Pues en ese gobernarse solo y en ese vivir sin vivir en él andaba metido Paco Batllori por último sin más apoyos que los suyos propios de él y con muchas miradas fijas en su cogote. Nunca lo vieron con buenos ojos los que consideraban que la Justicia debería estar en manos de personas más solventes en la materia, pero ya se sabe que la capacidad voladora de los equinos es en Canarias de grado superior a la media mundial y nadie le iba a quitar la ilusión a estas alturas. No es que tengas que lidiar en ese cargo con jueces, magistrados, procuradores, graduados sociales, funcionarios y otros agentes, sino que has de dar respuesta eficaz a la demanda ciudadana de una justificia que satisfaga sus aspiraciones. Por ejemplo, si estás condenado en firme y requieres un indulto que te libre de ingresar en prisión, necesitas que la Administración te facilite los trámites de una manera razonable, que el Ministerio Fiscal evacúe el informe correspondiente con agilidad, que el expediente llegue en tiempo y forma a la mesa del Subsecretario y que, antes de que se cierre el periodo de inscripciones, la cosa caiga de manera delicada en la mesa del Consejo de Ministros. Todo ello, claro está, a un coste razonable para el administrado, que no está la economía para andar tirando la casa por la ventana. Porque de lo contrario tendrían que intervenir otros órganos garantistas, tipo Consejo General del Poder Judicial, donde andan demasiado ocupados en otras materias de su competencia. Claro que un político de esta talla cuando se mete a cumplir con estas y otras obligaciones lo mismo descuida asuntos principales y a alguien le da por pensar mal, se pierde la confianza, la compustura y hasta la amistad. Ya se arreglarán, nos tememos, porque el grado de dossieres informativos que se manejan en estos ambientes es tan elevado como lo que decíamos antes de la capacidad voladora de los burros isleños.