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Espacio de opinión de Tenerife Ahora

Concesión de libertad

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Indra Kishinchand López

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Quiero que ames libre

aunque sea sinmigo

Mr. Kilombo

Cuando me preguntan quién es M siempre contesto lo mismo: que no lo sé, que estoy por descubrirlo, que recurro a él cuando no tengo a nadie. Cuando me preguntan quién es M siempre pienso lo mismo: que lo más probable es que sea yo en todas mis versiones, aunque no sepa cómo explicarme.

Diría que M es todo lo que fui y todo lo que me gustaría ser. Son todas las palabras que no he dicho por miedo a encontrarme frente a un rechazo reiterado, los miedos que tuve y que afloran cuando la suerte me abandona y me grita que ahora me toca a mí arreglármelas para sobrevivir.

Antes era ella quién lo explicaba todo. Ella y la casualidad. Que pase lo que tenga que pasar, me decían. Ahora sé que si dos ciudades no coinciden es porque no han querido encontrarse, que luchar contra el tiempo también es una cuestión de ganas y hay quienes las perdieron en la primera batalla de una guerra que dura más años de los que se viven.

En esas contiendas es cuando se descubre con qué y con quién en medio del vertedero merece la pena seguir hasta la siguiente lucha. Lo más complicado es planteárselo y darse cuenta de que la soledad se acostumbra al cuerpo hasta llegar al cerebro.

En el fondo da igual lo lejos que vayas y las veces que mueras cuando tu carga no la puede pesar nadie más que tú, cuando el tedio se levanta contigo y te recuerda todos los días que hoy será otro de esos días en los que no vas a hacer lo que querías. Que hoy será otra tarde en la que te darás cuenta de que la comodidad y los años te inundan, que ya no eres valiente como antes, o que nunca lo fuiste. Será otra tarde de calor sofocante en el que sufrirás el delirio de pensar qué hubiera sucedido si la coincidencia te hubiera puesto dos minutos más tarde en otro lugar. Puta coincidencia, ¿no? Ella y la suerte.

Ninguna de esas dos tiene nada que decir cuando el amor se rompe; se van esfumando pasados los meses, para que creamos que no estuvieron aquí, que no fueron ellas las que nos rodearon de fango hasta ahogarnos. Para que olvidemos que a ellas les debemos todos los corazones rotos que se quedaron en el camino.

Que el amor es una concesión de libertad lo sabemos todos hasta que llega. Que M era renuncia solo lo supe yo.

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