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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Se acatarra CC en La Laguna

Paulino Rivero (izquierda) junto a Fernando Clavijo a mediados de abril.

Tardaremos unos días, puede que unos cuantos, en digerir los resultados del domingo, a los que empiezan a suceder acciones, reacciones y algunos atorramientos la mar de curiosos. Descartemos de antemano, por economía procesal, a los partidos que no harán nada, entre los que destaca sin duda el PP, que sigue sin reconocer oficialmente el batacazo cosechado a pesar de la evidencia que supuso que tuviera que suspender la balconada en la calle de Génova ante lo inapropiado que hubiera resultado que los discursos de euforia los escucharan sólo los policías congregados allí para controlar a una masa que nunca llegó. En el resto de formaciones habrá movimientos, si no los está habiendo ya: Izquierda Unida se pone melosa con Podemos; Podemos se pone a pensar en las generales de 2015, y UPyD reclama para sí un poco más de reconocimiento, justamente sustraído por el ascenso de otros menos esperados. El panorama nacional de consecuencias del 25M se completa con la dimisión diferida y aumentada de Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del PSOE, que no se marchará sin dejar bien sentada su sucesión mediante un congreso federal, y no mediante el adelantamiento de las primarias que le están reclamando, desde el minuto siguiente de su rueda de prensa, los sectores más rompedores del partido. Que los hay, y prometen dar guerra.

Los trastos piden ser floreros

En Canarias ha sido bien acogida por la dirección regional del PSOE la postura de asunción de responsabilidades por parte de Rubalcaba, pero mientras una parte aplaude el lote completo (primero congreso y después, primarias) otro se revuelve en contra de lo que consideran un nuevo gesto de ensimismamiento que los mantiene alejado de la sociedad a la que pretende abrirse. Por eso suenan a chiste algunas declaraciones fastuosas de históricos (por vetustos) líderes socialistas que piden una transformación total del partido al que han arrinconado en los modales más rechazables por el electorado que, o se ha quedado en la abstención, o se ha ido a otras formaciones más a la izquierda. López Aguilar apuesta por primarias antes del congreso, aunque su posición no haya tenido éxito en la Ejecutiva Federal, donde protagonizó alguna que otra situación tensa con el presidente, José Antonio Griñán, que acabó retirándole la palabra. La corriente Bases 2020 fue la más madrugadora reclamando desde la mañana del lunes la dimisión de Rubalcaba, con expreso reconocimiento de los servicios prestados, y la convocatoria de primarias, con lo que se une a las voces de Eduardo Madina y otros que se quejan de que la lección de la audacia democrática no haya sido atendida una vez más.

El que pacta con el PP, pierde

En el contexto más local de las elecciones del domingo, el Partido Socialista Canario ha hecho una lectura moderadamente optimista. Ha ganado en cuatro de las siete islas (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y Tenerife) y ha perdido en dos (La Palma y El Hierro) en las que sus correligionarios celebran pactos con el Partido Popular, pese a estar prohibidos por el partido. Esa lectura, convenientemente resaltada por la dirección este lunes, fue refutada desde El Hierro por el presidente de su Cabildo, Alpidio Armas, que se ha limitado a decir que los resultados no son extrapolables a unas elecciones locales. Desgraciadamente para él, el batacazo que se da el PSOE en la isla se repite en las encuestas que manejan todas las formaciones políticas, pero es muy libre el señor Armas de hacer los cálculos que estime conveniente. En Gran Canaria, donde el PSOE apenas tiene poder local, los socialistas vuelven a perder a manos del PP, como es norma, pero acorta sus distancias de manera notable, lo que les hace abrigar esperanzas si la recuperación de las siglas llega algún día.

CC mira para La Laguna

Las miradas de Coalición Canaria, por su parte, no se han centrado en las consecuencias electorales de sus pactos con el PSOE, ni en lo peligrosamente que se le ha acercado Podemos, cuarta fuerza política en la nacionalidad, a menos de 7.000 votos; ni siquiera en el acierto o desacierto del candidato elegido para recorrer el Archipiélago. La crisis post-electoral de CC tiene su epicentro en Tenerife, con unos pésimos resultados, y más concretamente en la ciudad de La Laguna, donde la fuerza nacionalista ha quedado relegada al quinto puesto, dos por debajo de lo alcanzado en 2009. Además de perder 4.000 votos, el partido que en la isla dirige Fernando Clavijo, se ha dejado atrás en la ciudad de la que es alcalde, diez puntos con respecto a lo alcanzado hace cinco años, lo que debe haber encendido las alarmas entre los que lo promocionan como próximo candidato a presidir la comunidad autónoma. No le ha ido mucho mejor a su colega en Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez donde la situación es idéntica, 5.000 votos menos, 7 puntos sobre la participación, y quinto lugar, tras el PP, el PSOE, IUC y Podemos. Demasiada tunda como para no hacer una revisión. Las reacciones no se han hecho esperar, y la primera petición que le ha llegado a Fernando Clavijo es que se ponga a trabajar por poner de acuerdo al partido y abandone su pulso personal con la dirección regional que, a juicio de los críticos, es la culpable del batacazo nivariense.

Satisfacción en Gran Canaria

Del otro lado del brazo de mar que nos separa, la euforia era indisimulable en CC de Gran Canaria, donde presumen de ser la única isla en la que el respaldo electoral ha crecido en estas elecciones, 5.500 votos más, nada menos. La capital grancanaria fue para los nacionalistas un motivo de orgullo al acumular más sufragios que en Santa Cruz, y en el contexto de la isla, por haber crecido en todos sus municipios. Bien es cierto que hay datos muy relevantes que ayudaron a estos resultados: de entrada, que en esta ocasión no se presentara Nueva Canarias en ninguna de su coaliciones, lo que dejaba libre el espacio nacionalista para los votantes que no se quieren salir de ese carril. Por este y otros motivos, algunos dirigentes trataron de frenar al secretario general insular, Fernando Bañolas, para que no se precipitara reclamando un mejor lugar en el Paulinato.

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