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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El Garoé, de desapecido a olvidado

Se cumple este año el cuarto centenario de la desaparición del conocido como árbol santo Garoé, derribado en 1610 por un vendaval que azotó la isla de El Hierro. El árbol fue un auténtico prodigio porque destilaba agua con tanta abundancia “que llenaba las albercas que había en los alrededores”, lo que lo convirtió en santo y motivo de muchas leyendas, teorías, escritos y poemas. “Desde la antigüedad hasta nuestros días, nunca un árbol había despertado tanta atención como el til ubicado en el barranco de Tigulate”, ha escrito en una proposición no de ley el diputado socialista herreño Inocencio Hernández. Efectivamente, “hasta nuestros días”, convulsos días en los que un Parlamento, con los votos de CC y PP, acaba de rechazar una propuesta en la que simplemente se exigía implicación al Gobierno nacionalista canario en unos inocentes actos conmemorativos de tal efeméride. Actos que, casualmente, coinciden con el décimo aniversario de la declaración de El Hierro como Reserva de la Biosfera, justito cuando en 2010 se celebra el Año de la Biodiversidad de los Bosques y el acercamiento a las Culturas, y también los cuatrocientos años de la muerte del poeta Bartolomé Cairasco de Figueroa, muy vinculado al árbol Garoé. Quizás sean demasiadas emociones juntas para un Gobierno tan ocupado en otras cosas.

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