La madre preadoptiva de 'Piedad' confiesa sufrir un ''tremendo calvario''

Soledad Perera, la madre preadoptiva de la niña canaria de nombre ficticio Piedad, confiesa sufrir un “tremendo calvario” tras verse obligada a entregar a la pequeña a la Dirección General del Menor y la Familia el 10 de mayo de 2007 por orden judicial. Desde entonces no ha cesado de vivir “un continuo supuesto ensañamiento de la justicia” con ella y su familia al llegar a su casa constantemente citaciones, providencias y multas. “Y todo porque la niña nos quería a nosotros”, sostiene.

Perera, de La Orotava (Tenerife), recordó que el próximo jueves 26 de febrero se enfrentará a un juicio en el Juzgado de lo Penal número 1 de Las Palmas de Gran Canaria por presunta desobediencia civil al resistirse a entregar a Piedad a Menores en 2007 para que regresara después con su madre biológica. Sin embargo, la niña ha vuelto a ingresar en un centro de menores de la capital grancanaria (el cuarto en su corta edad de siete años).

Según su testimonio, la Dirección General la buscó a ella para darle “una madre y una familia” a la niña, que presentaba “un grave riesgo si se le entregaba a la madre biológica”, por lo que las autoridades le asignaron a la menor en febrero de 2005.

Ahora, “la justicia por lo visto entiende que existe desobediencia civil, a pesar de que yo en todo momento presenté todos los argumentos que en derecho me amparan tanto jurídicos como médicos y psicológicos. Luché por defender los derechos de una menor que en ningún momento había sido escuchada”, agregó Perera, que lamentó haber admitido el consejo de un abogado y, en consecuencia, haber aceptado hace meses un acuerdo donde se le condenaba a 8 meses de cárcel por un delito de continuado de desobediencia.

“Estábamos bastante agotados por un procedimiento muy largo y nos planteábamos que si Piedad no había sido escuchada en ningún momento, no creíamos que la justicia nos fuera a escuchar a nosotros”, argumentó la mujer, que no se considera “nadie para luchar contra una pared” en caso de que la Justicia le vuelva a condenar por desobediencia con pena de prisión en el juicio de este jueves, en el que está personada la Fiscalía, la madre biológica y también la Dirección General del Menor, algo que estima “completamente surrealista”.

Un proceso ''sangrante“

En todo caso confía en “la justicia” y en sus abogados, al tiempo que espera “sobre todo que otros menores no se vean envueltos en unos procedimientos tan sangrantes y cruentos como estos donde los padres que defienden a estos niños, a quienes no se les respetan sus derechos como el de ser escuchados y valorados, no tengan apoyo y se vean solos y sean al final meros acogentes o padres preadoptivos y supongan para la Dirección General del Menor o las instituciones algo que no tiene ningún peso”, aseveró.

“Antepongo que la niña se sentía amparada, cuidada, protegida, segura y feliz en un medio familiar donde estaba, antes que el cariño que le teníamos nosotros porque en ningún momento buscamos una hija”, subrayó Perera, que recordó que su familia ya tenía “la vida resuelta” y tenía dos hijos biológicos y una niña adoptada antes de acoger a Piedad.

“Carencias afectivas”

En su opinión, la pequeña “ha sido objeto y ha estado muy lejos de ser un sujeto con derechos”, así como reiteró que en el seno familiar la niña “había superado muchas carencias que trajo del centro de acogida, donde había estado bien cuidada pero nunca se suplía la figura de una madre y la tuvieron que proponer en adopción porque mostraba unos signos de carencias tremendas afectivas que se le manifestaban de forma psicosomática, como con eczemas en la piel, broncoespamos, dificultades para conciliar el sueño y problemas de masticación”.

Así pues, “la niña estaba muy feliz en el seno de esta familia y siempre decía: ”soy feliz y no quiero que esto acabe“”, recuerda emocionada Perera, que apunta que, de hecho, ése “era el sueño que 'Piedad' había pedido en su carta de Reyes durante los años en un centro de acogida”.

La niña fue retirada por personal de Menores el 10 de mayo de 2007 cundo estaba ingresada en una clínica del norte de Tenerife tras padecer dos crisis epilépticas. Desde ese día su habitación permanece “igual” y su presencia está en los “corazones” de los miembros de su familia preadoptiva, que desde su marcha vive una “auténtica pesadilla por no poder ni siquiera verla a pesar de solicitarlo por escrito en reiteradas ocasiones por humanidad y por caridad”, comentó Perera.

“Cree que la abandonamos”

“Esa niña cree que la abandonamos. Creo que hemos sido ya bastante castigados y machacados por las instituciones y no nos consideramos delincuentes para estar pagando este precio tan alto, donde es tan fácil entender lo que son los principios y la humanidad”, destacó la mujer.

En cuanto a la madre biológica de la cría, Perera eludió hacer declaraciones y se remitió a todos los informes que “formaban parte del expediente judicial”. “No quiero convertir este tema en una guerra de adultos, sino en la defensa de los derechos de una menor”, apostilló.

Por último, Perera dejó claro que Piedad nunca estuvo con ella en acogimiento provisional, sino que se la “dieron en la modalidad de adopción o acogimiento preadoptivo”. “A la niña la despidieron del centro de menores donde había estado tres años y entró en casa de mamá y de su familia”, concluyó.

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