A la población no le interesa conocer el sufrimiento de los animales que se come

Cuando se habla de maltrato a los animales, los que sirven para la alimentación humana son los grandes olvidados, en parte porque la población desconoce los horrores a los que son sometidos, y en parte porque no le interesa ser consciente de lo que sufren antes de llegar al plato.

Así lo aseguró este viernes el filósofo australiano y profesor de la Universidad de Princeton Peter Singer con motivo del I Encuentro Internacional de los Derechos de los Animales que se celebra en Gran Canaria.

Los animales son sometidos a todo tipo de abusos, pero los peores son los empleados en animales con fines alimentarios, sobre todo porque suponen el mayor número en cuanto a malos tratos, pues son millones las gallinas hacinadas en jaulas en las que no pueden ni desplegar las alas o los cerdos preñados a los que no se deja ni mover, explicó.

De hecho, estos animales son maltratados en todos los aspectos de su vida, pues desde el nacimiento a la muerte su existencia está controlada por el propietario de la factoría en función de una producción lo más barata posible y sin relación alguna con las necesidades de estos seres vivos, algo que pasa “con millones de animales continuamente”.

Sólo en Estados Unidos se mata cada año 10.000 millones de animales para alimentación humana.

La gente olvida a estos animales porque no los tiene en cuenta como “seres que sienten, que tienen conciencia y sufren”, sino como una propiedad, simplemente como “algo” necesario para obtener carne leche y huevos, aseguró.

Muchas personas no saben lo mal que se trata a los animales en las fábricas y se debe a falta de educación y todos “deberían saber de qué manera se produce el alimento que se consume”.

Otras veces, apostilló, se debe a que la gente “no quiere entrar en este tema” porque consumir animales es un hábito y sería una “preocupación” saber como se les trata en realidad.

“No queremos entrar en ello de manera honesta ni consciente porque supondría un cambio para nuestros hábitos de alimentación”, sentenció.

Este pensador especialista en conciencia animal recomendó, primero que nada, parar de tomar alimentos de animales procedentes de estas granjas y fábricas.

“Tal vez más adelante fuese posible también que la gente dejase de comer animales” cualquiera que fuera su procedencia, aunque con parar de alimentarse de los procedentes de factorías ya se contribuiría a que tuvieran una vida más digna y en libertad.

En referencia a la legislación española, que no permite el maltrato a animales, pero deja abierta la puerta para espectáculos tradicionales como las corridas de toro o las peleas de gallos, exclamó que es “terrible”.

A su juicio, ello anima a la población a pensar que la crueldad a los animales está justificada cuando se trata de una cuestión relativa al entretenimiento, y es “horrible” que la gente así lo crea.

El filósofo australiano, cuya conferencia recorre el modo en que los pensadores han visto a los animales desde Aristóteles o Santo Tomás de Aquino hasta la actualidad, advirtió que no es adecuado discriminar a los animales por cuestión de especie porque es como marginar a una persona por cuestión de raza.

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