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La cizalladura en Los Rodeos... ¿una argucia evasiva?

Carlos Castañosa

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En meteorología se llama cizalladura a la perturbación del viento por obstáculos orográficos o corrientes convectivas que, por diferencia de velocidad en capas paralelas, produce turbulencias de intensidad variable, de moderadas a severas, que pueden crear problemas al vuelo normal de las aeronaves.

Por tratarse de un fenómeno atmosférico inapreciable por poco frecuente y ajeno a episodios de baja visibilidad en el aeropuerto de Los Rodeos, la cizalladura no debería utilizarse como argumento definitivo ni como excusa para rechazar la implantación del sistema ILS, CAT III (Instrumental Landing System, categoría 3), que permite el aterrizaje en automático y sin visibilidad ante la niebla recidivante que tanto perjuicio económico y operativo ocasiona por el desvío forzoso al alternativo de tráficos con destino a Tenerife Norte, que es el Tenerife Sur.

Esto ocasiona el consiguiente perjuicio para las aerolíneas y para los más de 50.000 pasajeros afectados anualmente, según unas estadísticas que también contemplan los ochenta y tantos días al año -uno de cada cuatro- que en algún momento cierra el aeropuerto por mínimos meteorológicos, con 450 vuelos que han de desviarse al Reina Sofía.

Esas cantidades absolutas suelen publicarse en porcentajes para maquillar el impacto socio-económico ante la opinión pública. Se suavizan alegando que “no es para tanto” porque “solo” se ve afectado el 1% de los 45.000 vuelos al año. Un serio inconveniente a resolver sin paliativos…

Ante la evidencia y la necesidad, según propia declaración, AENA procedió a la instalación de los sistemas y ayudas radioeléctricas en tierra para dotar las señales de precisión requeridas para la maniobra CAT III.

El fallido proyecto se inició a principios de siglo, pero sigue sin consumarse. Y centenares de tráficos al año continúan obligados a frustrar el aterrizaje en Los Rodeos por “bajo mínimos”. El fracaso operativo se intenta justificar con el extraño pretexto de la cizalladura que la opinión pública, desde una perspectiva profana, tiene que aceptar sin objeciones. Incluso avezados periodistas especializados hacen suya esta aparente evasiva oficial de AENA.

Como algo no encaja para quienes algo conocemos de esto, nos vemos en la necesidad y obligación de indagar sobre esta sospechosa realidad.

Para respaldar criterios personales es imprescindible apoyarnos en estudios especializados sobre las peculiaridades de vientos, nieblas, temperaturas, orografía y estacionalidad en Los Rodeos. Datos fehacientes en los que no se encuentran indicios de que la cizalladura sea motivo reseñable por su escasa incidencia en esta área de estudio. Sin embargo se ha utilizado en llamativos titulares de prensa del tipo “Más de diez tráficos de distintas aerolíneas han reportado cizalladura que hace inviable la implantación del ILS CAT III”.

No… esto no funciona así. La evaluación de la calidad y precisión de los equipos de tierra que emiten las señales radioeléctricas a los instrumentos de a bordo, para que sean gestionados por la tripulación, son responsabilidad de una unidad específica de calibración: la UVV, Unidad de Verificación de Vuelo, que comprueba la idoneidad y correcta instalación de nuevas radioayudas y del adecuado mantenimiento de las ya existentes, incluyendo las CAT III.

Para ello cuenta con un avión turbohélice bimotor Beechcraft (modelo King Air B-350), equipado con una consola de verificación en vuelo de avanzada tecnología, pilotos expertos y técnicos especialistas en calibración, con la misión de evaluar el funcionamiento y precisión de las radioayudas.

Allá donde el vuelo de calibración encuentre cizalladura severa que incapacite la operación, deberá ser abortada y repetida en fechas posteriores en condiciones más favorables de visibilidad y sin turbulencias.

Datos geográficos meramente objetivos:

El aeropuerto de Los Rodeos se localiza a 600 metros sobre el nivel del mar, en una llanura flanqueada al este por el macizo de Anaga, con altitudes de 900 m.s.n.m., y al oeste por las estribaciones de la dorsal de Pedro Gil, que alcanza los 1.700 m.s.n.m.

Esas elevaciones, situadas a ambos lados del aeropuerto, forman un pasillo alargado donde los alisios se canalizan, modificando su dirección del nordeste al noroeste. La exposición al suave viento dominante y la elevación de la pista del aeropuerto generan la niebla asociada al paso de bancos de nubes bajas originadas en el mar, cuya base coincide con el nivel de la pista, que se convierten en niebla advectiva, o sea, nubes bajas que discurren mansamente pegadas al suelo.

Si además añadimos datos contrastados de la bonancible intensidad de estos vientos, se concluye que la cizalladura solo puede ser un caso esporádico y extraordinario que nada tiene que ver con las situaciones de niebla.

Según la escala de Beaufort, en el 78% del nivel 4, los vientos no superan 15 Kt. (28 km/h). El grado 5, inferiores a 20 Kt. (38 km/h), supone que el 95% de los vientos en el pasillo de Los Rodeos tienen velocidad de floja a moderada. Más de la mitad de las observaciones apuntan de 6,5 a 15 Kt. (12 a 28 km/h), valores habituales de los alisios. (En cinco ocasiones de alerta roja, el viento ha alcanzado el grado 8 de Beaufort; tipos gota fría, año 2002, y Delta, en 2005).

Sería importante acceder al informe de la UVV en el que presuntamente consta la inviabilidad de la CAT III en Los Rodeos por causa de la cizalladura, y saber cómo se compadece esta teoría con nuestra bonanza eólica. Serviría también para averiguar los verdaderos motivos de esta operación frustrada: ¿se instalaron realmente las radioayudas? ¿Eran los equipos adecuados? Tras tantos años de inoperancia y faltos de mantenimiento, ¿no estarán ya caducos? Cuestión de credibilidades.

Una reflexión concluyente: si se rebaten estos datos, ¿quién explica que se haya instalado la CAT III en aeropuertos tan turbulentos (estos de verdad) como Asturias y Santiago de Compostela?

AENA abandera motivos de seguridad aérea para justificar su postura contra la CAT III en Los Rodeos. Lo cual no deja de ser un sarcasmo cuando ha condenado a dos aeropuertos canarios, abiertos al tráfico civil, La Gomera y El Hierro, a operar sin control de torre. Un volar a ojo y un aterriza como puedas llamado AFIS, ante la pasividad de nuestras autoridades. Esto sí es una falta de respeto por la seguridad aérea y para la dignidad de los usuarios.

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