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Colas en la TF-5, en sentido Santa Cruz y a su paso por La Laguna

Camy Domínguez

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Cada día desde hace un par de años salgo de casa a las 6.15 de la mañana para ir a trabajar y cada día es una hazaña llegar a tiempo al trabajo, que normalmente empieza entre las 8.15 y las 8.30.

Cada día salgo con la misma incertidumbre: llegar o no llegar. Si llegas será una hora antes, una hora que da para mucho: ayudar al conserje a abrir el colegio, ir al baño, tomar un café, sacar fotocopias y graparlas si fuera necesario, hablar con los compañeros, ver el Facebook y compartir las noticias del día, contestar mensajes surgidos durante el trayecto, preguntar por WhatsApp a tus hijas si están bien, si desayunaron, si llegaron al cole sin problemas, echar unas risas con los compañeros… Pero a veces con dos horas y cuarto no es suficiente para llegar a mi trabajo, que ahora está a setenta y ocho kilómetros de casa, pero es que el año pasado estaba a tan solo cincuenta y dos y tampoco me era suficiente.

Y es que las autopistas de Tenerife, tanto la TF-1 como la TF-5, se han convertido en una auténtica sorpresa, pues nunca sabes qué será lo que te vas a encontrar cada día circulando por ellas. Ya te pueden decir que se abrió en canal la autopista y se tragó miles de coches y ni te inmutas, ya nada te sorprende.

Ya no son solo los accidentes que ocasionan colas kilométricas día sí y día también. De hecho, ahora ves una cola que se forma, los coches circulando despacito y de pronto un coche volcado, la gente a su lado llamando tranquilamente por teléfono al 1-1-2, o bien escalando para saltar por una ventanilla y salir al exterior con total naturalidad, cosas que ya ni te asombran, ni te enfrían ni te calientan.

Ahora lo que está de moda es sobreactuar, innovar en la autopista: el tío que sale borracho por un acceso de La Matanza en sentido contrario y llega hasta Tacoronte, un montón de kilómetros entre los cuales puedes estar circulando tú tranquilamente. Y menos mal que al ser de noche vas casi con toda la autopista para ti solo, pero sucede que a este le hace falta un poco de adrenalina para aliñar su vida y esa es su manera de sentirse vivo, nada menos. O el otro que acaba de asestarle cuatro puñaladas a la mujer y pretende suicidarse o huir por la autopista, mejor sitio imposible, y ahí mismo se te estrompa dondequiera o contra quienquiera, que obviamente puedes ser tú que vienes tranquilito de pasar la tarde con tu familia.

Y nuestras autopistas, después de tanto abandono, más del de pafuera que del de aquí (que sí, señora, que si el Gobierno central no suelta las perritas, aquí no tenemos de qué, así que ya puede usted azotar a los políticos canarios todo lo que usted quiera que esta va a ser la respuesta), están que dan pena, que alguna vez pasas de día y no te crees si lo que estás viendo es un hueco, un socavón o una sima volcánica que se abrió ahí de repente, pues de noche y yendo despacio nos había pasado inadvertido y simplemente lo esquivábamos por intuición en la oscuridad.

Y claro, como ellos -nuestra clase política- también ven estos desperfectos pues están actuando sobre las autopistas. Todo hay que decirlo, la autopista en su parte recién asfaltada está quedando circulable que da miedo, pero para llegar a esto hay que trabajar en ella. ¿Y cuándo es el mejor momento? De noche. Pero ahora va y se avería un camión de asfaltado y no terminan a tiempo para habilitarla a la circulación de la mañana y otra vez la cola kilométrica que tiene a media isla trabada ahí esperando poder avanzar, dañando los coches, el medio ambiente, los nervios, el bienestar, la salud laboral…

Menos mal, este año cuento con compañeros comprensivos que, si llegamos tarde, siempre hay alguien de guardia para cubrir esos minutos por ti (o tú por ellos), porque si llega a tocarte en suerte un superior que te despide por llegar tarde a trabajar reiteradamente… ¿Por qué te extrañas de que cada vez haya más gente en paro?

De todos modos, no se me ocurre cuál de todas será la mejor solución para acabar con estas colas diarias en nuestras autopistas, pero cualquiera que sea tiene que ser lo más inmediata posible. Pasar la vida en la carretera para encima llegar tarde a trabajar y que te echen la bronca y te amenacen con botarte si no llegas a tiempo no corresponde a la calidad de vida que una isla sin parangón como la nuestra se merece. Pero meter más vehículos en la carretera cada día, tampoco. Y mucho menos usar la autopista como medio para aplacar los berrinches de suicidas caprichosos. Creo que nos hemos pasado varios pueblos y esto no va a haber político que lo arregle tan fácilmente.

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