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Una de pensionistas

Manifestación contra el Gobierno por las pensiones ante el Congreso de los Diputados

Camy Domínguez

En este país progresivamente envejecido cada vez son más las personas que viven de una pensión en cualquiera de sus modalidades. Recuerdo en épocas pasadas que mi madre a primeros de año venía toda privada diciendo que le había subido casi veinte euros la pensión, que no era mucho pero que le alcanzaba para alguna cosilla. Yo le decía que tenía suerte pues, a la velocidad que se sucedían las cosas, ojalá el día que yo tuviera su edad todo pudiera llegar a ser tan sencillo. No sé si era una premonición o una intuición, yo siempre tan apocalíptica, pero los hechos no se hicieron esperar. Comenzaron los recortes y la congelación… y la fría pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas.

De pronto pasó de tener casi veinte euros más cada año a solo tener un euro y pico más. “Me da apenas para tres panes”, decía, y eso con mucha suerte. Y ahí se ha venido estacando tercamente su pensión. Al principio con resignación comentaba el hecho. Ahora, después de cinco años, la veo con ganas de poner el grito en el cielo y más aún cuando pone la tele y solo se habla del asunto. Sus coetáneos teniendo que echarse a la calle a manifestarse por sus derechos, lo nunca visto.

Y es que la tomadura de pelo del PP es impresionante. Ahora algunos dicen que compaginen su pensión habitual con un plan de ahorro privado o con un plan de empresa obligatorio; otros dicen que ya tener una vivienda propia es un valor activo en patrimonio de la mayor parte de los pensionistas, que no deberían quejarse tanto, como si, para pagar dicha vivienda propia, el Gobierno hubiera hecho algo salvo poner trabas.

Todo son excusas para no dar la cara y responder en consecuencia a las peticiones de quienes con infinitas amarguras tanto tiempo han venido cotizando para tener una pensión llegada la vejez. ¿Qué le van a decir a un pensionista que tiene que ayudar a sus hijos que se han quedado en paro y sacar adelante incluso a sus nietos? Son milongas para quienes, no pudiendo ya trabajar, hacen hoy por hoy un esfuerzo para llegar a fin de mes. ¿Qué le vas a contar a un ancianito jubilado de que se haga un plan de empresa para el futuro, alma de cántaros?

El señor M. Rajoy -cuyo partido ha dejado las arcas nacionales casi vacías de tanto que ha robado aquí y allá, de tantos regalos y beneficios a cuerpo de rey como ha disfrutado y de tantas pensiones vitalicias que cobra o pretende cobrar- dice, con el mayor de los cinismos, que no va a subir las pensiones porque no hay con qué, que las cuentas no le salen, que las pensiones van a seguir reduciéndose más cada año. Y de este modo, se prevé para próximas fechas nuevas manifestaciones de los pensionistas. No dejarán de patalear, con lo que el PP ya está temblando porque siente que, si esta gente no olvida el tema de aquí a las próximas elecciones, va a ser que ocho millones de votos menos (y se da por hecho que la mayor parte del voto del partido del Gobierno procede de este sector social) podrían hacerles tambalear los cimientos hasta dar con sus huesos en la oposición. Total, para que otros vengan a hacer otro tanto de lo mismo, porque ya se le ve el caminar de la perrita a las posibles alternativas de gobierno.

Pues más vale que se arreglen estos desaguisados cuanto antes, porque si estos pensionistas que ahora se manifiestan llegando al atrevimiento máximo de rodear el Congreso como nadie lo había hecho desde tiempos inmemoriales son mayoritariamente los jubilados que se resignaron a no quejarse por nada durante el régimen franquista, cuando llegue mi generación a cumplir la edad de jubilarse, una generación sobradamente preparada como nunca antes ni después, una generación que está sosteniendo el equilibrio económico de esta sociedad a base de hacer unos esfuerzos de cotización jamás en la historia superados mientras otros dilapidan en estupideces lo que tanto nos cuesta ganar, no quiero ni pensar el cacao que se va a montar, pues nosotros, los de mi generación, sí hicimos huelgas estudiantiles, a nosotros sí nos costó estar muy bien preparados para pelear encarnizadamente por un puesto de trabajo para evitar salir al extranjero a ejercer nuestras carreras y estudios. ¡Que se preparen!

Y de la generación posterior a la nuestra, la de los millenials, acostumbrada a la papa suave y a recibir la comida bien masticada, en la que ni el esfuerzo ni el mérito valen un comino, en la que tienen derecho a muchas cosas porque sí y “si no te vas a enterar”…, de esa… más vale ni imaginar.

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