El Gobierno entra al trapo

Parece agosto en pleno mes de enero. No debe haber asuntos de mayor enjundia para que media Canarias se pusiera este lunes a mirar para un editorial dominical del periódico El Día. Ya saben que el editorialista de don José proclamó la necesidad de que el Estatuto de Autonomía aproveche para cambiar el nombre de Gran Canaria para quitarle el Gran y todos los atributos posibles. Una necedad absolutamente incontestable por su propia naturaleza. Pero dado el Gobierno que tenemos, que debe andar metido en un aburrimiento supino, ha habido contestación oficial. La encargada de contribuir al disparate fue la vicepresidenta, Mari Mar Julios, que vino a solemnizar lo obvio de una manera penosa: “No ha lugar al cambio de nombre de ninguna isla en el Estatuto”. ¿Ah, sí? ¡Qué suerte! ¿Hubo mucho debate en el seno del Ejecutivo para llegar a tan vibrante posicionamiento? ¿Contestará el Gobierno cuando, en una nueva vuelta de tuerca, un editorialista pida control fitosanitario para salir de G. Canaria? Y las listas de espera, por las nubes.