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La crueldad y la injusticia vuelven a cebarse con un Tenerife muy superior a Las Palmas (1-0)

Momo y Ricardo en el derbi.

Ramón Hernández/Radio Marca Tenerife

Santa Cruz de Tenerife —

Injusticia y crueldad máxima para el Tenerife en el derbi. El clásico del fútbol en el Archipiélago Canario se saldó con un pírrico y rácano 1-0 a favor de Las Palmas, en un choque donde los de la isla del Teide volvieron a demostrar, como ya hicieran en la primera vuelta, que son superiores a su eterno rival. Cervera le ganó la partida a Lobera, introduciendo, de inicio, un trivote con Alberto, Aitor y Ricardo, además del canterano Nano, que sustituyó a Ayoze Pérez. En un encuentro donde los blanquiazules merecieron mucho más, y donde se encontraron con varias decisiones arbitrales controvertidas en su contra, la Unión Deportiva, noqueada en la mayor parte del partido, aprovechó el único error de la defensa tinerfeña, en el último minuto, cuando Vicente Gómez cabeceó a la red una falta lateral. La próxima semana, los de Cervera deben ganar, sí o sí, al Córdoba, en el Heliodoro, para no decir adiós al objetivo del Playoff, que ahora se complica.

En los compases iniciales ambos conjuntos conjuntos cumplieron con el rol que se les presuponía antes del choque. Los de Lobera controlando la posesión del esférico y el Tenerife aguantando bien posicionado y esperando salir en contragolpes rápidos, con la velocidad de Suso y Nano por las bandas.

Sorprendió el técnico amarillo con la suplencia de Masoud, que no fue titular a pesar de los 5 goles y 10 asistencias que ha repartido en la presente temporada. En su lugar, apareció el canterano Tana.

Lo cierto es que, al cuarto de hora de partido, los blanquiazules ya habían logrado romper el entramado defensivo de los locales, merced a las eléctricas acciones de Suso y Nano. Ese último protagonizó la primera gran galopada, en el minuto 14, pero su servicio no lo aprovechó Aridane Santana, que disparó muy desviado.

Tres minutos más tarde, otra vez Nano volvió a comandar el ataque, pero finalizó con un tiro que se marchó muy por encima de la portería de Barbosa.

Y es que, el Tenerife había conseguido contener la fulgurante salida de los grancanarios, que no podían superar a los de Cervera, muy bien posicionados en el centro del campo, gracias a un trivote que funcionaba, de momento, a la perfección. Además, los tinerfeños se sentían muy cómodos en su papel de esperar y salir a la contra, sobre todo porque la Unión Deportiva no inquietaba, ni de lejos, la portería de Roberto.

El paso de los minutos confirmaba todo lo anterior. Los blanquiazules, incluso, empezaron a robarle el esférico a Las Palmas con mucha frecuencia, buscando siempre a Suso como principal estilete ofensivo. El extremo nacido en Taco volvía locos, una y otra vez, a Xabi Castillo y a David García. En una de esas, sirvió a Nano, que vio la llegada, desde atrás, de Aridane, pero el pase de Nano lo interceptó Deivid, justo cuando el ariete de Vecindario se preparaba para hacer el primero.

Las Palmas no llegaba ni si quiera cerca del área, no tiraba a puerta, y Valerón, Tana y Aranda eran meros espectadores de un partido que dominaba, sin ningún problema, un sobrio y serio Tenerife.

Así las cosas, era cuestión de tiempo que llegase la oportunidad más clara de los visitantes. Fue en el 42, en otro córner que forzó Suso, que botó Ricardo y que cabeceó, libre de marca, Bruno. El cabezazo del central de Las Galletas salió rozando la cepa del poste de Barbosa. Por si fuera poco, a la impotencia de los jugadores de la Unión Deportiva se le unió la enorme pitada que se llevaron los de Lobera de los treinta mil aficionados grancanarios que veían como el eterno rival hacía y deshacía a su antojo en Siete Palmas.

Antes del descanso, Javi Castellano dió señales de vida para los suyos. En una falta sacada por Apoño, el canterano cabeceó al lateral de la red, en un fallo de marca de la defensa tinerfeña que no tuvo consecuencias.

La clara muestra de que lo que sucedía en el terreno de juego no le gustaba nada a Lobera, fue el doble cambio que introdujo en el descanso. Masoud y Vicente Gómez sustituyeron a Apoño y a Tana, en una clara declaración de intenciones ofensivas del entrenador amarillo.

El choque se equilibró y los locales empezaron a tener presencia en el área de Roberto, aunque sin conseguir generar opciones claras de gol. Al menos, los amarillos sacaron dos córners en cuestión de siete minutos, y, esta vez sí, se hicieron con el dominio de la posesión.

Pero el Tenerife logró contener las acometidas locales, y los minutos continuaron pasando, hasta que, en el 63, Edgar, que había sustituido al lesionado Nano, se encontró con un buen servicio, aunque excesivamente largo, que lo dejó sólo ante Barbosa. El de Arafo logró llegar y tocó el balón con la punta de su bota, pero el meta argentino consiguió blocar y despejar el peligro.

Por el camino, los grancanarios seguían buscando asociar a sus mejores jugadores. Vicente, Valerón y Masoud seguían sin encontrar su sitio en el campo, gracias al enorme partido de Alberto y Aitor Sanz, que demostraron que, hoy por hoy, no desentonarían en la máxima categoría, a tenor de su excelso rendimiento.

El miedo a perder se fue haciendo más evidente a medida que se acercaba el final del partido, sobre todo en el bando local, que llegó muy justo de fuerzas a los últimos minutos, y veía como los de la isla del Teide volvían a coger el mando del encuentro. Édgar y Aridane lo intentaron, en el 77 y en el 80, con sendos disparos que repelió Barbosa, en el caso de Édgar, y que lamió el poste y se marchó fuera, en el caso del nacido en Santa Lucía.

Poco después, el árbitro del partido se comió un claro penalti de Barbosa sobre Aridane. El cancerbero argentino salió mal a buscar un balón aéreo y, en vez de despejar de puños, impactó con Aridane, golpeándolo y derribandolo en la frontal del área pequeña.

Los de Sergio Lobera seguían confiando en que alguna acción aislada, apoyada en la calidad de varios de sus jugadores ofensivos, les propiciase una opción de hacer el gol del triunfo. Vicente lo intentó, a la media vuelta, dentro del área y rodeado de defensas, pero su tiro fue manso a las manos de Roberto, en el 84.

Pero en el minuto 90, llegó el desastre. Otra vez más, y somo sucediera en Jaén, al Tenerife se le escapó un valioso punto. En el único error de la zaga blanquiazul, en este caso de Alberto Jiménez, Vicente Gómez cabeceó a la red una falta lateral. De ahí al final, contínuas interrupciones y pérdidas de tiempo de una Unión Deportiva Las Palmas que ganó de la forma más rácana a un rival que volvió a ser superior a su adversario pero que, en esta ocasión, y de la forma más cruel, se fue de vacío de Gran Canaria.

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