El ave que luce mordida

El biólogo de Loro Parque Fundación Rafael Zamora Padrón, junto un ejemplar  de cacatúa palmera

D. M.

Santa Cruz de Tenerife —

Se llama cacatúa enlutada o cacatúa palmera y ofrece la singularidad de poseer una de las tres mordidas más potentes de las que se han registrado en la Naturaleza. Es un ave y se halla en Loro Parque, en Puerto de la Cruz, donde recibe los cuidados, entre otros profesionales, de Rafael Zamora Padrón, de Loro Parque Fundación.

Este biólogo conoce a la cacatúa palmera casi a la perfección y, sin duda, es la persona indicada para hablar con propiedad de las cualidades, los comportamientos y las condiciones físicas de esta ave. Lo cierto es que ese animal, pequeño y muy vistoso, esconde una secuencia de sorpresas, algunas de ellas al alcance de la vista humana, de la experiencia del hombre y, sobre todo, de los niños, gracias a Loro Parque.

De Nueva Guinea y el norte australiano

La cacatúa enlutada o cacatúa palmera es un animal propio de las selvas de Nueva Guinea y del norte australiano. Habita en bosques secundarios y su especie está representada por una pareja de ejemplares en Loro Parque. También hay varias en la estación de cría de Loro Parque Fundación, la meca de los centros de cría a escala mundial. Esta instalación alberga la mayor reserva genética de especies y subespecies de loros. Aunque no suele ser un buen hablador, la cacatúa enlutada o cacatúa palmera es un ave muy inteligente y reconoce a sus cuidadores de manera sorprendente.

Capaz de partir materiales muy duros

Una característica relevante de estas psitácidas es que están entre las tres mordidas más potentes de la naturaleza. Son capaces de partir el acero de 3,5 milímetros como si fuera un chicle o de romper nueces de macadamia (que cuesta hacerlo con un martillo) como si se tratara de un simple pasatiempo.

Incluso van destruyendo poco a poco su propio recinto de maya de acero. Por esta razón, Loro Parque ha introducido en ese espacio gran cantidad de madera, ya que les encanta roer. Esta es una práctica muy común y beneficiosa para desgastar los picos.

“Llama la atención cómo en una nuez de macadamia van buscando la ranura natural de la cubierta de la semilla y la parten rápido; tienen una habilidad especial con su pico. Además, son capaces de desalicatar una cuarentena en 10 minutos. Lo curioso es que lo hacen como una simple diversión, pues necesitan estar activas”, expone el biólogo Rafael Zamora.

Inteligencia y capacidad cognitiva

Otro de los rasgos de la cacatúa palmera es que “utiliza herramientas a modo de tambor. Usa trozos de palos para golpear troncos y hacerse escuchar en la selva o para llamar a su pareja. La parte sorprendente es el poder de presión que tiene su pico, algo que, sin embargo, no aplica con personas que la hayan cuidado ya que dócil con las personas y sabe dosificar su fuerza. Sin duda, esto dice mucho de su capacidad cognitiva y por eso se la compara con los chimpancés, porque son capaces de reprimir sus instintos”, añade Zamora. La cacatúa enlutada “sabe distinguir entre su pareja y los humanos. Algunas cacatúas palmeras han nacido en Loro Parque y otras son padres que han llegado de varios sitios del mundo”, explica.

Dificultades ante el contacto humano

Con una cacatúa palmera adulta es muy difícil establecer contacto, dado que el animal busca hacer territorio y es peligroso. “Con nosotros -dice Rafael Zamora Padrón-, existe una relación de cariño. A pesar de que están con su pareja todo el tiempo, ponen huevos y crían, y con su parental siguen teniendo un pequeño vínculo”.

Zamora reconoce que “nadie se atrevería a acercar la boca o el dedo a una cacatúa adulta. Yo lo hago, pero podría arrancarme la nariz o la oreja si quisiera. Aunque las fotos evidencian que ello es posible, resulta complicado que se deje subir a la mano y poder tocarla y acariciarla sin que ocurra nada. El cariño es mutuo”, subraya el biólogo de Loro Parque Fundación.

Con una larga lista de anécdotas

En los años de los decenios sesenta y setenta, cuando llegaban muchos loros a Canarias en barco o de contrabando en aviones, muchos canarios perdieron la punta de la lengua o la punta de la nariz por mordidas de loro, algo que está documentado en las Islas.

Esas personas los veían simpáticos ya que estos animales hablaban y algunos hasta se dejaban rascar, pero si a alguien se le ocurría sacar la lengua o aproximar los labios, el loro se los mordía. Aún hay gente en el Archipiélago que mantiene cicatrices del loro que todavía vive en su casa. Estas aves poseen un estatus repleto de privilegios y de cariño dentro del núcleo familiar.

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