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Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Santa Cruz viene experimentando en los últimos años una silenciosa pero imparable transformación, que está abriendo nuevas oportunidades en sectores económicos y contribuyendo al progreso y bienestar de su población.
Esa realidad es tan constatable con los datos macroeconómicos en la mano como en la percepción ciudadana sobre la marcha de la ciudad; una ciudad que poco a poco está restituyendo a su gente todo lo que la crisis destruyó y que, estoy convencido, saldrá definitivamente fortalecida como centro de los negocios y del empleo a nivel insular.
La mejora de la situación económica global es un factor decisivo en esa transformación -sería ridículo negarlo- pero también hay otros condicionantes de carácter doméstico que están teniendo un impacto positivo en nuestras calles y en los bolsillos de nuestros vecinos.
Las políticas municipales de alivio fiscal junto a otras de incentivación económica en sectores como el comercio, el turismo e, incluso, las nuevas tecnologías o los servicios financieros dan forma hoy en día a una ciudad pujante, dinámica y competitiva.
En cualquier caso, ese proceso nace de la voluntad, trabajo y sacrificio de cuantos viven o trabajan en la ciudad y será resultado también de esas mismas cualidades, en la esfera individual o colectiva.
Precisamente porque hay muchas cosas en juego, conviene no jugar con ellas.
Y sobre todo, hay que meditar con sumo cuidado la adopción de determinadas medidas que, independientemente de cuestiones de legalidad o legitimidad, tendrán consecuencias directas sobre toda la población del municipio, la residente y la laboral.
Me refiero a eventuales protestas de colectivos que, cada uno con sus propias características, como Policía Local o sector del taxi, prestan un servicio público a la ciudadanía, a la que ninguno de ellos debería perjudicar.
El Ayuntamiento y, particularmente, este alcalde siempre ha apostado por el diálogo y la negociación como vía para la resolución de los contenciosos profesionales o laborales de los colectivos que forman parte de la ciudad: analizando las causas de los conflictos, y, a partir de ahí, compartiendo un diagnóstico y buscando soluciones consensuadas. Eso sí, desde la negociación leal y sincera, y con el fin último de evitar perjuicios a los vecinos, problemas a la ciudad.
Esa será, y no otra, mi línea de actuación en los próximos días.
Estaré, como siempre, abierto al diálogo y, como siempre, rechazaré imposiciones y posturas maximalistas que se suelen traducir al final en chantajes a la ciudadanía. Mi obligación es defender el interés general de todos los vecinos, por encima de intereses particulares.
Santa Cruz y su Ayuntamiento son respetuosos con el derecho que asiste a cualquiera a la manifestación, a la protesta o a la huelga. Pero el Ayuntamiento también tiene derecho a garantizar que la vida diaria en la ciudad se desarrolle con normalidad.
Especialmente, porque hoy en día Santa Cruz es una ciudad que funciona, y funciona bien. Y mi obligación, además, es que las cosas sigan siendo así.
*Alcalde de Santa Cruz de Tenerife
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