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Asustaviejas

Camy Domínguez

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Llegaron las elecciones locales y con ellas el tiempo de los asustaviejas. Ustedes dirán que vaya palabrita tan ofensiva me gasto. Pues sepan que el término, si bien no lo registra la Real Academia en su diccionario, viene siendo habitual desde hace muchos años en el argot del mercado inmobiliario de algunas zonas de Andalucía como Cádiz para denominar a personas cuya función es perseguir y acosar a inquilinos que viven en inmuebles pagando una renta baja, con la intención de que abandonen dichos inmuebles y así poder sacar un mayor beneficio alquilándolo nuevamente a otros por un precio más alto.

Me imagino que en nuestras islas, con todo lo que ha crecido el mercado inmobiliario, favorecido por el crecimiento del fenómeno del alquiler vacacional, con toda seguridad existirá actualmente un gran número de asustaviejas en este sector, pero no puedo aseverarlo pues únicamente me muevo como cliente y desconozco las mañas que se darán algunos propietarios que necesitan desalojar a sus inquilinos para sacarle mayor partido a sus viviendas.

Como por esa parte no tengo nada que comentar, sin embargo, como lingüista que soy, me permito usar el término asustaviejas para denominar por extensión a candidatos, afiliados y simpatizantes de un partido político cuya estrategia única, pues no parece a simple vista haber nada más, es convencer a los votantes, quizás a los menos avisados y más crédulos, de que, si votas a su contrincante político, te caerán una a una las siete plagas del apocalipsis.

Y es que, después de ver que a nivel general muchos candidatos que esta vez se presentan a las elecciones por nuestra geografía están quedando en entredicho merced a todo tipo de excentricidades, a algunos pocos que aún se mantenían dentro de los cánones de una cierta elegancia política les ha dado por caer en el modus operandi de los asustaviejas. Y es una verdadera vergüenza poco edificante y bastante vomitiva que tanta gente de dejara la vida para conseguir el derecho al voto para acabar en esta suerte de pseudodemocracia de patio de colegio (con perdón para los que son y han sido mis alumnos).

Solo hace falta estar cerca del entorno de un partido para notar cómo se prodigan, la falta de decoro, las sucias artes y la chabacanería en algunos partidos, que más que presentar a los vecinos su programa electoral, su proyecto político o sus candidatos, malgastan el precioso tiempo de la campaña en difamar, enfangar, insultar a aquellos candidatos que consideran un rival a vencer, dejando clara la calaña de personas que son, pensando que los votantes preferimos a tipejos insultadores que no tienen sino malicia que vendernos antes que personas serias que tienen un proyecto más o menos interesante. ¡Qué chiquitos nervios!

A mí me parece que, si alguien que aspira a ocupar algún cargo político no tiene un mínimo de decencia estando en campaña, guárdame un cachorro si llegara a conseguir ese cargo. Creo que lo que menos un pueblo se merece es ser gobernado por canchanchanes… Pero, como siempre, desde tiempos inmemoriales he oído decir que el pueblo es soberano y sabe lo que hace.

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