Violencia Machista
El jurado declara culpable de asesinato al hombre acusado de matar a su mujer en Tenerife

El hombre acusado de asesinar a su mujer en Los Cristianos

EFE

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El jurado popular que durante esta semana ha participado en el juicio a un hombre acusado de acabar con la vida de su esposa en mayo del año pasado en Los Cristianos, al sur de Tenerife, lo ha declarado este viernes culpable de asesinato y han considero que cometió el crimen con alevosía sin que la víctima tuviera posibilidades de defenderse.

En la imposición de la pena, el Jurado sostiene que se deben tener en cuenta los agravantes de parentesco y de violencia de género.

En concreto, se avala la versión de que la mujer estaba acostada en horas de la tarde cuando su marido la atacó primero con unas tijeras causándole numerosas heridas en el cuello pero que no resultaron mortales.

Por ello, a continuación se dirigió a la cocina y cogió un cuchillo de grandes dimensiones, mientras ella se refugiaba en el patio intentando en vano cerrar la puerta dada la fuerza del marido.

Con el cuchillo asestó siete cuchilladas en el pulmón y corazón que en esta ocasión sí resultaron mortales.

Las acusaciones piden 22 años de cárcel, 10 de libertad vigilada y el pago de 100.000 euros, que la defensa de las hijas eleva a 112.000 a cada una de las hijas, mientras que la defensa cree que se le deben imponer 10 años de prisión y el pago de 31.800 euros a las hijas.

La Fiscalía pedía que se reconociera que actuó con alevosía y que se trataba de un episodio de violencia de género, como aceptó el jurado.

Descartan que se tenga en cuenta que actuó enajenado y el atenuante de haber depositado 86.000 euros en el Juzgado para hacer frente a la responsabilidad civil al concluir que ese dinero no fue aportado voluntariamente sino por orden del Juzgado.

El acusado y la víctima estaban casados desde hacía más de cincuenta años y pasaban la mitad del año en Vigo y el resto en Los Cristianos, al sur de Tenerife, donde ocurrió el crimen.

Parte de lo sucedido fue visto por la vecina del piso de arriba quien observó a la mujer ensangrentada intentando cerrar la puerta del patio y al hombre con cara de “endemoniado” entrar con un cuchillo en la mano. Esta vecina dijo que resultaba habitual que el condenado gritara pero lo atribuía a que padece una sordera crónica.

El jurado también basó su veredicto en los informes periciales que venían a avalar el relato de la Fiscalía sobre cómo se produjo el asesinato.

Según los expertos, el hombre sufría de un trastorno paranoide que se plasmaba en ser narcisista, suspicaz, desconfiado además de tener rasgos de misógino y ser propenso a arrebatos violentos pero todos coincidieron en que estos rasgos de la personalidad en ningún momento implican que no sea capaz de poder controlarse y que sabía muy bien lo que estaba haciendo.

Una de las hijas dejó de hablar con la madre durante 21 años al no comprender cómo había tomado la decisión de volver con el padre después de todo lo ocurrido y no fue hasta seis meses antes de la muerte que ambas volvieron a tomar contacto, por recomendación del psicológico que aún la sigue tratando.

Además, de golpes y desprecios, las hijas también eran continuamente vejadas por los insultos del padre.

La menor sí mantuvo siempre contacto constante con ella ante el miedo a que finalmente ocurriera lo que pasó aquella tarde.

Las dos hermanas relataron que los maltratos eran continuos y tenían que llamar a la policía nacional casi cada día pero los agentes no podían hacer nada porque la mujer se negaba a presentar denuncias y ellos estaban impedidos acceder a la vivienda.

La víctima vivió durante años en una situación de pánico y recibía golpes y abuso psíquico y físico por cualquier motivo, según quedó de manifiesto en el juicio.

Las hijas se refirieron al procesado como “un auténtico monstruo”, “un ser despreciable” y “un maltratador habitual”.

Durante su declaración el primer día el hombre negó que hubiese acuchillado a la mujer y sólo reconoció una de las siete heridas pero aseguró que se originó en la caída de ambos cuando estaban en el patio forcejeando.

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