informe de calificaciones finales que no se llevaron entonces de vacaciones han aparecido en las mochilas de sus hijos con el inicio del curso.

La confusión ha sido la tónica del ambiente en los centros, donde la pregunta más repetida ha sido “¿Pero no decían que eran gratis?”. Mientras, las librerías hacen su agosto en septiembre, atestadas de padres, a los que no se les explicó “la letra pequeña” de la medida autonómica, comprando a toda prisa y sin haber planificado ese gasto la retahíla de libros que les piden los colegios para el desarrollo de la enseñanza de sus niños.

La causa de este ir y venir es que la pretendida gratuidad es en realidad una subvención de 100 euros por cada alumno de los niveles reseñados, que la Consejería entrega a los colegios para que adquieran la cantidad de los libros seleccionados que puedan. El resto, corre por cuenta de las familias, que están gastándose en libros una media de entre 100 y 200 euros, según relatan padres y libreros.

En la librería La Isla de Santa Cruz de Tenerife, han tenido que recurrir desde que empezó el mes al dispensador automático de números para poder organizar las ventas. Gracias a este cómputo saben que han atendido diariamente a un número no inferior a 300 personas, muchas de las cuales, además, compran manuales para más de un niño.

Pese a que el Gobierno ha destinado 5 millones a esta ayuda parcial y los colegios prefieren mayoritariamente hacer los encargos directamente a las editoriales, el encargado de La Isla asegura que “no hemos notado en absoluto un descenso de las ventas con respecto a otros años”. Esto ofrece una idea de la insuficiencia de la medida aplicada por la Consejería, ya que la cantidad del material didáctico prescrito es tal que las familias apenas han reducido su gasto en libros con respecto a otros años.

“Una ayuda siempre es bien recibida”, dice una madre, agradeciendo la subvención, “pero entonces que no nos digan que los libros van a ser gratis, sino que no va a haber que comprarlos todos”.

Las prisas a las que ha llevado la implantación de esta medida también molestan a los padres, que otros años disponían de tres meses para gestionar las compras y organizar su economía de cara a esta inversión, que implica un importante gasto “extra” en el mes de septiembre. “Para los padres, la cuesta de enero es en septiembre”, se quejan, demandando más apoyo para dar a sus hijos una educación “supuestamente pública y gratuita”, pero no por ello exenta de gastos, como el comedor escolar, las actividades extraescolares, el transporte, los libros, el material y los uniformes o la necesaria reposición del vestuario.

Al no saber con antelación los libros que deben adquirir, los padres se quejan también de que no pudieron hacer la reserva en los plazos que fijan los centros comerciales, “que siempre aplican un descuento que disminuye el coste total en parte” y además reduce la complicación de compilar todo lo solicitado “sin tener que ir de librería en librería hasta conseguirlo todo”. “Con el poco tiempo que tengo una vez terminadas las vacaciones, ahora tengo que buscarlo de donde sea para resolver algo que parece tan fácil pero es una tortura”, asegura una madre trabajadora.

Colas en las librerías

El hecho de recibir listados de libros una vez iniciado el curso con apenas margen de tiempo ha motivado escenas peculiares en las calles, con colas interminables de personas esperando su turno para adquirir los textos que muchas veces deben dejar encargados, por la demanda masiva. “Apenas hemos podido cerrar a mediodía y no hemos tenido tiempo de ir a desayunar en dos semanas, no hemos parado”, explica un librero para evidenciar el volumen de ventas de los últimos días.

Además, el sistema de préstamo escogido por el Gobierno no parece adaptarse a las necesidades de los niveles más bajos entre los seleccionados para la implantación progresiva de la subvención. “Tengo dos niñas en 1º y 2º de Primaria y la mayoría de los libros son para trabajar sobre ellos, con lo que no sirven para los del curso siguiente, así que me dicen que esos tenemos que comprarlos”, explica una madre, que ha tenido que afrontar un gasto superior a los 100 euros para comprar “libros supuestamente gratuitos”. La cantidad de manuales solicitados es tal que no “acabo de comprender cuáles son los que ha comprado el colegio y he pedido verlos para creerme que me dan algunos gratis”. “Si tienen que comprarlos nuevos cada año porque los niños son chiquitos y no sirven cuando están ya escritos, que lo hagan, y si no, que no me digan que me los van a dar gratis”, añade.

Por si esto fuera poco, al lote de libros se une el aporte de material escolar que solicitan los profesores para que los niños puedan trabajar en clase, que en los cursos inferiores supera también los 120 euros. Así, pese a que “Canarias se suma a las comunidades autónomas donde los libros de texto son gratis”, lo cierto es que el material lectivo para el curso supone a las familias un gasto por niño cercano a los 250 euros, a los que hay que sumar los mencionados anteriormente.

Los padres consideran que sería más positivo dar a las familias una subvención directa para el inicio del curso, que además tenga en cuenta el número de hijos, con la que puedan asumir los gastos que necesiten “porque muchas veces podemos conseguir los libros de un hermano mayor, un primo o el hijo de un amigo y así podríamos utilizar ese dinero en el material, que tiene que ser nuevo, los chándals, zapatos o cualquier otra cosa que sí necesitemos comprar”.

La falta de ayuda a las familias numerosas es otra de las quejas escuchadas a pie de cola. “Es increíble que en un país que dice que quiere fomentar la natalidad, los que asumimos esa responsabilidad social no contemos con ninguna ayuda”, asevera una madre de tres hijos, el más pequeño de ellos sin derecho a la subvención porque está en Educación Infantil, “precisamente donde los libros son más caros y se requiere más material”. “No se tiene en cuenta que yo tengo que multiplicar ese gasto por tres, con lo que en septiembre tengo que arreglármelas para sumar al presupuesto mensual, ya ajustado, unos 1.000 euros más para que mis hijos lleven al cole todo lo que necesitan”.

Además, hasta los propios libreros reconocen “por lo bajini” la carestía de los libros, explicando que prácticamente no hay uno que baje de los 25 euros, más de 4.000 pesetas, para dar una imagen más clara. Con estos precios, los 100 euros del Gobierno apenas llegan para sufragar el coste de cuatro libros, cuando el material didáctico es mucho más amplio. “Yo creo que las editoriales aprovechan estas medidas para subir los precios y complicar su oferta, convirtiendo en 'proyectos' con un montón de material anexo lo que antes era un simple libro”, opina un padre.

En definitiva, la conclusión de los padres y madres de familias canarios es que “diga lo que diga el Gobierno, la vuelta al cole nos deja pelados para el resto del año”, resumen con resignación.

La letra pequeña de la Ley

La Ley canaria para el uso gratuito de libros de texto establece una valoración económica de 100 euros por lote para cada alumno, y con este presupuesto por alumno, los centros deberán adquirir, con independencia de la modalidad elegida, los materiales que se consideren necesarios y que tendrán una durabilidad de cuatro años. No obstante, el Consejo Escolar del centro podrá variar la cantidad destinada a cada lote de libros y material escolar en función de los niveles educativos y de los niveles de renta de las familias del alumno o alumna, una acción que tendrá que justificar.

Son estos órganos de los centros, de acuerdo con los criterios que ellos mismos determinen y teniendo siempre en cuenta la renta familiar como factor determinante y necesidades de compensación social, los que designarán a los alumnos que recibirán cada lote de libros.

Como norma general, el nivel de renta de la familia del alumnado no deberá superar en más de un 10% el umbral de renta establecido en la convocatoria de ayudas al estudio del Ministerio de Educación y Ciencia.

Ayuda excluyente

El material será entregado a los padres, madres o tutores de los alumnos y alumnas, que deberán suscribir por escrito el compromiso de hacer un uso adecuado de éste, devolverlo al final del curso en el mejor estado posible. En el caso de ser beneficiario de una ayuda para el mismo fin de otra Institución (MEC, Cabildo insular, ayuntamiento, etc.), tendrá que devolver o comprar el material prestado una vez perciba la ayuda de la correspondiente institución.

Los centros velarán por el cumplimiento de los compromisos suscritos por las familias, especialmente en que no haya duplicidad en la obtención de ayudas. Asimismo, llevarán un inventario del material prestado y posteriormente devuelto y del estado en que se encuentra para su reutilización en el siguiente curso escolar.

Los libros de texto u otros materiales curriculares adquiridos con cargo a los fondos públicos son propiedad del centro educativo, de manera que los alumnos tienen la obligación de conservar el material en correcto estado y devolverlos al centro al finalizar el curso escolar.

Ante el uso incorrecto de los libros de texto o el incumplimiento de las normas establecidas para su uso, el deterioro o extravío del material, los beneficiarios tienen la obligación de reponerlo. Negarse a ello implica la renuncia del alumno a participar en el uso gratuito de los libros de texto para el curso siguiente y el centro podrá exigir el reintegro del coste de los libros, conforme a la normativa.

Al final del curso, con la colaboración de los padres de cada alumno, en la forma que establezca cada centro, se revisará el material para determinar si su conservación permite la reutilización para el curso siguiente.

Los libros de texto serán dados de baja cuando su grado de deterioro no permita su reutilización o cuando cumplan su período de utilización, fijado con carácter general y como mínimo en 4 años.

Antes de la finalización de cada curso escolar, la comisión de seguimiento de cada centro elaborará un informe sobre las necesidades de reposición de los libros, en el que se justificarán las causas por las que se requiere su reposición no son achacables a la mala utilización por el alumnado.

Así, antes del comienzo del nuevo curso los centros repondrán los libros y la adquirirán los nuevos lotes que sean necesarios ante el incremento del alumnado matriculado. De manera excepcional, dado que los materiales utilizados por el alumnado del Primer Ciclo de Educación Primaria son de difícil reutilización en cursos posteriores, la tasa de reposición para este ciclo queda establecida en un 60%.

Los encargados de elegir los materiales son los departamentos didácticos y/o equipos de ciclo y éstos tendrán una vigencia mínima de cuatro años.

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