El dedo en el huracán ajeno

En un par de ocasiones hemos referido aquí que la actuación del magistrado Parramón en la Operación Eolo no está resultando exenta de ciertas críticas, especialmente provenientes del mundillo judicial. Algunos de sus compañeros y muchos abogados (con quejas elevadas incluso al colegio profesional) avalan lo que les decimos. Nuestra opinión sigue siendo que al instructor hay que dejarle trabajar, por mucho que también observemos algunas actuaciones que a simple vista pudieran resultar desmesuradas, más por lo enigmático que por lo incorrecto. Parramón trata de sostener un imposible mutismo sobre el sumario, pero tan metido anda en la instrucción que quizá no esté logrando completar el feed-back necesario para encajar ciertas piezas. Por ejemplo, ¿conoce los motivos precisos del tratamiento que cada medio de comunicación está dando a cada una de las noticias, a cada uno de los imputados? ¿Sabe todo lo que saben los periodistas que llevan meses investigando el mismo asunto? ¿Está entendiendo por qué un determinado periódico trata de salvarse de la quema extendiendo las dudas sobre los demás? ¿Se mueve demasiado en Madrid un editor para tratar de meter el dedo en el huracán ajeno olvidando el suyo propio de él? A veces, aunque sólo sea por un instante, pagan justos por pecadores.