Las grandes zonas agrícolas de EEUU levantan polvo que llega hasta Europa

Polvo sobre las islas Canarias. EFE

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Las calimas del Sahara atraviesan regularmente el Atlántico en un ciclo natural que aporta fertilizantes al océano e incluso al Amazonas, pero no es tan conocido que América también exporta polvo a Europa y a África y, menos aún, que los “culpables” podrían ser los granjeros de EEUU.

La Agencia Estatal de Meteorología, la Universidad de La Laguna (Tenerife) y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC en Barcelona publican en el último número de la revista Atmospheric Chemistry and Physics un trabajo sobre los contaminantes atmosféricos que se detectan en el entorno del Teide cuando Canarias no está bajo el influjo del polvo sahariano, cuya entrada desde el este suele concentrarse entre julio y agosto.

Los autores del artículo recuerdan que ya se ha demostrado que el monóxido de carbono (CO) y el ozono (O3) que generan los incendios forestales y la contaminación urbana de Estados Unidos y Canadá atraviesan el Atlántico empujados por los vientos del oeste, pero subrayan que, hasta el momento, se ha estudiado poco sobre si las partículas en suspensión hacen el mismo viaje por la atmósfera.

En su caso, han analizado las partículas de diámetro inferior a 10 y 2,5 micras (PM 10 y PM 2,5) que se han recogieron durante cinco años en los instrumentos del observatorio meteorológico del Teide, en Izaña (Tenerife), un enclave situado a casi 2.400 metros de altitud que durante buena parte del año recibe vientos del oeste.

Los responsables de este trabajo, cuya primera firmante es María Isabel García, investigadora de la Aemet y la Universidad de La Laguna, han determinado incluso las regiones concretas de EEUU de donde proceden las partículas en suspensión que atraviesan la atmósfera hacia Europa, en función de los regímenes de vientos dominantes en Norteamérica durante cada estación del año.

En invierno, los vientos del oeste que cruzan sobre el Teide proceden de los estados del sureste de EEUU; en primavera, de la regiones centrales del país; y en verano, del este de Canadá.

La observación realizada en Izaña desde febrero de 2008 hasta agosto de 2013 ha determinado que el 58% de las partículas que llegan a Tenerife con los vientos procedentes de Norteamérica son polvo (2,8 microgramos por m3), el 24% materia orgánica (1,23 microgramos/m3), el 9% sulfatos de origen distinto al marino (0,47 microgramos/m3) y el 2% amonio (0,1 microgramos/m3).

El viento también transporta hacia Tenerife carbono elemental emitido por los coches o las centrales eléctricas que queman combustibles fósiles, pero en cantidades menores que las anteriores.

Los meses en los que el observatorio del Teide recibe más carbono desde Estados Unidos (0,03 microgramos/m3) se distribuyen de mayo a septiembre, coincidiendo con el periodo en el que los vientos del oeste cruzan estados muy urbanos e industrializados, como Chicago, Detroit, Nueva Jersey, Filadelfia y Nueva York.

Sin embargo, los autores subrayan que sus resultados revelan que “una parte significativa de los aerosoles orgánicos podrían estar relacionados con fuentes distintas a la combustión y que el polvo que llega de Norteamérica podría atribuirse actividades ligadas al uso del suelo”, en particular, a la transformación de zonas naturales en grandes campos de cultivo y de pasto para el ganado.

Por ello, remarcan, el futuro de las partículas que Norteamérica emite a la atmósfera “se verá influido no solo por las políticas aplicadas a zonas industriales y urbanas, sino por el uso de los suelos que potencialmente pueden generar polvo, especialmente aquellos destinados a la agricultura y a la ganadería”.

“Y estas emisiones de polvo debería ser tenidas en cuenta en las normativas sobre calidad del aire y mitigación del cambio climático”, concluyen María Isabel García, Sergio Rodríguez y Andrés Alastuey.

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