El caso Galdós

La intervención en La Scala de Milán se debe al arquitecto Mario Botta, y aunque en principio tuvo a los milaneses en contra del proyecto por no estar de acuerdo con que se tocara la torre escénica, (anda, a qué nos sonará), al final lo logró y desde este martes, la ciudad tiene un teatro para el siglo XXI que dará que hablar y mucha envidia. Más que nada porque se aplicó el criterio comúnmente aceptado por los expertos de que los teatros están para lo que han sido creados, escenarios para que los artistas se puedan expresar. Y si se puede respetar al máximo la originalidad del edificio, pues miel sobre hojuelas. Pues en Las Palmas de Gran Canaria también está experimentando un suculento cambio el proyecto del teatro Pérez Galdós. La alcaldesa, que ya puso firme a Mauricio, también trata directamente con el arquitecto encargado de la remodelación del coliseo, y callada la boca, como para que no le monten una manifestación, está cambiando el proyecto de Rodríguez Noriega, ganado en un concurso. Dicen que los planos ya no son lo que eran, qué paradoja.