El día que La Laguna rememoró el fuego
Como en aquella mañana infausta de enero de 2006 en la que el Palacio Salazar, sede del Obispado, se convirtió en pasto de las llamas, La Laguna fue tomada este viernes por un despliegue de equipos de emergencias que a más de un lagunero desprevenido le atragantó el desayuno. Aunque no hubo olor a humo, helicópteros pasando a ras de los edificios o el jaleo de aquel día, sí es cierto que el simulacro realizado en la parroquia de La Concepción tuvo mucho de real.
Unos 70 efectivos del Consorcio de Bomberos, Protección Civil de La Laguna, diferentes cuerpos de policía, Cruz Roja, Servicio Canario de Salud y Aena se sumaron a un ejercicio que comenzó cuando, pasadas las 11:00 horas, se produjo un supuesto terremoto que acabaría derivando en un incendio en el templo. Para resolver la contingencia se desplazaron hasta el lugar camiones de bomberos, ambulancias o decenas de efectivos policiales que acordonaron las calles aledañas –y las no tan aledañas– y hasta despejaron la zona de los típicos curiosos de todo suceso que se precie.
Por no faltar, no faltó ni un hospital de campaña, heridos que parecían estar realmente heridos o la retirada de alguna obra de arte de la iglesia. “De las de no mucho valor”, precisaba el párroco, Jorge Fernández del Castillo, como en un intento de que no se le echasen encima desde el sector cofrade. En opinión del sacerdote, este tipo de actuaciones son importantes para, de darse un caso real, poder proteger el “rico patrimonio” de La Laguna. “Como párroco me da más seguridad saber que hay un proyecto en el que está todo muy bien definido”, expresó.
En concreto, este simulacro es la conclusión de dos años de trabajo y en él se aplican muchas de las “buenas prácticas” diseñadas a lo largo de este tiempo, explicaba el consejero de Seguridad del Cabildo de Tenerife, José Antonio Valbuena, que fue testigo de una suerte de ensayo que, apuntó, busca optimizar los recursos mejorando los tiempos de respuesta y, sobre todo, reduciendo los riesgos. En similares términos se manifestaba el director insular de Seguridad, Carlos González Segura, que resaltó que una práctica de este tipo contribuye a mejorar la coordinación entre las diferentes administraciones y cuerpos que intervienen en un supuesto real.
La otra cara de la mañana era la de los comerciantes. Con las calles cortadas y sin clientes, muchos de ellos no se mostraban tan entusiasmados con el simulacro. Todo sea por la prevención y el patrimonio.