Y conmocionó al Parlamento

El contrato que tan poco gustó a los abogados de las defensas del salmón fue motivo de muchísimos comentarios este jueves en el Parlamento de Canarias. No vayan a creer que la conmoción vino motivada por una sacudida ética en el viejo conservatorio de Teobaldo Power; ni porque de repente sus señorías descubrieran que hay diputados que se dedican al noble oficio de coser para la calle al tiempo que se aplican con denuedo a las muy domésticas tareas de representar a la soberanía popular. No. El escándalo venía por el descaro, es decir, por que existiera en este universo mundo un papel que, negro sobre blanco, pusiera de manifiesto una práctica prohibida, o cuanto meno reprobable, por las buenas costumbres y hasta por algún artículo del Código Penal relacionado con las prácticas prohibidas a funcionario público. La Comisión del Estatuto del Diputado ha empezado a analizar la posibilidad de actuar de oficio.