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Intolerancia ante la ultraderecha

Lidia Rodríguez

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“Una persona que es un tarado, vamos a decirlo así, que está loco, que ha salido a la calle con un arma a atacar al presidente del Gobierno. Y eso es una actitud absolutamente individual, o sea que ni terrorismo ni narices”. Esta fue la forma en la que Ana Zurita, diputada nacional del PP por Santa Cruz de Tenerife y consejera en el Cabildo de Tenerife, justificó que el intento de atentado contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no corresponde a un acto terrorista. Chin pum.

Buena parte de la derecha española ha intentado en los últimos días minimizar el suceso diciendo que el intento de atentado al presidente no es cosa de la ultraderecha. Es decir, la derecha española ha visto que se les puede relacionar con actos violentitos, por lo que han utilizado la táctica de la negación, negarlo a pesar de todo.

La exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos fue una de las razones que llevaron al francotirador a planear el atentado. Una decisión que ha revuelto y visibilizado a la extrema derecha española y que provoca que partidos como Vox, el Partido Popular o Ciudadanos hayan visto una oportunidad para alimentar el odio y ganar votos. Un discurso que se afianza a la par que lo hace ese otro discurso sobre que el Gobierno de Pedro Sánchez no es legítimo porque no ha pasado por un proceso electoral. En este caso, lo peligroso no es reabrir viejas heridas, lo peligroso es dejarlas hasta supurar.

La intolerancia hacia una parte de la sociedad no se siembra de un día para otro, es algo que se va implantando en el imaginario colectivo con mucho esfuerzo y de forma paulatina. Se genera la idea de que aquellos que, generalmente, tienen menos recursos o capacidad de poder son el enemigo. Para el PP los representantes de sus enemigos son Podemos y los independentistas catalanes, así lo dejaba claro Zurita en la tertulia: “Es Podemos el partido que intenta romper la unidad de España”, “el primer partido que atenta contra la democracia y atenta contra la Constitución es el de ustedes”, le decía a Alberto Rodríguez.

Pero lo realmente peligroso viene cuando se instaura la tolerancia a la intolerancia. “La extrema derecha es completamente respetable y no quiere acabar con el régimen democrático”, decía Zurita en el mismo debate. Karl Pooper ya nos avisó sobre el peligro de tolerar partidos o individuos que fomentan la intolerancia. “Si concedemos a la intolerancia el derecho a ser tolerada, destruimos la tolerancia y el estado constitucional”, es decir, si asumimos la teoría de que como existe libertad de expresión todas las posturas son válidas e igualmente aceptables corremos el riesgo de ser gobernados por intolerantes.

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