La pobreza eleva el riesgo osteoporosis

Alexis González / Alexis González

“Todo es una cadena: el estilo de vida, la obesidad, la diabetes... pero lo que no se sabía es que la pobreza afectara también a la osteoporosis, no tanto por una cuestión económica, si no más bien por un nivel cultural bajo”. Quien así se explica es el doctor grancanario Manuel Sosa Henríquez, jefe del Grupo de Investigación en Osteoporosis y Metabolismo Mineral de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), que ha visto recientemente publicado un estudio en la revista Clinical Endocrinology sobre el impacto de la pobreza en la enfermedad de los huesos.

La investigación llevada a cabo junto a la doctora Mari Carmen Navarro, profesora de Estilos de Vida de la ULPGC, se ha centrado en mujeres de bajo poder adquisitivo de la isla de Gran Canaria, y las conclusiones recogidas en el artículo destacan, en palabras de Sosa Henríquez, que “existen muchas más patologías que las conocidas como la obesidad o la diabetes entre los sectores menos pudientes de la sociedad canaria, por llevar estilos de vida menos sanos, más perjudiciales para la salud, y entre ellas está la osteoporosis”.

El investigador ha explicado este lunes a CANARIAS AHORA que “llevamos tiempo trabajando en temas relacionados con la pobreza, y desgraciadamente está de mucha actualidad, porque Canarias se sitúa entre las regiones con más pobreza de toda España”. De esos trabajos de campo, surge ahora está conclusión que relaciona la carencia de vitamina D en las dietas de las mujeres con peor situación económica en la isla con la aparición de problemas osteoporóticos en la vejez, en directa influencia con los malos hábitos alimenticios.

“Los más pobres son personas que comen mal, que no tienen una dieta equilibrada, comen mucha bollería, croisans... papas fritas y eso provoca una prevalencia de la obesidad”, explica Manuel Sosa. “Los jóvenes canarios son los más obesos de toda España y la obesidad es ya un verdadero problema de salud pública, que conlleva diabetes, que también ostenta un triste récord en las Islas con una elevada prevalencia entre todas las provincias”, expone el doctor.

El trabajo sobre pobreza canaria y osteoporosis, firmado con otros investigadores de la Universidad de Sevilla y el Hospital Quirón de Madrid, se ha centrado en mujeres isleñas postmenopáusicas en las que se estudiaron los parámetros que regulan el matabolismo mineral de sus huesos: PTH, vitamina D, marcadores de remodelado óseo, además de otros estilos de vida y antecedentes como obesidad, peso, hipertensión, de acuerdo con el nivel socioeconómico.

Sosa Henríquez resalta que la novedad del estudio “es la constatación del hecho de que las mujeres postmenopáusicas pobres tienen más patologías que las mujeres que no lo son [pobres], que la pobreza se comporta como un factor más que empeora la salud de las mujeres, probablemente por su estilo de vida más perjudicial: hacen menos ejercicio, fuman más, están más obesas y por eso aparecen enfermedades relacionadas con estos factores de hipertensión y el síndrome metabólico”, que es la conjunción de varias enfermedades o factores de riesgo en un mismo individuo que aumentan su probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes mellitus.

Casi 5.000 millones de euros anuales en tratamientos

La línea de investigación abierta es fruto del trabajo en grupo de varios departamentos de la universidad grancanaria (Educación y Promoción de la Salud, Osteoporosis y Metabolismo Mineral, Matemáticas) con otros centros peninsulares en busca de un mayor conocimiento de las patologías en las que los estilos de vida jueguen un papel importante en su desarrollo, como pueden ser el sedentarismo, el consumo de tabaco o una dieta inadecuada, para tratar de desarrollar estrategias preventivas.

En este mismo sentido, Manuel Sosa, en colaboración con la catedrática de Economía de la ULPGC Beatriz González López-Valcárcel, del Departamento de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión, ha desarrollado un trabajo paralelo, también publicado en otra revista especializada, Medicina Clínica, en la que por medio de una herramienta algorítmica de patente inglesa denominada QFracture ha logrado una estimación de cuántas fracturas por osteoporosis se producirán en España de aquí a diez años entre hombres y mujeres.

El resultado arroja que 552.879 mujeres y 161.922 hombres, la mayoría de ellos de más de 70 años, sufrirán en la próxima década cualquier tipo de fractura, tanto de todas las osteoporóticas como de cadera, de las cuales estas serán casi la mitad, en 263.351 mujeres y 84.213 varones. De estas, la mitad de fracturas de cadera están previstas que se produzcan a partir de los 77 años.

Los datos indican que, incluso prescribiendo el medicamento de precio mínimo en el mercado (alendronato genérico), el coste del tratamiento de las diversas fracturas se elevará hasta 4.778 millones de euros anuales la próxima década.

La metodología ha sido producto de cruzar los datos de la Encuesta Nacional de Salud de 2006 con la fórmula QFracture, que aunque carece del auspicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y cuenta con el inconveniente de haber sido diseñada con medidas inglesas, es considerada por los autores como mucho más fiable, al ser plenamente transparente y no ocultar su fórmula algorítimica, como sucede con otras herramientas que llevan el sello OMS.

“Con este estudio, disponemos de una primera aproximación al riesgo que tiene la población española de sufrir una fractura por fragilidad en los próximos diez años”, explica el coautor. “No teníamos datos sobre esto, que es una estimación a partir de una escala, y ahora hay que ver si se cumple o no, pero sospechamos que sí”. En todo caso, el alto coste anual del tratamiento invita a elaborar programas de prevención de la osteoporosis, una enfermedad de músculos y huesos que en los últimos veinte años se ha mantenido estable entre las mujeres y ha disminuido entre los hombres.

Sorpresiva caída de casos entre varones

Manuel Sosa también ha venido recogiendo datos, en colaboración con el doctor Domingo Cabrera, del Hospital Insular, de la incidencia de fracturas de cadera en Gran Canaria, comparando los años 1989-1993 con el periodo 2077-2011. Este estudio epidemiológico gracias al análisis conjunto con el doctor L.J. Melton, de la prestigiosa Clínica Mayo, en Rochester (Minessota, EEUU) confirma la disminuición de casos masculinos y la estabilización entre las mujeres.

“Apenas hay datos en España sobre ello, pero es la primera vez que se documenta claramente un descenso de la incidencia en nuestro país, aunque solo sea en los varones. Las razones son desconocidas, pero es curioso cuando tenemos más fármacos para la mujer (13 frente a 5) que para el hombre y aún así desciende entre ellos”, apuntó Manuel Sosa a este diario.

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