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El nerviosismo de Carlos Alonso

Carlos Alonso, presidente del Cabildo de Tenerife

Lidia Rodríguez

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“Parece inevitable que cuanto más se acercan unas elecciones, más nerviosos se ponen algunos políticos”. Así empezaba el último artículo de opinión de Carlos Alonso. El presidente del Cabildo de Tenerife está molesto con algunos partidos porque “han empezado la carrera electoral” antes de tiempo. En su artículo, el presidente del Cabildo nos informa sobre la necesidad de contar con un hospital en el sur y el norte con los equipos necesarios. Seguro que las personas que se manifestaron junto a la Marea Blanca hace unos días no lo tenían claro. Amén.

Lo malo del nerviosismo es que se nota a kilómetros de distancia. Parece que nadie le ha dicho a Carlos Alonso que, lejos de mostrar seguridad, su artículo es una muestra del nerviosismo que está experimentando Coalición Canaria (CC) ante las próximas elecciones. Los nacionalistas están tan nerviosos que ya han comenzado con la previa a la precampaña. Por eso, Alonso se empeña en explicar la implicación del Cabildo con los hospitales del sur y del norte; por eso, quiere que los ciudadanos crean que lo importante “son los hechos” y no las manifestaciones.

CC ha empezado con lo que podemos definir como una tradición electoral. Los nacionalistas han activado la maquinaria en los barrios de Tenerife. En Santa Cruz, por ejemplo, el alcalde Bermúdez ha comenzado una campaña para que los vecinos le comuniquen las deficiencias de su “entorno más cercano”. Ya saben, esas deficiencias que solo se atienden en campaña electoral.

La activación de la maquinaria electoral es la razón por la que Alonso critica el afán de otros a salir en la foto. Así lo explicaba en su artículo: “Como los malos estudiantes, que dejan todo para el día antes del examen, se lanzan a buscar notoriedad pública a costa de lo que sea, aunque sea el propio sentido común”.

Vale, aquí tenemos que hacer un paréntesis y reconocer que Carlos Alonso tiene razón, porque en otra cosa no, pero en conseguir notoriedad Carlos Alonso es un experto. Lo consigue con sus conflictos con Antonio Morales, lo consigue con sus conflictos con Podemos y Julio Concepción, lo consiguió durante el fallido pacto con el Partido Socialista, lo consiguió hasta con la virgen de Candelaria. Esto es algo así como un tirón de orejas al resto de partidos. Ojo, cuidado, la notoriedad es propiedad de los nacionales.

Lo que no dice Alonso en su artículo es que la notoriedad pública es como un bomerang: nunca sabes si el truco se puede convertir en trato. Eso es en parte lo que le ocurre a Carlos Alonso y a Coalición Canaria con la sanidad y los hospitales del sur y del norte, que son más truco que trato. La función de los buenos políticos no es estar pendiente de quién se lleva los aplausos o quién sale en las fotos, sino cumplir las necesidades de los ciudadanos. Sobra decir que en materia de sanidad los nacionalistas no las están cumpliendo.

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