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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Espacio de opinión de Tenerife Ahora

Henry se viste de paisano

A

Román Delgado

El rey o monarca de los plataneros canarios, el responsable de Asprocan hasta el lunes 6 de marzo pasado, ha tirado la toalla de forma irrevocable. ¡Sorpresa!, ¡sorpresa! Sin duda, algo inesperado. Seguro que ya usted lo sabía, como no podía ser de otra manera, que, quizá por tratarse de un abandono tan llamativo, la noticia se sirvió con amplitud de espacio en casi todos los medios informativos locales.

Henry Sicilia, expresidente de Asaga Canarias durante unos diez años, pretendiente de la Consejería de Agricultura del Gobierno regional por los siglos de los siglos (… y con primer asalto fallido en la actual legislatura autonómica) y más tarde titular de Asprocan, ya únicamente es, por ahora, solo por ahora, empresario de la agricultura y de la ganadería en las islas.

Bien mirado, esto no es poco, pero quizá, tratándose de una persona con tantas ambiciones personales, económicas y políticas, convenga inclinarse por que se trata de algo minúsculo, microscópico, tan pequeño como una pulga en un silo a reventar de grano.

El empresario platanero y ganadero Sicilia, la persona que la principal organización de productores de plátanos (OPP) de Canarias (o sea, Coplaca; o sea, Leopoldo Cólogan) brindó para liderar y unir hasta límites insospechados los intereses del principal cultivo de las islas y de la más hegemónica actividad agraria del archipiélago, ha dicho que se apea de la nave, sin remedio de continuidad, y que no sigue porque está o lo tienen (o ambas cosas a la vez) cansado, muy cansado, aburridísimo. Sicilia no aguantó un segundo más y tiró la toalla, como lo hacen los boxeadores que se ven vencidos y prefieren dar una oportunidad a la vida tras tumbarse sobre la lona sudorosa y esperar así a que termine la cuenta atrás del árbitro; en ese instante tan al límite, el camino más corto para sentirse a salvo de golpes certeros.

Henry Sicilia abandonó el barco de la organización agraria más potente, más influyente y más rica de Canarias, y esto último con muchísima diferencia respecto a todas las demás, tras cansarlos a todos, que es la otra versión del fenómeno; tras no saber unir (en lo que dijo que se iba a empeñar con todas sus fuerzas), sino todo lo contrario, y tras imponer casi un estado de sitio en la entidad que el 19 de abril de 2016, gracias al apoyo mayoritario medido en kilos comercializados (la suma ganadora de las OPP Coplaca, Agriten y Llanos de Sardina frente a la de los opositores: Plataneros de Canarias, Cupalma y Europlátano), le abrió las puertas de par en par. Hoy él ha sido el que las ha cerrado, y a casa…

Desde hace pocos días, la noticia es que Sicilia ya no está, y a rey muerto, rey puesto…, pero, a ser posible, que el próximo sea mejor. A la espera de la asamblea anual prevista para este mes de abril, las funciones de gran jefe ya están en manos del palmero Domingo Martín, hasta ahora vicepresidente de Asprocan y, por lo tanto, la persona que de forma interina y por mandato estatutario debe asumir la presidencia de la organización. Hoy no puedo evitar acordarme de algunos escondidos. ¿Qué pensará Leopoldo Cólogan de todo esto?, ¿qué Alonso Arroyo?, ¿qué Juan Pedro Dávila?, ¿qué CC y qué el PP…? ¿Qué Narvay Quintero? ¿Qué opinarán ahora tantos de los que en su momento lo apoyaron? ¿Y los que no…? ¿Algunos se sentirán molestos, quizá decepcionados…? Silencio en la sala.

Lo mejor de todo lo ocurrido, y me repito, es que a rey muerto, rey puesto…, pero que sea mejor que el que formalizó la renuncia el lunes 6 de marzo. Desde ya toca mirar al frente, intentar retomar la vía que sí conduzca a un futuro menos inestable, sin sobresaltos, que con los once meses pasados ya ha sido suficiente. Este siempre debe ser el reto, y desde el consenso, que fue justo esto, o bien uno de los factores principales, lo que echó por tierra el proyecto personal, muy personal y unidireccional, del señor don Henry Sicilia en su querida Asprocan.

Pero ¿qué paso ahí dentro para que Sicilia se cansara tan pronto? Poco ha trascendido, pero sí coincide mucha gente, y esto no son cosas de las malas lenguas, en que Sicilia iba muy a lo suyo y hacía lo que le permitían los kilos que lo encumbraron como presidente (el trofeo de Coplaca). Los kilos servían para imponer las decisiones y, tanto kilo tras kilo como argumento central, al final supuso la muerte del consenso y con ello de la participación ordenada y sensata en la toma de las principales decisiones vinculadas al sector platanero local. Por ahí pinchó y se desinfló el globo.

A Sicilia no le bastó con seguir la práctica más extendida entre sus predecesores: ser un amigo incansable de los medios tradicionales, algo que cuesta barato a Asprocan (muy económico para lo que año tras año gasta en comunicación y promoción de la marca Plátano de Canarias, por encima de cuatro millones de euros anuales), y a la vez estar quieto, parado. Tampoco le sirvió la cercanía a la política y a las estancias estatales y comunitarias más preciadas, donde el PP no dejó de abrirle huecos, unas veces justificados y otras con calzador. Menos aún lo acompañó su poco saber estar y el decir las cosas por detrás, con palabras lanzadas como navajazos. Ah, y tampoco parece que lo motivó lo suficiente el hecho de subirse el sueldo respecto a los emolumentos percibidos por el anterior presidente. Sicilia quizá pensó que Asprocan era Asaga, donde se movía (¿y se mueve…?) y mandaba a sus anchas. Ahora ha descubierto, once meses después de iniciar un recorrido en el que se las prometía muy felices, que Asaga a lo mejor más se parece a una sucursal de Asprocan.

El empresario platanero y ganadero Sicilia se puede decir que murió por ingerir su propio veneno: el de la arrogancia, el del absolutismo y el de esto se hace porque lo digo yo: por mis kilos. También su llama se apagó, y mucho, por virar la cara a los que gritaban desde las plataneras; a los que reclamaban soluciones a tanta pica y se les respondió con el más violento de los silencios; a los que salieron a la calle y a los que pidieron responsabilidades con opiniones y propuestas en artículos, entrevistas y corros de pueblo; a los que lamentaban y padecían tan malos y continuos bajos precios por su fruta; a los que no han dejado de sufrir esta crisis que, no queriendo, es verdad que se prolonga; a los que se les partió el fino hilo que aún los unía a un futuro más duradero. A la mayoría, señor Sicilia; a la mayoría… Usted dio la espalda a la mayoría, y este fue el veneno que terminó por liquidarlo.

El ya expresidente de Asprocan se puso orejeras, desactivó el recurso de la sensatez y vació las alforjas de consenso para rellenarlas de los kilos que aquel lejano 19 de abril de 2016 lo llevaron a la cima (el trofeo de Coplaca). Con este burdo plan, pensó que le daba para reinar y ser adorado por las masas. Al final, la trampa de los kilos y la falta de aprecio por el sentido común, la unidad y el diálogo, siempre desde la transparencia y la puesta en común de las ideas, llevaron a Sicilia a tropezar con fuerza y a terminar partiéndose el lomo. Esto también lo hizo abandonar, cansado, seguro que sí, como él mismo se harta de decir.

Ahora toca lo de siempre: una despedida con reconocimientos no siempre merecidos, con mucho pastel (como ha ocurrido con el comunicado innecesario emitido por Llanos de Sardina, pura bazofia y peloteo), y el recurso muy legítimo de voy a atender mis negocios y a la familia. Nada que decir a esto, salvo que no todo lo que reluce es oro.

Henry Sicilia creo que resucitará y, si usted no lo ve así, tiempo al tiempo, le digo. Al más reciente presidente de Asprocan, con el permiso del interino Domingo Martín, le pudo y le puede la política… Lo seguirá intentando, y desde aquí, sin acritud alguna, espero que alcance sus propósitos y le vaya bien. ¿Por qué no?

La noticia del lunes 6 de marzo pasado es sin duda una gran oportunidad para el sector, que ahora debe borrar ese casi año sin avances, de lo más rancio, oscuro e imperfecto entre los más de dos decenios de existencia de Asprocan. Toca mirar hacia delante y saber elegir mejor; esto siempre…, Llanos de Sardina. Saber elegir mejor, repetimos.

Los problemas no son pocos, y la gente tiene que seguir comiendo del plátano, los casi 8.000 cosecheros canarios. En esto consiste tener futuro, un futuro que, por anacrónico que a alguno le parezca, muchos quieren unir al campo en esta ultraperiferia dominada por el turismo.

Desde el martes 7 de marzo, el tiempo ha cambiado y ahora hace bueno. Ojalá este sea un punto y final, aunque yo soy más de solo creer en el punto y seguido. Equivocarse es de sabio, y ser y mostrarse ruin, de malvado. El tiempo lo examina todo, tanto que llega hasta la misma simiente.

*Nota del autor del artículo: a continuación se publica, por su extremo interés, una entrevista con Henry Sicilia realizada por Lucio Hernández para el programa de televisión local Crónicas del campo palmero. En ella se aprecia con claridad cómo Sicilia pretende amordazar a algunos periodistas de las islas, a los que tacha de gente mal informada una u otra vez, y cómo el expresidente de Asprocan incluso se mete con el actual consejero de Agricultura, al que tuvo entre ceja y ceja tras la valiente participación de Narvay Quintero en el programa de Despiertos TV Oro parece, dirigido por David Cuesta. Esta entrevista se difundió justo después de la presentación oficial de ese programa, que tanto revuelo levantó en el establishment platanero de las islas. Pese a las presiones infinitas, salió a la luz y hoy es el trabajo audiovisual más decente e independiente que se ha realizado sobre las luces y las sombras de la actividad platanera en Canarias (este puede visionarse entrando en el enlace que del bloque de MÁS INFO).

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