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El Cabildo se compromete a paralizar la tala indiscriminada de árboles en Gran Canaria

En los últimos años el paisaje isleño ha perdido centenares de árboles

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —

Cruzar una carretera del centro de Gran Canaria flanqueada por laureles centenarios quizá es una de las estampas más significativas de la isla. Sin embargo, en los últimos años el paisaje isleño ha perdido una gran cantidad de masa arbórea a causa de la tala indiscriminada.

La Asociación para la defensa del Árbol y del Paisaje (Adapa) ha estado los últimos meses batallando con el Cabildo por una solución a este exterminio natural. Este viernes la organización ha conseguido que el gobierno insular aplique una moratoria que paraliza la tala de árboles hasta que se estudie y analice la situación. La Consejera de Política Territorial, Ana Kurson, y el Consejero de Obras Públicas, Carlos Sánchez, se han comprometido a establecer una política más compleja para proteger el paisaje. El presidente de Adapa, Rafael Molina, reconoce que este paso es un símbolo de esperanza para lograr el fin de unas talas que están dejando determinadas zonas de la isla huérfanas de vegetación.

Adapa es una organización de 150 miembros que nace a raíz de la poda excesiva de muchos árboles de Gran Canaria y está compuesta por personas de diferentes ideologías, como el ex alcalde de Santa Brígida, Manuel Lezcano; Diego Cambreleng, o Ángel Tristán Pimienta. “No somos fundamentalistas, lo que queremos es paralizar la tala indiscriminda e injustificada”, defiende Molina.

En los últimos cuatro años, la zona de la carretera del centro ha perdido más de 800 árboles, sobre todo en San Mateo. El sur de la isla tampoco se ha salvado, llegando a desaparecer en dos años más de 3.000 palmeras y árboles. Rincones que desbordaban vida con ficus, laureles de Indias o jacarandas están perdiendo toda la singularidad de la que gozaron antaño por unas talas “sin sentido”, manifiesta Alfonso Molina.

La desaparición de estos árboles responde según Adapa a una falta de sensibilidad por parte del Cabildo, institución que ha establecido esta práctica drástica para solucionar quejas de los vecinos molestos por las raíces de los árboles, para ensanchar carreteras, construir nuevas vías o aparcamientos.

Además, la asociación también muestra su desconfianza hacia las empresas taladoras “que pueden cortar más de lo permitido para vender más”, expresa Molina.

“Los árboles son parte de nuestra historia, de la imagen de la isla, podemos disfrutar de esos paisajes abovedados, del frescor” recuerda el presidente de Adapa. Matiza que ellos no se oponen a la construcción o mejoras de las carreteras sino que el Cabildo debería comprometerse a proteger “unos paisajes con alto valor”.

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