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Plan de acción

José Miguel González Hernández

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Llega el periodo estival y se nos plantea la obligación de aprovechar al máximo nuestro tiempo libre junto a la potenciación de las situaciones de descanso para disfrutar y desconectar de las preocupaciones diarias.

Hablar de vacaciones es un tema complicado porque, y se dice en tono jocoso, para descansar antes se debe tener cansancio. No obstante, con el fin de parecer que aprovechamos el tiempo libre al que tenemos derecho, es mejor proceder a una desconexión paulatina de la rutina obligatoria, empezando por la minoración en el uso disciplinario del reloj y sus consiguientes alarmas. Seguidamente, hay que minimizar la utilización de las redes sociales y de la gestión tecnológica que nutre nuestra capacidad de recepción de información y conocimiento, con el fin de volver a capitalizar nuestro raciocinio a nuestro ritmo, con el objetivo de poder volver a la vida diaria con ideas renovadas tras reflexionar sobre qué se ha hecho y cómo se ha hecho, así como el planteamiento de nuevos retos para los tiempos futuros.

Podemos, y de hecho deberíamos, trazar un plan de acción en nuestra vida diaria. Puede que muchos de los planes que teníamos en nuestra mente no hayan podido materializarse, de ahí que se convierta en una oportunidad poder retomarlos, pero con menor dosis de presión. En este caso, no estamos hablando de los buenos propósitos que hacen su natural aparición en las fiestas de fin de año, con el consiguiente aprendizaje de un segundo idioma o la enésima vez que pagamos la matrícula del gimnasio. Estamos hablando de hacer un hard reset a nuestra vida diaria, de forma que consigamos tener, al menos por un breve espacio de tiempo, nuestra mente en blanco.

Será en este momento cuando podamos hacer algo de prospectiva sobre nuestro destino, de forma que lleguemos a visualizar hacia dónde deseamos y queremos dirigirnos, aprovechando la tesitura para repasar el plan de empresa, la estrategia comercial o los canales de distribución. Lo mismo se puede aplicar a la búsqueda de financiación o de posibles socios de tránsito, porque cada persona es diferente y por eso también lo son sus aspiraciones y sus sueños. Y que conste que no estamos hablando de negocios. Estamos hablando de la vida.

Sin embargo, es probable que exista una fina línea entre el verano y el aburrimiento, una vez superada nuestra meta de ocio ideal como objetivo o, al menos, el alejamiento de los problemas que día tras día nos abruman. No obstante, un periodo vacacional no es sinónimo de ausencia de acción. Como recomendación general, deberíamos retomar la dosis de inconsciencia innata y pasión, junto al alejamiento de una sensación total de seguridad. De esta forma, el descanso se convierte en recarga sin alimentar la sensación de haber perdido el tiempo. Y si ninguna de estas propuestas nos convence, siempre podemos recuperar el plan inicial que tantos años lleva funcionando: sol, playa y descanso para recargar las pilas, sirviendo tanto para afrontar lo bueno como lo malo.

*Economista

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