Eva Palacios, cineasta: “Las chabolas de Tijuana, tomadas por helicópteros y patrullas fronterizas, son al mismo tiempo el lugar donde juegan los niños”

Eva Palacios, en Guía de Isora, donde participó en la muestra AfroLatam

Tenerife Ahora

Santa Cruz de Tenerife —

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Los relatos de los niños que viven a ambos lados del muro fronterizo entre México y Estados Unidos, sin conocer qué ocurre al otro lado, sus ideales y reflexiones conforman la propuesta de Eva Palacios para la sección de animación en AfroLatam, la muestra de cine de realidad que hasta hace unos días se desarrolló en Guía de Isora (Tenerife).

Palacios presentó “un cortometraje de animación con técnicas mixtas 2D y Live action, donde conocemos el concepto de la otredad a través de los ojos de los niños, en la frontera entre México y Estados Unidos”.

Esta cineasta, que dirige el curso de licenciatura de Animación en Portsmouth, en Reino Unido, es productora de cortometrajes educativos para la BBC, y afirma que “lo que quiero es cuestionar qué hacemos cuando ponemos una barrera física en un mismo espacio, el impacto de las decisiones políticas que tomamos desde el punto de vista de los niños y cómo estas les afectan”.

¿Cómo puede resumir su experiencia en el taller de AfroLatam frente a los expertos que evaluaron su propuesta?

Es una experiencia muy interesante. Te hacen cuestionar tus proyectos y das un paso adelante muy interesante para conseguir financiación y desarrollar mejor el concepto.

¿Puede dar más datos de ese trabajo con niños a ambos lados de la frontera entre México y EEUU?

He grabado niños que viven justo en la frontera entre Estados Unidos y México, a ambos lados. Pero lo que realmente se trabaja es el concepto del otro: cómo se imaginan a los del otro lado. Cuando pones una barrera en un terreno exactamente igual, qué miedos, esperanzas e imaginación van construyendo la identidad del otro.  Una niña me dice que se siente atrapada, simplemente porque cuando jugaba con las lagartijas ellas sí podían pasar al otro lado tranquilamente.

Tengo un niño desde cuya casita se ve la frontera y cuenta que América le parece un lugar con muchas lucecitas y muy bonito, y me gustaría ver a mi papá venir a bordo de un camión grande. Cuando le pregunto dónde está su padre, me dice que lo mataron en un camión porque era poyero. Y boom, se vuelve todo un poco más oscuro… Luego otro me dice que allá no se pueden hacer carnavales porque las casas son enormes.

Si en el otro lado pregunto lo mismo, los niños te cuentan lo que escuchan, lo que ven en la tele y el fruto de su gran imaginación. Una niña me cuenta que no quiere vivir más en los Estados Unidos porque allí a todos los pequeños los cogen y los alistan en el ejército. Se trata de hablar de política desde un punto de vista mucho más fresco, sin preconcepciones.

Hice este proyecto con niños, porque estamos muy mediatizados e influidos. Si soy de izquierdas y veo a uno de derechas en la tele, desconecto, pero a un niño siempre lo escuchas. Y de esa manera hace cuestionarte como audiencia qué estamos haciendo al proyectar así nuestro punto de vista. Juego mucho con la imaginación de los niños.

Uno americano me dice que ellos no tienen fronteras, que los que la tienen son los mexicanos. No estamos acostumbrados a escuchar esa visión. Otras veces reproducen lo que los padres les están contando, lo que ven en la televisión y enfrente de sus casas.

Por ejemplo, el paisaje de las chabolas de Tijuana es todo el día helicópteros sobrevolando la zona y patrullas fronterizas de un lado al otro continuamente, como en una zona de guerra, pero, al mismo tiempo, es donde ellos juegan. Es cuestionarnos por qué estos niños tienen estas ideas. No es tanto qué piensan sobre lo que está pasando sino cómo ven su mundo en relación con el otro.

Aunque sea en Estados Unidos, es un proyecto que puede trasladarse a cualquier lugar del mundo. Son fronteras mentales. Puede ser entre Marruecos y España, entre Gaza e Israel… Cuando tú no ves al otro, cuáles son los miedos, cómo construyes tu identidad en relación con el de enfrente.

Con esa mochila cargada de testimonios tan potentes, ¿por qué usted opta por un proyecto de animación en vez de uno convencional?

Porque la animación es maravillosa. Todo tiene un porqué. La animación te dota de más posibilidades a nivel narrativo: nos podemos abstraer y podemos contar mucho más contenido en muy poco tiempo. Por ejemplo, si quieres hablar de libertad, conviertes a un niño en un pájaro que salta la valla y eso lo haces en dos segundos, pero también nos podemos abstraer más. Es un mix media, imágenes reales, dibujos de los niños sobre cómo ellos ven la frontera y a los de enfrente, y luego la fantasía. La animación nos permite movernos de la dureza de la imagen a un momento de imaginación, a espacios que el documental no llega.

¿Qué resultados espera tras su paso por AfroLatam?

Primero, personalmente me he centrado en el proyecto y ello me permite dar un paso más para seguir haciéndolo. Ahora hemos alcanzado un nivel de propuesta y concepto muy sólido para encontrar la financiación y acabarlo.

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