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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Peor, imposible

Fotografía facilitada por el PP de su líder y presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy (2d), que besa a su mujer durante su comparecencia ante los simpatizantes en el exterior de la sede del partido.

Carlos Sosa

Varios millones de británicos ya han firmado en la web de Westminster una petición para que se repita el referéndum por el que el pasado viernes el Reino Unido decidía romper sus lazos con la Unión Europea. Las reacciones tras el Brexit están siendo todavía estruendosas, tanto dentro como fuera del país, y muchísimos británicos que confesaron haber votado a favor han reconocido haberlo hecho sin manejar toda la información necesaria. A buenas horas.

La miopía pudo con la alta política, y el miedo, con el futuro.

Este domingo, en España, una mayoría conservadora ha frustrado el cambio político que tanto se venía anunciando. El mismo miedo que sacudió a los viejos británicos, el terror a un Gobierno bolivariano tantas veces agitado por la prensa cavernícola, la falta de visión de unos y de otros para recomponer un frente de izquierdas y, como en Gran Bretaña, una profunda ignorancia acerca de lo que nos jugamos, desembocaron en unos catastróficos resultados para el futuro más inmediato de este país.

Los votantes del Partido Popular han preferido apostar por la tranquilidad que seguramente les infunde Mariano Rajoy que condenar la profunda podredumbre que anida en ese partido y sacudirse la certeza de que estos últimos cuatro años y medio hemos estado gobernados por unos facinerosos que han utilizado todas las artimañas a su alcance precisamente para poder revalidar su poder. Y los ciudadanos han transigido.

La corrupción en todas sus variables volverá a campar a sus anchas otros cuatro años más porque en el PP está fijada la idea de que un proceso electoral borra de un plumazo los antecedentes penales y las responsabilidades políticas, al tiempo que perdona los pecados (los veniales y los mortales) que los más piadosos de la trama hayan podido cometer.

Profundizarán en sus manejos de las alcantarillas policiales, apretarán hasta el límite a sus jueces y fiscales de cabecera, potenciarán a los medios del régimen para que sigan la corriente, endurecerán las leyes represivas contra los que resulten desafectos, y ejecutarán sin piedad las medidas de austeridad y recortes que por carta ya comprometió Rajoy frente a Bruselas.

Prepárense para lo peor.

Porque frente a esa reválida otorgada por el electorado al PP, se hunde el PSOE con el peor resultado de su historia, y Podemos sucumbe ante las campañas de descrédito y sus propios errores. Habrá oposición, claro que habrá oposición, y frente a un Gobierno sin mayoría absoluta, lo que evitará algunos excesos. Pero ha fracasado el sorpasso y la posibilidad de un Gobierno de izquierdas. Peor, imposible.

¿Y en Canarias? La posición en la que ha quedado este domingo Mariano Rajoy viene como anillo al dedo a Coalición Canaria. La debacle del partido de Fernando Clavijo se podrá disimular con el escaño revalidado por Ana Oramas a pesar de su nuevo retroceso en las generales y la insignificancia a la que le han condenado los votantes de la provincia de Las Palmas.

Ese único voto en el Congreso de los Diputados vale un potosí si, como se prevé, el PP consigue formar Gobierno con la abstención o el apoyo del PSOE, además, por supuesto, del de Ciudadanos.

Será el voto que permita a CC desembarazarse en Canarias de su socio socialista, mandar a Patricia Hernández a la oposición y convertir a Asier Antona en el nuevo virrey de la franquicia, con permiso de Casimiro Curbelo, imprescindible para un pacto de centro derecha.

Eso sí, si no se rebela Asamblea Majorera, que ahora verá mermados sus argumentos de mantener un pacto por la izquierda ante la poca consistencia de una alternativa encabezada por Pedro Sánchez y/o Pablo Iglesias, los dos grandes derrotados de la jornada.

El pacto de CC con el PP está desde este domingo más cerca, todo dependerá de lo que pueda negociarse en Madrid, el lugar donde los nacionalistas acostumbran a arreglar los problemas de esta nacionalidad.

Asier Antona cederá todo lo que sea necesario, al fin y al cabo ha conseguido en tan solo dos meses mejorar la herencia que le dejó José Manuel Soria: un diputado más, un senador más… y la sensación de que puede convertirse en decisivo de un momento a otro.

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