El mensaje feminista rebosa en las calles del centro de Santa Cruz

Manifestación en Santa Cruz de Tenerife

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

Mucha gente no, más... Ha sido muchísima gente. Algo sorprendente para los tiempos que corren. La manifestación convocada por la Plataforma Feminista 8M en Tenerife ha reventado las previsiones más benévolas. La marcha que este jueves partió de la plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife a las siete en punto de la tarde será recordada por muchas cosas, por bastantes, pero una de ellas tendrá que aludir, sin duda, a que llenó, y lo hizo hasta rebosar, las calles del centro de la ciudad. El asfalto visto desde arriba se había transformado en una masa humana vibrante de color lila.

La cabecera de la protesta partió a la hora señalada y más de 60 minutos después aún había gente apelotonada en el lugar de origen. La respuesta de la población a la convocatoria ideada como colofón a la huelga feminista del 8M había dejado a todos con la boca abierta: a los policías; a los políticos presentes en ella, pocos y bastante relegados o escondidos, y a las propias organizadoras, que inicialmente cifraron la presencia en la calle por encima de las 40.000 personas. Algunos policías consultados por este medio tenían claro lo de decenas de miles de ciudadanos y asentían cuando se les indicaba que seguro que eran más de 30.000 (la Delegación del Gobierno cifró la afluencia en 25.000 personas). También comentaban que la protesta se había convertido en una de las más masivas de los últimos años, dentro del top 3.

La manifestación de este jueves en Santa Cruz fue, como se dice ahora, la bomba, una expresión de libertad, una canalización generalizada de buen rollo y una oportunidad antes nunca vista para lanzar a la sociedad, a todo el mundo, mensajes de calado feminista y sobre todo relacionados con una igualdad necesaria y justa.

A las siete de la tarde, ni un minuto más ni un minuto menos, la marea lila que ya se veía que iba a inundar el asfalto más céntrico de la capital tinerfeña arrancó sin hacer mucho ruido y con el mismo mensaje que encabezó todas las protestas en el resto del país: “Si las mujeres paramos, se para el mundo”. 

En Tenerife hubo de todo, y muy bueno, con mensajes lanzados a la muchedumbre, fiesta, ritmo y mucha alegría, la que aportaba el mismo hecho de percibir el triunfo de la convocatoria. También estaban los mayores, los jóvenes y las familias, y un enorme caudal de mujeres, que era lo propio.

Los eslóganes se encadenaban y vociferaban con la cadencia que fijaba una especie de animadora localizada en la cabecera de la marcha, con reclamos como “contra el patriarcado, huelga feminista”, o “que viva la lucha de las mujeres”, a los que se unieron otros quizá más directos e incisivos, como fueron: “Rajoy, escucha, mujeres en la lucha”, o “no estamos todas, faltan las asesinadas”. También los hubo más sorprendentes, como se dio con una de las casi infinitas pancartas: “Yo no salí de tu costilla; tú saliste de mi coño”.

Tras el arranque en Weyler y tras más de dos horas de tránsito lento, la manifestación desembocó en la zona de las plazas de España y la Candelaria, al lado de la sede del Cabildo insular, donde se produjo la acción final, antes de la disolución de la protesta, con la lectura de un manifiesto y un alborozo grupal y muy merecido porque toda había salido mejor de lo que se pensaba, a pedir de boca, que se suele decir.

Mucho antes de alcanzar esa especie de gran victoria final, los precedentes ya avisaban de que el desenlace de la jornada de huelga iba a estar cargado de emociones, de la felicidad del trabajo bien hecho y de la enorme respuesta de la ciudadanía al mensaje de las mujeres residentes en la isla de Tenerife. 

Durante la mañana, en los actos previos que había organizado la Plataforma Feminista 8M en La Laguna, con cacerolada y piquetes informativos, hubo más de 1.500 personas. A primera hora de la tarde, luego en Santa Cruz, también buenas noticias con el mismo formato, esta vez en la plaza anexa a El Corte Inglés y en torno a 2.000 seguidoras. Se veía venir... El tiempo soleado y fresco además invitaba a salir a la calle, y la explosión de gente fue tan descomunal que casi nadie se lo creía hasta que todos tuvieron que creérselo. Entonces se impuso la realidad de los hechos.

El feminismo y los que entienden este mensaje como algo muy saludable, que, como se vio este jueves en toda España, no son pocos ciudadanos, sin duda dieron una lección que jamás se debe olvidar. Eso sí, algunos políticos tienen que estar tirándose de los pelos en una noche más de tanto fútbol. Van dos tirones de orejas en un abrir y cerrar de ojos. Entre otros, al propio Mariano Rajoy, que tiene la costumbre de siempre llegar tarde a todo.

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