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El culto no existe

‘Instrumentos insonoros’ (2017)

Kumar Kishinchand López

Santa Cruz de Tenerife —

- Neomismos. El fin de un pretexto. Autor: Carlos Nicanor

- Galería Artizar, San Cristóbal de La Laguna. Hasta el 1 de abril

- Curadora: Dalia de la Rosa

Si la obra precedente de Carlos Nicanor podía considerarse libre de asideros, en esta ocasión el artista grancanario acude a una de las corrientes históricas más representativas del arte europeo, el Barroco, para ejecutar una transposición de elementos representativos de ese periodo en Neomismos. El fin de un pretexto.

La muestra aparece presidida por un quinteto de cuerdas: Instrumento insonoro, cinco arpas invertidas que configuran una estela que dignifica la sala otorgándole un boato temporal. Este ornato ceremonioso característico del Barroco ha quedado previamente señalizado por una aparición pop en El Antagonista I, una forma ovoide coronada por un halo de santo que se contrapone al territorio movedizo en el que se estructurará la muestra en Cartografía de la Isla de las Tortugas.

Los marcos de las piezas cobran particular importancia en la obra expuesta ya que se estructuran como una parte fundamental de la revisión histórica llevada a cabo por el artista grancanario. Los títulos remiten a bodegones clásicos y a tejidos característicos de la época, pero solo contienen como referencia a ella estos objetos de madera que los rodean. El caos se va haciendo presente en las distintas capas pictóricas presentes en estas obras, que pugnan por escapar del territorio al que han sido confinadas.

Esta alteración de conceptos y referencias queda también expresada en el Retrato de la Familia IReal, que pervierte el formato y la colocación de un cuadro de estas características, brotando formas poligonales del tejido informático que configura el fondo. Esta construcción forma parte de un amplio políptico que contiene otra serie de menciones al periodo histórico. Al modo de un retablo deconstruido o un gabinete de curiosidades, se acumula una sangre que a borbotones produce risa y a la que tan aficionados fueron los escultores españoles de aquellos siglos, una desnaturalizada marina, un nuevo retrato individual de corte, las mascotas -no olvidemos Las Meninas- e incluso joyería.

La sátira y la burla se van imponiendo a pesar de la dureza de los conceptos tratados. Carlos Nicanor consigue pervertirlos mediante el humor y la ironía, y ello no hace sino alejar el sufrimiento, situándolo en el plano de lo anecdótico y lo absurdo. Las menciones al culto y a la muerte -la calavera UbiSunt- quedan encuadradas en un ejercicio de virtuosismo artístico que roza en ocasiones lo pop y en la libertad del artista de tomar aquello que le venga en gana. Todo puede ser la copia de la copia de otra copia. El secreto es no convertirse en un ventrílocuo.

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