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El tinerfeño Cristino de Vera lleva sus pinturas del silencio y el misticismo al CaixaForum de Madrid

Cristino de Vera, este martes en la presentación de su muestra 'Al silencio', en Madrid

EFE

Madrid —

El pintor tinerfeño afincado en Madrid Cristino de Vera, al que algunos consideran un anacoreta de la pintura, dice que el arte “es una forma de rezar y de expresar un sentimiento de religiosidad indefinido, sin un dios con nombre declarado”, y esa mística es la que irradia su exposición Al silencio, que este martes se inauguró en CaixaForum.

A sus 87 años, Cristino de Vera, que nació en Santa Cruz de Tenerife y está afincado en Madrid desde hace decenios, ha logrado que en el centro de Madrid, donde está la sede de CaixaForum, en medio del ruido, se pueda encontrar el visitante con una sala llena de luz, quietud y belleza que invitan al recogimiento con las casi 50 obras del artista, entre pinturas y dibujos a tinta, creadas en los últimos años.

Unas obras repletas de silencio y desnudez, con grandes espacios vacíos o con tan solo algún elemento, como una calavera, unas tazas, unos cirios, cruces, nubes o ventanas con el Teide detrás, que sirven al pintor para meditar sobre el infinito del tiempo y sobre la inexorabilidad de la muerte, pero también sobre el poder de la belleza y la luz.

“El arte es el escudo más bello que posee el hombre para escudarse del dolor; y el motor del arte, de la belleza, es arrancar el miedo, perder ese miedo que siempre persigue al hombre”, dijo en otra ocasión este pintor al que cuesta encasillar en alguna tendencia y que siempre ha estado fuera de etiquetas, circuitos, grupos, movimientos o ismos.

Como dice el programa de la muestra en Madrid, “para unos, es continuidad de la tradición a las puertas del siglo XXI, mientras que, para otros, es la renovación de un lenguaje basado en la figura, en la imagen”.

Toda una obra que posee un sello de identidad que lo “encumbra como uno de los grandes creadores” contemporáneos. Y unas pinturas construidas con un puntillismo sosegado en colores claros y armónicos que se alternan con las tintas de trazos limpios y puros, plagadas de meditación.

“Nací, pues, en un lugar donde la naturaleza, las cosas, la vida misma, era una ecuación de luz y sombras, de vida y muerte, de paz y terror, de alegría y melancolía”, dice este creador en el catálogo.

Cristino de Vera nació en Santa Cruz de Tenerife en 1931. Inició su formación artística en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos en 1946, donde tuvo a Mariano de Cossío como su primer maestro.

Establecido en Madrid en 1951, frecuentó los estudios de Vázquez Díaz y las academias libres del Casón y el Círculo de Bellas Artes, y la Escuela de Bellas Artes.

Su reconocimiento artístico se produjo en 1993, cuando el Museo Nacional-Centro de Arte Reina Sofía de Madrid le dedicó una exposición en solitario, a la que sucedería una muestra sobre sus dibujos en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria.

En 1997 cedió gran parte de su obra al Gobierno de Canarias, a condición de que esta fuera expuesta para disfrute y conocimiento de todos los canarios.

A esta exposición le acompaña un catálogo en el que escriben María José Salazar, Juan Manuel Bonet y Juan Cruz, quien considera a Vera un maestro para él, y con quien establece un amplio diálogo a modo de entrevista.

Y en ella dice el artista, a sus 87 años: “Creí que había aprendido muchas cosas, he sido un modesto discípulo. He aprendido mucho de Zurbarán. Y he aprendido que a las artes hay que quitarles el ramalazo de bobería, de maldad, de estupidez y de éxito, el yo y el ego. Ahora es todo de una complejidad tan grande, que ya no sabemos lo que hay, se abre la puerta del misterio total”.

Vera es un creador que ama la paz, la austeridad y el silencio y que detesta los falsos brillos.

En paralelo a la exposición, el 25 de octubre, el pintor dialogará sobre su trabajo en la sede de CaixaForum con el exdirector del Instituto Cervantes, crítico de arte e historiador Juan Manuel Bonet y con el poeta, ensayista y traductor Andrés Sánchez-Robayna.

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