Mucho Lyng

Por una cuestión de talante. Y miren que se lleva la dichosa palabreja, pero a algunos les falta aplicarse a ella. Le debe haber ocurrido, por ejemplo, al ex director general de Anfi del Mar, Arturo Ramírez, puesto allí desde el momento en que Santana Cazorla se hizo con el 50% de la propiedad. Ya había demostrado Ramírez, a su paso por la Dirección Comercial de La Caja, que no era precisamente ponderación y humildad lo que más le adorna. Más bien al contrario. Muchos empresarios recuerdan todavía despavoridos cómo tenían que hacer horas de antesala para ser recibidos por el recién llegado alto cargo de la entidad de ahorros. Entró en Anfi como elefante en cacharrería, tratando de cambiar costumbres históricas y poniendo al borde del desfiladero a directivos cruciales sin prever siquiera el recambio. Quiso cambiar hasta la lengua oficial de las reuniones de trabajo. Pero donde realmente se perdió fue cuando tocó las esencias de una empresa familiar, cuando faltó el respeto a las personas. Muy especialmente a una.